Esta semana hemos asistido a un espectáculo esperpéntico y sino fuera porque está en juego el respeto a las mujeres y, sobre todo, la necesidad de acabar de una vez con la violencia machista, sería una especie de extravagancia tan insólita como tener un rey como Jefe de Estado. A lo mejor ambas cosas están relacionadas porque como es conocido en España una mujer lo tiene crudo para ser reina, que no deja de ser una reliquia del machismo imperante en este país desde tiempos inmemoriales.
Como habrán comprendido ya, me refiero a la agresión machista sufrida por Teresa Rodríguez en su visita a la Cámara de Comercio sevillana. Las reacciones han sido múltiples y la mayoría de ellas en la misma dirección, con mayor o menor énfasis en el machismo imperante como base de la agresión a la mujer más potente de la izquierda andaluza, como bien decía Antonio Luis Girón en un artículo publicado en Paralelo 36. Estos comportamientos machistas son la prueba del nueve de que la sociedad machista no está en retirada y que existen demasiados lugares en nuestra sociedad donde el machismo es parte de la vida de las personas. No digo que no se haya avanzado en la equidad entre géneros, pero existe un rescoldo caliente de cultura machista que se ha mantenido vivo, precisamente en espacios donde la preponderancia del hombre se ha manifestado y se manifiesta como una realidad potente.
Por eso lo ocurrido en la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Sevilla no es una cuestión menor, porque es una institución perfectamente prescindible, como lo fueron en su momento las Cámaras Agrarias. Lo son en cuanto hoy en día existen asociaciones de empresarios que defienden los mismos intereses que las Cámaras de Comercio. Esta fue la razón que llevó, en su momento, a la Junta de Andalucía a legislar el cierre de las Cámaras Agrarias, cuando en realidad la razón es que estos ámbitos, a pesar de la obligatoriedad de democratización de las leyes vigentes, siguen siendo espacios de presión y, de paso, lugares donde los empresarios siguen teniendo una barra libre para, a costa de los contribuyentes propios y públicos, hacer y deshacer en las actividades que realizan. Todo lo que hacen, se puede llevar a cabo desde las organizaciones empresariales y, en buena medida, desde la comunidad autónoma.
Finalmente, las Cámaras son entes que, de hecho, no tienen contenido y que viven a expensas de las presiones a la propia Junta de Andalucía, porque aunque la adscripción sea obligatoria, la cuota cameral no lo es y si además sirve para que un nutrido grupo de hombres usen sus instalaciones como si de un casino de ricos se tratara, donde autoalimentarse del machismo que sustenta la institución, como el relato de Teresa Rodríguez deja claro; creo que es el momento para proceder a eliminarlas e incorporar su patrimonio a la Junta de Andalucía y que está lo ponga disposición de las propias empresas y de la vida laboral sin necesidad de tener que aguantar a personas tan impresentables como el vocal obligado a dimitir y al presidente de la institución que, en un principio, se rió de lo ocurrido. La valentía de Teresa Rodríguez debe servir para desmantelar estos ámbitos inútiles y perjudiciales para la sociedad. Si duplicar organismos es contrario a cualquier política de austeridad, que el propio gobierno central esgrime como una de las herramientas para la rebaja del déficit, la vida de estas organizaciones se hace innecesaria para el desarrollo del comercio, la industria y la navegación.
Publicado originariamente en SevillaDirecto el día 26 de enero de 2016.
José Antonio Jiménez Ramos