El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas ha publicado recientemente su World Economic and Social Survey 2011. Con el título “The Great Green Technological Transformation”, el informe se presenta como capaz de “guiar nuestros esfuerzos colectivos para alcanzar una muy necesitada transformación tecnológica hacia una economía global más verde y más limpia”.
El informe deja claro desde el principio que el “Business as usual”, el hacer las cosas como hasta ahora, “no es una opción”, dado que la mejora del bienestar material durante los dos últimos siglos ha supuesto la degradación del medioambiente natural. No obstante, debido a que miles de millones de habitantes del planeta aún no disfrutan de niveles materiales de vida decentes, el informe advierte de que aún será necesario un progreso económico mucho más grande.
Por tanto, parar el desarrollo supondría mantener a miles de millones en la pobreza, y aún así tendríamos una economía insostenible. La solución, según el informe, es “encontrar nuevos recorridos para el desarrollo que aseguren la sostenibilidad medioambiental y corrijan la destrucción ecológica, al mismo tiempo que aseguren, ahora y en el futuro, una vida decente para toda la humanidad”.
La respuesta a este desafío está en una nueva estrategia económica, en la “economía verde”, que los autores entienden como la idea de que “mejorando el crecimiento económico, el progreso social y la protección medioambiental pueden ser objetivos complementarios y que la necesidad de posibles compensaciones entre estos, de camino hacia su realización, pueden ser superadas”.
Dado que el informe asume que limitar la riqueza iría en detrimento del cumplimiento de los objetivos de desarrollo y que limitar el crecimiento de la población, más que una política válida será un efecto de la mejora de los estándares de vida, todo el peso del motor del cambio descansará en una revolución tecnológica. Tecnología en la forma de energía renovable, eficiencia energética, captura del carbono, agricultura sostenible y técnicas de gestión forestal, y revolución para poder mejorar esas técnicas, adaptándolas a las necesidades locales y sectoriales, escalándolas y bajando sus costes y proporcionando incentivos y mecanismos que faciliten su difusión.
En el caso de los países subdesarrollados existe una interesante oportunidad, la de facilitar que “puenteen” su desarrollo con tecnologías que eviten los modelos insostenibles (basados en combustibles fósiles) del mundo desarrollado, por ejemplo en la generación eléctrica. Para que esto sea posible, además de una mejora de los costes, se deberá producir una transferencia tecnológica hacia estos países que supere los obstáculos relacionados con la propiedad intelectual y el bloqueo tecnológico.
El informe identifica tres maneras en las que esta revolución tecnológica será diferente a las anteriores. En primer lugar, debido a las premuras que nos imponen las tendencias en emisiones de gases de efecto invernadero y el deterioro medioambiental (aunque el informe no lo reconoce así, el agotamiento de los recursos energéticos fósiles es otro factor importantísimo para iniciar la transición cuanto antes), esta revolución deberá llevarse a cabo en un periodo corto de tiempo, tres o cuatro décadas. Este periodo puede parecer muy largo, pero hasta ahora las transiciones energéticas se han dado en periodos aún más largos, por ejemplo el petróleo no superó al carbón en su uso hasta los años 60 del SXX.
En segundo lugar, el papel de los gobiernos deberá ser mucho más importante, debido precisamente a la urgencia del cambio. Las fuerzas de los mercados por sí solas, recuerda el informe, no proporcionarán la aceleración y la difusión necesaria para la innovación tecnológica necesaria. Además, el coste de esta transformación será tan grande que este será imposible sin una financiación acorde y a largo plazo.
Y en tercer lugar, esta transformación deberá darse, dado su carácter necesariamente global, gracias a una intensa cooperación internacional. No solamente el cambio climático es un fenómeno global, sino también el problema de las crisis alimentarias o la deforestación, por lo que serán necesarias nuevas reglas multilaterales medioambientales y en el comercio, nuevos acuerdos en propiedad intelectual y nuevas maneras de financiar esta empresa.
Como otras propuestas similares, la del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas constituye sin duda un reto enorme, y el propio informe reconoce que debido a que “el cambio tecnológico es un proceso acumulativo lleno de incertidumbres tanto en su dirección como en los resultados”, “ algunos países y grupos se verán afectados negativamente por la reducción de la demanda de sus productos y recursos”, aunque evidentemente también habrá “ganadores” en el proceso.
Los costes de la transformación tampoco son pequeños, algo especialmente importante dado el estado actual de las economías desarrolladas. Reemplazar la infraestructura existente en la generación eléctrica de fuentes fósiles y nucleares costaria entre 15 y 20 billones de dólares, y los esfuerzos hechos hasta ahora están aún muy lejos de lograr que para 2050 hayamos podido descarbonizar el sistema energético global.
Publicado en : http://www.gees.cat/informes/la-gran-transformacion-tecnologia-verde/