Rafa Rodríguez
- 1. Una lectura dinámica del proceso político en España
- La crisis global desencadenó una crisis diferencial en el Estado español. El espejismo de “España va bien” o “Andalucía imparable” se desvaneció dejando una dura realidad de paro, desahucios, recortes y endeudamiento. De forma esquemática podemos establecer una identificación de las fases que ha provocado la crisis.
Una parte importante de la ciudadanía cuestionó el sistema político que había provocado el desastre, polarizándose en torno a dos rupturas: el consenso bipartidista y, en Cataluña, el bloqueo autonómico provocado por el PP y el Tribunal Constitucional. A partir del 2010 comienzan las movilizaciones cuando se pierde cualquier esperanza de que el PSOE pueda aportar soluciones: con la convocatoria de las huelgas generales, el 15M y las manifesticones de la Diada, comienza un proceso de desinstitucionaldad que el gobierno de mayoría absoluta del PP agrava. Esta fase culmina con las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 en la irrumpe Podemos con 5 diputados, dimite el Jefe del Estado y el Secretario General del PSOE.
A partir de esos acontecimientos comienza un proceso de reinstitucionalidad que provoca una nueva composición política en el Estado en general y en Cataluña en particular. Este proceso culmina con las elecciones general de diciembre de 2015 cuya mayor novedad es por un lado la consecución por Podemos de un grupo parlamentario de 69 diputados en alianza con gran parte de la izquierda nacionalista y la victoria en Cataluña, País Vasco y Madrid y, por otro, la imposibilidad de formar gobierno y la repetición de elecciones.
Las elecciones del 26 de junio de este año producen unos resultados similares con la novedades de una mayor concentración de votos de la derecha en el PP y cierta abstención en el electorado de Unidos Podemos, lo que provoca un repunte del bipartidismo en 5 puntos porcentuales. El proceso de reinstitucionalidad llega a una estación término en y por lo tanto comienza una nueva fase caracterizada por la falta de consenso estructural y por la inestabilidad de gobierno.
2. Una doble condición
La complejidad de la política española está motiva en gran parte porque la polarización es doble: al eje izquierda – derecha se le suma el eje centralismo – plurinacionalidad, que, además, están interrelacionados. El eje izquierda – derecha afecta sobre todo a la alternativa de gobierno que, a su vez, necesita un consenso básico sobre el equilibrio centralismo – plurinacionalidad porque este eje afecta a la propia estructura del Estado.
La crisis del Estado ha sido la crisis del PSOE y viceversa. Por eso el PSOE ha perdido el monopolio de la representatividad de la izquierda y es una fuerza minoritaria tanto en Cataluña como en el País Vasco. La ruptura de puentes entre las posiciones soberanistas tanto catalanas como españolas han radicalizado las posiciones a pesar de estar bajo el paraguas de la Unión Europea (zona euro) que es quién realmente tiene la soberanía (sobre todo monetaria) efectiva. La pérdida material de la función arbitral del Tribunal Constitucional, al haberse convertido en un instrumento para bloquear la capacidad legislativa de las Comunidades Autónomas a instancia de los recursos del gobierno del Partido Popular, ha provocado un socavón en el suelo del equilibrio territorial del Estado.
En el eje de gobierno, también existen grandes dificultades. La izquierda no consigue articular y comunicar una nueva alternativa a las políticas de austeridad en una situación hiperendeudamiento publico (y privado) y con las limitaciones que impone la Unión Europa (zona euro) que impide políticas fiscales anticrisis y lastra la capacidad de respuesta del Estado al monopolizar la política monetaria.
3. La hora de los contenidos
La nueva fase que se ha abierto tras las últimas elecciones es la de los contenidos. Desde la oposición le corresponde a la nueva composición de la izquierda articular con urgencia una alternativa a las políticas de austeridad y articular un nuevo consenso sobre la estructura territorial del Estado (en el contexto de la Unión Europea). Unidos Podemos es la fuerza emergente y quien mejor representa en estos momentos la pluralidad del Estado. Necesita por un lado movilizar al conjunto de la sociedad para recabar la participación en la construcción de nuevos contenidos y por otro invitar a que los territorios del sur, los que más sufrimos la desigualdad, se incorporen al debate territorial con voz propia. Y, desde la participación de la sociedad, establecer un diálogo constructivo con el PSOE por un lado y con los partidos soberanistas por otro, lejos de la política espectáculo. Es necesario que la sociedad a través de la nueva representatividad política de la izquierda surgida del proceso de reinstitcionalidad ofrezca las bases de una alternativa a la política económica y un consenso amplio en la reorganización de la estructura territorial del Estado.
La derecha tiene grandes dificultades para tomar la iniciativa en la construcción de nuevos consensos porque su fuerza “renovadora”, Ciudadanos, es aún más rígida por su nacionalismo españolista y por su radicalidad neoliberal y solo aceptará ceder en los grandes temas que la cohesionan, como el centralismo, cuando las circunstancias le obliguen. Si el PSOE le facilita el gobierno al PP, por activa o por pasiva, impedirá que la situación evolucione y perderá cada más su funcionalidad: tendrá que apoyarlo no solo en la investidura sino durante todo el tiempo que dure la legislatura empezando por la aprobación de los Presupuestos Generales para 2017. Al PP le corresponde intentar formar gobierno y si fracasa será su responsabilidad por su incapacidad para generar consensos suficientes con el agravante de que el tiempo de esta coyuntural bonanza en la tormenta de la crisis se está acabando.