EDITORIAL P36. 12-02-2010.
Los datos los ha proporcionado la Sociedad Española de Epidemiología (SEE): la ley antitabaco ha evitado la muerte de 1482 personas en todo el Estado español y ha producido una reducción importante de patologías asociadas al consumo de tabaco, especialmente entre los denominados “fumadores pasivos”. Jóvenes y trabajadores de centros públicos han sido los principales beneficiados de estas restricciones.
Si tenemos en cuenta la prevalencia de las enfermedades asociadas al consumo de tabaco y el grado de tabaquismos en Andalucía ,podemos estimar que entre 400 y 500 andaluces y andaluzas han salvado la vida gracias a la ley antitabaco. A esta cifra hay que sumarle la reducción de las patologías graves y menores y el ahorro en los costes laborales y sanitarios producidos por el tabaquismo.
Cualquier política social progresista debe tener en la salud pública uno de sus objetivos fundamentales. La vía mas económica y ecológica de reducir la mortalidad y la morbilidad entre la población es prevenir y evitar los factores ambientales, sociales y conductuales que provocan la enfermedad y la muerte. Para la salud de una comunidad es más importante la inversión en salud pública que la inversión hospitalaria o farmacéutica. Y en el grado en que la primera sea mas eficiente y exitosa, los costes clínicos o farmacéutico serán menores.
La inversión política en promoción de la salud pública no solo tiene efectos positivos desde el punto de vista clínico o económico, es también una inversión en derechos y autonomía de los ciudadanos y ciudadanas. Una sociedad con hábitos y condiciones de vida y ambientales saludables no caerá facilmente en las redes de la medicalización abusiva o en la dependencia de las multinacionales farmacéuticas.
El tabaco es la causa de muerte evitable más importante. La industria tabaquera mata más que la armamentística o que las mafias de la droga. Solo decir que cada cigarrillo lleva una media de 4000 sustancias químicas que nadie, salvo los productores, conoce ni controla. La “democracia del consumidor” se quiebra por completo cuando este no sabe que es lo que consume. La administración pública controla no más de una decena de esas sustancias. Algunas de estas tienen efectos adictivos con el objetivo de torcer la voluntad del consumidor. No fumar no sólo es un imperativo para la salud individual sino que debe ser también un imperativo ético de no colaboración con una industria tan criminal y fraudulenta.
Desgraciadamente Andalucía cuenta con indicadores muy negativos en materia de salud pública y de hábitos saludables. Es una de las comunidades con mayor tasa de tabaquismo y de la mortalidad y morbilidad que este provoca. Por eso choca que la Junta de Andalucía se haya unido al grupo de presión de los empresarios hosteleros para retrasar , en nuestra comunidad, la ampliación de la prohibición de fumar a todo local público. La vida y la salud están por encima de los intereses privados de un sector económico concreto. Máxime si tales intereses no están para nada en peligro. Es falso que la ampliación de la prohibición de fumar dañe al sector hostelero. Los estudios de países donde tal media se ha tomado muestran no sólo que no se redujo el consumo, en bares y restaurantes, sino que incluso aumentó, como en el caso de Irlanda o Francia. La Junta de Andalucía debe ponerse a la cabeza de la pancarta de la prohibición total de fumar en los espacios públicos. Todos y todas saldremos ganando, incluido los empresarios que ahora se oponen.
Las intervenciones en salud pública son, al menos, de dos tipo: unas preventivas sobre las condiciones ambientales de salud de la población que son indisponibles individualmente y universalmente consideradas como indeseables ( aire y agua por ejemplo), y otra informativa sobre los hábitos y conducta individuales saludables. En el primer plano se debe regular coercitivamente aquellas actividades que causan daño en la salud de la población. En el segundo plano solo son posibles campañas informativas y formativas o medidas de estímulo positivo de las conductas y hábitos individuales. Se puede pues obligar a alguien a que no contamine el aire o el agua pero no se pude obligar a nadie a que coma menos o más) , o a que haga ejercicio físico todo los días.
La ley antitabaco se inscribe dentro del primer plano de la salud pública (el regulador y coercitivo) y no dentro del segundo (el informativo) como pudiera parecer. El objetivo central de esta ley no es impedir o animar al fumador a que deje de fumar sino salvaguardar la salud y la libertad del que no ha decidido fumar pero al cual la contaminación ambiental que el humo del tabaco produce, le obliga a convertirse en “fumador pasivo”. Por eso la ley regula ´solo el consumo público de tabaco y no el privado o que solo afecta al fumador. Esta debiera sr la orientación de toda la política de drogas y por tanto debiera legalizarse todo tipo de drogas. Eso sí, con control de calidad (que contiene el producto que se consume) y la información sobre los efectos de estas sustancias.
¿Por que cobra impuestos el Estado por una actividad que considera perjudicial para la salud? Pues precisamente por eso, para internalizar los costes sanitarios que esta conducta genera, al igual que el consumo de alcohol, en el sistema público de salud. También aquí hay algunas lagunas pues debiera gravarse fiscalmente también los alimentos o bebidas con exceso de grasas animales o azúcares pues también tienen coste sanitarios muy altos (esta ha sido una propuesta de la asociación de cardiólogos norteamericanos).Por tanto no hay ninguna contradicción entre considerar un producto dañino y grabarlo fiscalmente, todo lo contrario es bastante coherente y debería ampliarse a todos los consumos con costes sanitarios muy altos
Donde si existe contradicción es entre permitir el consumo de tabaco pero no de cocaína o en gravar fiscalmente el alcohol pero no las bebidas gaseosos edulcoradas (una de las principales causas de la epidemia de sobrepeso actual). Pero estas contradicciones deben rsolverse a afvor de la autonomía del individuo y de la justicia es decir legalizar, controlar e informa sobre todo tipo de drogas; y garbar fiscalmente el consumo de cualquier producto que implique coste sanitarios elevados.
Esto es muestra más de la hipocresía que existe en la sociedad y por extensión en la clase política.
¿Quién se cree eso de que el Estado mira por la salud de los ciudadanos? Si mirase por la salud de los ciudadanos, directamente prohibiría la venta de tabaco en sus establecimientos públicos, de los cuales recauda impuestos…también conocidos como estancos.
Si mirase por la salud de los ciudadanos, directamente prohibiría la venta de alcohol, no sólo de tabaco.
Si mirase por la salud de los ciudadanos, no instalaría industrias contaminantes en su territorio.
Y así un largo etcétera.
Todo lo demás, no os engañéis, es pura hipocresía.
El motivo de estas campañas «Ley antitabaco»…son para gastarse X en campañas y llevarse Z=X-Y
El motivo de estas campañas, es para mientras se justifican de que miran por la salud de los ciudadanos ( el que quiera fume…pero el Estado avisa que es malo ), ellos siguen recaudando dinero…
Así que por mi parte, ¡Basta ya! de esta falacia! Pues lo comentado, es aplicable cambiando la palabra tabaco,por economía, trabajo, vivienda…todo igual.
Por cierto, no soy fumador, y me da igual que fume la gente sinceramente, si a un niño le das un caramelo, lo cogerá, no le des el caramelo!! sino se quiere que fumen, no vendáis cigarillos!!
Teneis razón en vuestro planteamiento, pero mira por donde hoy anuncia la Ministra de Sanidad un retraso en la presentación de la Nueva Ley sobre el consumo de tabaco en los espacios públicos. ¿quien gana? ¿La hostelería supuestamente?, no se. De momento gana la inconpetencia y la cobardia de un gobierno que no tiene, tampoco en esto, las cosas claras. Si la Salud es lo que más importa es una mala noticia la demora de la prohibición del consumo de tabaco en los espacios públicos: bares, restaurantes, … El miedo a los hosteleros y la manipulación de los supuestos datos objetivos de la perdida de clientes y con ello de puestos de trabajo, más la dependencia o miedo escenico en la situación actual de abrir un nuevo frente de hipotetica confrontación social aprovechada por el PP para erosionar electorado a pesado más en el animo del gobierno del PSOE que las objetivas y cuantificables mejoras para la salud de los ciudadanos, incluidos los hosteleros.Al menos que lo suban de precio y mucho, que remilgos: el tabaco mata a los que fuman y a los que estan alrededor de los fumadores y evidentemente cuesta mucho dinero a la Sanidad Pública.