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La infancia de Susana Díaz son recuerdos

“Mi infancia son recuerdos políticos”, dijo este domingo Susana Díaz, parafraseando al poeta sevillano Antonio Machado, ante 9.000 militantes y altos cargos del PSOE que abarrotaron IFEMA. “Por menos quitan custodias”, pensé. En realidad, Susana Díaz lo que quiso decir con esta expresión es que para ella el PSOE no es una herramienta de transformación social, sino un artefacto emocional, irracional, identitario y consanguíneo.

Cuando Susana Díaz afirma que su infancia son recuerdos políticos está queriendo decir que no se hizo socialista tras la lectura de ningún libro, ni tras ver ninguna película, ni por conocer a algún profesor en el instituto o en la universidad que le marcara, ni por mejorar la situación de su barrio, de los jóvenes, de las mujeres, de los trabajadores o de las ballenas. Díaz se hizo del PSOE porque era el partido al que votaba su padre, del que ella presume que era fontanero para intentar empatizar con la gente sencilla. Lo que se olvida decir Susana Díaz es que su padre era funcionario del Ayuntamiento de Sevilla y, hace 40 o 50 años, ser funcionario no era precisamente ser un desgraciado en Andalucía y que la defensa del origen no tiene ningún valor si cuando superas el origen te olvidas de él y de quienes lo habitan.

Que Susana Díaz diga que su infancia son recuerdos políticos quiere decir que todo en su vida gira en torno al PSOE. Todo es todo. Sus amigos de adolescencia, de juventud y edad adulta, su estabilidad económica, su vida laboral, sus parejas, la vida laboral de su pareja, sus enemigos, sus referencias, sus paisajes…Absolutamente todo. Sin quererlo, Susana Díaz ha explicado el pecado capital del PSOE y el porqué este centenario partido ha dejado de ser la referencia hegemónica de los progresistas españoles.

En Andalucía es bien conocido, desgraciadamente, qué significa que Susana Díaz sólo tenga recuerdos políticos de su infancia. Sabemos cómo sobreviven empresas, ONG’s, productoras, periodistas, periódicos, asociaciones de la prensa, sindicatos de periodistas, televisiones y radios públicas o privadas, asociaciones de mujeres o de personas LGTB, cooperativas, hermandades o entidades pseudoecologistas sólo por formar parte de los recuerdos de infancia de los miembros del PSOE.

Los recuerdos llegan incluso hasta la cola de los Servicios Sociales de los ayuntamientos andaluces. Si el alcalde te recuerda, vas a lograr un trabajito de un mes limpiando las calles o arreglando las aceras de pueblos donde se supera el 40% de paro y en el que muchas criaturas tienen que acudir al alcalde a que les dé cheques de comida para ir tirando. Y cuando llegan las elecciones, un abrazo fortalece el recuerdo con el que se te avisa de lo peligroso que es que te entre amnesia el domingo de los votos. Y así se va alimentando el silencio, que es el lenguaje oficial de los pueblos andaluces, el miedo y se consigue desactivar a la sociedad para exigir derechos.

Este modelo de entender la política, fruto de no haber tenido ni aspirar a tener vida más allá de las paredes del partido-empresa, no se olvida jamás de las personas que trabajan por la causa. En la Diputación Provincial, en la Junta, en los múltiples consorcios o empresas públicas, de rango local, comarcal, provincial o autonómico, siempre hay hueco para contratar de asesores a los alcaldes o concejales, a los hijos de éstos o al delegado local del PSOE, si es que tuvieron la mala suerte de perder las últimas elecciones. Susana Díaz no olvida y controla al dedillo el territorio andaluz. Sabe cómo se llama no sólo la mujer en silla de ruedas que la saluda en el mitin, sino que habla continuamente con sus alcaldes y concejales, a los que conoce desde la infancia, con quienes creció, vivió sus primeras botellonas y los encuentros de fin de semana de Juventudes Socialistas donde fueron formados para hablar en público, a mirar a cámara, a abrir la boca para darle aire al acento andaluz, a modular el soniquete mitinero y a repetir siempre la última palabra justo en el momento en el que quieran recibir los aplausos apasionados de sus seguidores: “¡¡Vamos a estar unidos para ganar, para ganar (subiendo el volumen)!!”. Y los 9.000 militantes de IFEMA, llegados en AVE pero también en autobuses tras largas horas de viaje, tocan con los dedos el cielo socialista con lo aprendido en los contubernios de Juventudes Socialistas.

El PSOE susanista es una religión fervorosa: “Viva el Betis, Viva Susana y Viva Andalucía”, escribió hace unos días en Twitter una concejal de San Juan de Aznalfarache, el pueblo natal de Verónica Pérez, ‘la única autoridad del PSOE’ que, como su íntima amiga Susana Díaz, de su infancia sólo tiene recuerdos políticos. De concejal de Hacienda de San Juan (21.000 habitantes) con 19 años, sin formación universitaria y sin vida laboral, Verónica Pérez ahora es la secretaria provincial del PSOE de Sevilla, la más poderosa de España. Susana Díaz no olvida nunca a los suyos. Tampoco a sus enemigos de la época de secretaria provincial del PSOE de Sevilla: Nieves Hernández, Gómez de Celis, el exalcalde de Sevilla Alfredo Sánchez Monteseirín o Evangelina Naranjo. Susana Díaz quiere devotos, no compañeros de partido.

Paradigmática es la contratación como asesor de Hacienda de la Diputación de Sevilla de Jerónimo Guerrero, exalcalde de El Coronil, quien dejó al Ayuntamiento de este municipio sevillano con una deuda del 150% del presupuesto municipal, tal y como denunció la oposición que ahora gobierna el municipio. Guerrero, en contrapartida, es muy activo en redes sociales a favor del argumentario oficial que cada mañana recibe en el email y es uno de los enlaces que recorre los pueblos andaluces para controlar que ninguna agrupación se salga del redil.

Luego están las colaboraciones en las tertulias de la radio y televisión pública, donde no existe ni una sola colaboración que disienta de la línea oficial. Y si se disiente, siempre con un perfil bajo para no que no destaque mucho. Por ejemplo, el Consejo de Administración de la Radio y Televisión de Andalucía, ya caducado, no se renueva para no introducir a representantes de Podemos como marca la legislación. O las llamadas a Canal Sur para que los jefes de informativos tengan cuidado con el enfoque informativo que van a dar a las noticias que en San Telmo son consideradas importantes. En Canal Sur no hay censura porque no hace falta, la autocensura que se imponen los periodistas para evitar tener problemas es más útil que cualquier mordaza.

El mundo de la universidad tampoco queda al margen del control omnipotente de Susana Díaz y el PSOE en Andalucía. Dos consejeros actuales de la Junta fueron rectores de universidades andaluzas. Una de ellos, Adelaida de la Calle, lo fue de la Universidad de Málaga y como favor a la causa le abrió un expediente a Iñigo Errejón por una beca que luego la justicia ha anulado con muchas menos portadas que cuando se abrió el expediente.

No son pocos los ayuntamientos que contratan un boletín bimensual o trimestral con algunas de las cabeceras de prensa andaluzas que publican editoriales de entronización a Susana Díaz. Entre 40.000 o 50.000 euros al año, a cambio de lanzar una versión local del periódico con apariencia de información que encierra propaganda y donde se silencia infamemente a la oposición, es lo que gastan muchos ayuntamientos socialistas, aunque el ciudadano piensa que recibe la versión del periódico sin más, sin saber que es propaganda y que se está pagando con el dinero de su bolsillo. Eso sin contar la propaganda institucional y las productoras privadas que sólo le facturan a Canal Sur y que están frenando el desarrollo de la industria cultural andaluza por esta forma caciquil de delimitar el territorio y ponerle freno al talento.

De esto nada dicen las asociaciones de la prensa ni los sindicatos de periodistas, donde también hay vínculos directos con el PSOE y/o relaciones de pareja con distinguidos periodistas de la RTVA en funciones de jefatura o de relevancia. Las presiones del poder político a los medios de comunicación sólo son denunciables por los periodistas estupendos si es Podemos la diana. Nada escapa al control del PSOE de Andalucía. Y si te atreves a denunciarlo o a contarlo, el premio es que ni Susana Díaz ni su guardia pretoriana te recuerden. O al menos, que no te recuerden como Susana Díaz recuerda su infancia. No fue casualidad que en el Comité Federal del PSOE de octubre casi llegaran a las manos el ejército de Susana Díaz y el de Pedro Sánchez, no por ideas políticas, sino por si se votaba en urna o a mano alzada. Se votó a mano alzada como defendía la presidenta andaluza. Susana Díaz no olvida. Su infancia son recuerdos.

@RaulSolisEU 

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