Primero negaron que Undangarín hiciera nada ilícito, todo era un montaje del Diego Torres , hoy les falta colgarlo en la plaza pública. Luego, negaron que la infanta estuviera en el tema. Ahora reconocen que estar estuvo pero que no sabía, una mujer enamorada. Pronto la veremos también colgada en la plaza pública.
El caso Noos va acumulando cadáveres exquisitos con una velocidad impropia de la partida de ajedrez en que se ha convertido. Zarzuela está ahora en un movimiento de repliegue y defensa. Y esa estrategia implica estar dispuesto al sacrificio de todos los peones que haga falta con tal de evitar el jaque mate al Rey. Porque en Zarzuela saben lo que el juez Castro sabe, y todos intuimos; la mano que mece la cuna de la corrupción en la familia real no es ni la de Undagarin, ni la de la Infanta. Otra vez, como en el proceso del GAL, reaparece la enigmática X que nadie se atreve a despejar.
Pero lo realmente importante no es saber quien metió la mano en la caja, aunque esto sea también relevante, sino cómo fue posible que esto ocurriera sin que nadie se diera cuenta. Para despejar la X hay que conocer la ecuación completa ¿Cual es la ecuación completa del caso NOOS? Muy simple, monarquía = impunidad. Ese el clima, y hasta el aforo constitucional, de impunidad total que ha gozado la monarquía en España desde su instauración por el dictador, la que ha propiciado que Undangarin y la Infanta Cristina actuara con ese desparpajo en la comisión de las corruptelas que se le acusa. La policía ha comentado que la tesis doctoral defendida por Diego Torres en ESADE en 2008 y titulada “Influencia del alineamiento estratégico en el éxito del patrocinio. Estudio empírico del patrocinio en el sector de la automoción en España», lo contaba todo. Basto seguir el rastro de la hoja de ruta que la tesis dibujaba para desmontar el entramado de Noos. Ese descaro nacía del ambiente de impunidad que Ungangarin y Cristina habían percibido en Zarzuela. El hecho de que el mismo Rey mediara en alguno de los negocios de Noos o que las reuniones se celebraran en el palacio de la Zarzuela, refuerza esa idea.
Desligar la impunidad de la institución monárquica en España es ya imposible. Se ha ido demasiado lejos como para pedir perdón y empezar de nuevo. No se `puede tampoco, como en otras monarquías europeas, recurrir a la historia como fuente de salvación y legitimación; porque la historia de la monarquía española es el fascismo. Sin el plebiscito de los hechos esta monarquía pierde toda legitimidad. Y son los hechos, `precisamente los hechos, una vez que se ha roto el velo de ocultación que protegía la imagen de la familia real; los que están llenando de cadáveres exquisitos los jardines de la Zarzuela. Aunque el más exquisito de todos esté aun por caer.