Muchos idiomas utilizan el mismo verbo para los significados ser y estar. No el español. Por ejemplo, no es lo mismo ser que estar loco. Ser implica la afirmación indefinida de la existencia. Estar añade un reconocimiento concreto en el tiempo y en el espacio al mero hecho de existir. Se puede ser y no estar. Pero no se puede estar sin ser.
Traducido al ámbito de la propaganda, especialmente la política, no estar equivale a no ser. Quien no aparece a diario en los medios de comunicación no existe. Los partidos (masa o cuota) con capacidad para estar lo saben y por eso hacen lo indecible para que otras opciones que son no estén. La condena a la clandestinidad equivale a su declaración de fallecimiento.
Con esta perversión milimétrica funciona la mecánica propagandística en una sociedad que la necesita tanto como la desprecia. Inconscientemente. Hasta el más revolucionario antisistema la tiene instalada en la amígdala del cerebro. También yo. Todos y todas somos víctimas de este engranaje sugestionador sin darnos cuenta. Pondré varios ejemplos. Quizá el más invisible por obvio sea la constante fabricación del presente para ocultar el pasado. Estar permanentemente en los medios elimina de la memoria del consumidor político lo que no está, sea propio o ajeno. Y si no está, no existe. Por eso esta vez será la última que cite a Rafael Gómez. Sin embargo, la aparición rutinaria de los partidos masa echándose en cara los casos de corrupción, aunque inunda con excrementos el paisaje político, consolida paradójicamente sus posiciones. Es lo que se denomina “retrovoto”: votar al propio para evitar que gane el opuesto. No hay día que no se hable de los EREs, de Mercasevilla o de la trama Gürtel. Cada bando acusa al contrario de ser más corrupto. Y la consecuencia mediática de esta comedia termina siendo la trágica desaparición de los espacios intermedios. Tengan derecho a cuota o no.
Las formaciones políticas que no están en el mercado de las noticias carecen de presente. En consecuencia, no son o son lo que fueron (o dijeron que eran). Se nombra Hijo Predilecto de Andalucía a un señor que ha conseguido borrar de la memoria colectiva su implicación en un caso de corrupción política protagonizado por su hermano. Es diputado y cierra la lista electoral del PSOE en Sevilla. ¿Pasa algo? ¿Alguien recuerda que también mintió sobre la OTAN? La gente olvida el pasado lleno de mentiras y corruptelas del PSOE y PP, sepultado incluso por su corrupción de presente. Por el contrario, otras opciones que padecen la censura del presente sólo tienen pasado, sea verdad o no, aunque su presente sea radicalemente contrario. Por ejemplo, sobre el andalucismo político seguirá pesando su división interna como unos antecedentes penales. Poco importa que hoy no sea así. Sobre IU pesará en menor medida la diabólica maquinaria de la pinza. Mientras no estén, su presente es su pasado.
A este mal hay que añadir la ceguera endémica del que aplica la lógica de lo local a lo general, especialmente en espacios electorales tan enormes como Andalucía. Córdoba es el paradigma de esta ignorancia sobre lo que ocurre más allá de Alcolea y Villarrubia. Y buena parte de culpa la tienen los medios de comunicación que han olvidado sus fines. Por eso es de agradecer el pronunciamiento del Sindicato de Periodistas de Andalucía contrario al abuso de las cuotas impuestas sin criterio periodístico, de las ruedas de prensa sin preguntas o de las imágenes cocinadas por los propios partidos. Contra la insoportable levedad del no ser, la profesionalidad de los que están.
Muy bien, A.M. : Este artículo es para que aporte mi opinión (para eso ofreceis este espacio). ¿O pretendeis que nos lo treguemos, sin más, con una ligera alabanza a tu bella forma de escribir?. En síntesis, oso aportar:
1º. Que llevas razón; que ningüenar es una táctica, que se usaba en los mismos campos de concentración nazis. Había grupos a los que se les negaba hasta su nombre; se les llamaba los «musulmanes» y los habían reducido a un tal ostracismo, que eran como si no existieran. algunos enloquecían.
2º. Hoy no es posible el «no estar». Ten presente que la impensable revolución de «los hambrientos», que vivimos hoy; esa eclosión de primavera se ha hecho posible gracias a internet. La EXISTENCIA, se la está
jugando por ahí al sistema. Ya no hay sistema posible. Por eso, lo primero, primerísimo ha sido ha sido el pagón de internet. Pero las masas han sabido seguir conectadas.
No tenemos escapatoria; lo que tenemos es mucho lloriqueo, que pretende disimular nuestra pasividad culpable.