Ante la aprobación del anteproyecto de la futura Ley de Economía Sostenible (LES). Ecologistas en Acción considera que la propuesta es un compendio de medidas contradictorias que, en su conjunto, no van a acercarnos hacia la sostenibilidad.
La futura ley tiene como objetivo fundamental garantizar el crecimiento de la economía española mediante el incremento de su competitividad. Nuevamente el Gobierno plantea una medida que considera que vivimos en un planeta de recursos y sumideros (basureros) infinitos, en el que el crecimiento continuado es posible. Nuevamente el Gobierno hace política-ficción.
Para mantener este crecimiento, la LES fomentará elementos tan insostenibles como la construcción de infraestructuras o el impulso a la internacionalización de la economía española.
Ecologistas en Acción recuerda que el Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte (PEIT) va a suponer un importante incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero (el sector del transporte es el que más las ha aumentado desde 1990), y un mayor troceamiento del territorio, lo que contribuirá a que sigamos perdiendo biodiversidad.
Para el impulso a este exigente plan de infraestructuras, la LES pondrá en marcha un mecanismo de financiación publico-privado que permitirá continuar el derroche de recursos actual en carreteras y trenes de alta velocidad. Un derroche que crea menos y peores puestos de trabajo que la apuesta por el transporte público, que está detrás de la mala calidad del aire de nuestras ciudades, y que, por supuesto, es corresponsable de que el Estado español no vaya a cumplir el Protocolo de Kioto.
Las medidas contempladas para internacionalizar más la economía española significan un mayor trasiego de mercancías, lo que implica inevitablemente más consumo energético y cambio climático. Pero no sólo eso, sino que suponen un apoyo al espolio que están realizando las transnacionales españolas en el extranjero. Como ejemplo ilustrativo están los casos de degradación de territorios indígenas por parte de Endesa, la contaminación de parques naturales de Repsol, o la repatriación a la casa matriz de los beneficios obtenidos en la empobrecida América Latina por el Santander.
Ecologistas en Acción valora positivamente otros aspectos del anteproyecto, por ejemplo la apuesta por la rehabilitación y el alquiler frente a la construcción de más viviendas, los planes que contiene para una movilidad algo más sostenible, o las medidas de ahorro energético y apuesta por las renovables. Sin embargo, aun siendo positivas, estas medidas son insuficientes.
La apuesta por centrar la economía más en la innovación, sin duda será un avance hacia la sostenibilidad, suponiendo que este desarrollo técnico se centre en mejorar la eficiencia. Sin embargo, esta no es una condición suficiente para avanzar hacia la sostenibilidad. El parque automovilístico español ha ido reduciendo su consumo y sus emisiones progresivamente, sin embargo, a día de hoy, las emisiones totales de gases de efecto invernadero de dicho parque son mayores que las de 10 años atrás, ya que el número de vehículos y los kilómetros recorridos se han incrementado notablemente.
La apuesta por la eficiencia energética y la movilidad sostenible son importantes, sin embargo lo verdaderamente fundamental es que vaya acompañada de un decrecimiento drástico en el consumo energético y la movilidad motorizada. Todo ello acompañado por una reconversión hacia las fuentes energéticas renovables que vaya mucho más allá del tímido objetivo del 20% para 2020 de este Gobierno.
En resumen, para Ecologistas en Acción lo que presenta el Gobierno tiene poco que ver con la sostenibilidad y mucho más con conseguir un crecimiento sostenido, por ello ha rebautizado la ley como Ley de Crecimiento Sostenido.
Lo peor de la ley (que ya es decir) es que vuelve a banalizar el concepto de sostenibilidad. Y que vuelve a poner como objetivo la «competitividad». En pocas palabras: miren América Latina en los ochenta y primeros noventa. Ese es el resultado socioeconómico de la competitividad como guía. Otro ejemplo es el monocultivo del turismo low cost y la construcción en nuestra propia tierra: son los sectores donde somos (donde éramos) competitivos.