Esta encantados con que el PP gane las elecciones andaluzas. Si su casquivana consciencia se lo permitiera, votarían a Arenas. Odian y desprecian tanto que casi se odian y desprecian a sí mismo. Son tan miserables que solo ven miseria en los más treinta años de autonomía. Creen cualquier patraña a condición de que sea negativa. Desconfían de cualquier verdad por el simple hecho de que sea bondadosa. No miran, sospecha. No dudan, acusan. No investigan, maldicen. No piensan conspiran.
Para ellos y ellas cualquier progreso esconde una astuta estrategia oculta del enemigo. De tal modo esto es así que cada vez que parece que la izquierda y las gentes ganan, ellos están convencidos que es cuando más pierden. Y viceversa, cuando se pierde es cuando realmente se gana (“cuanto peor mejor”). Curiosamente la aplicación de esa mismo lógica queda suspendida en su vida personal. Están abonados (pero sin pagar cuotas, eso nunca) al club de los conspiranoicos y recelan de la ciencia y del conocimiento. Citan como fuentes fiables Facebook o Youtube o “el me lo dijo uno que se lo dijo otro, que vio como otro, veía que aquel…”
No van a la huelga porque no es indefinida y revolucionaria. Les parece que la CEOE y el PP son mejores que los sindicatos y los partidos de izquierda, por que son sinceros. Leen el ABC y el Mundo con la fe del carbonero y están convencido que El País y la SER son sionistas manejados por el Mosar. Si todo sale como a ellos les gusta, aspiraran a ser la izquierda mendicante de la derecha. Ilusos, no saben que “Roma no paga traidores”.