Hoy no sé nada,
Mañana quizás pueda
Observar toda la intensidad
De mi corazón.
Federico García Lorca
Paseando de niña por las playas de Málaga recordaría lúcida muchos años después cómo las olas llegaron a salpicarle como un rito sacro, al mismo tiempo que de la negrura del mar, le llegaba una gota salobre, especie de bautismo espontáneo que le otorgó su Mediterráneo y que ya no se borraría de su memoria. Y seguramente iría cogida de la mano de Él, su padre, quien le enseñó a mirar, a saber mirar, en las noches de verano bajo el susurro del limonero que, al igual que ella, crecía en el patio de su casa de Velez – Málaga.
En este entorno andaluz mágico hundiría sus raíces un hecho, el más decisivo y misterioso de la vida de una persona, el nacimiento de María Zambrano. Una mujer que vendría al mundo para trastocar con su genialidad el transcurrir de la historia de la filosofía occidental, obra tradicionalmente de hombres, y para abrir nuevos caminos y horizontes.
En efecto la obra de María Zambrano goza de la misma naturaleza que su mar veleño, es amplia, intensa, entrañable y valiente. Tenía claro que había que volver a escarbar en las entrañas, en los ínferos del alma, como a ella le gustaba decir, y dejar libre al corazón, dejar que la intuición, aquellas “razones del corazón que la razón no entiende”, encontrara el camino apropiado para brotar como pensamiento. Su interiorización fue tan intensa que incluso antes de que ella misma fuera consciente, ya había inventado la razón poética de tanto aplicarla.
Así, explicaría “he tenido el proyecto de buscar los lugares decisivos del pensamiento filosófico, encontrando que la mayor parte de ellos eran revelaciones poéticas. Y al encontrar y consumirme en los lugares decisivos de la poesía me encontraba con la filosofía”. A partir de ese momento María Zambrano defenderá que al igual que no es posible ni valiosa una poesía que no esté cargada de pensamiento, de razón, tampoco es posible, a la inversa, una razón sin poesía. Y ésta es su auténtica revolución filosófica: sólo la síntesis de ambas, poesía y razón, nos situará en el verdadero camino.
María Zambrano intenta de esta manera hallar un nuevo camino rompiendo con los esquemas de nuestra cultura y con el pensamiento platónico para el que pensamiento y poesía se enfrentan de forma radical. Un nuevo camino que comenzará con su primera publicación en el exilio Filosofía y Poesía. La repercusión de su obra y método será tan intensa que toda su vida estará marcada por la razón poética de forma recurrente.
Ana Silva