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“La manipulación se ha adueñado de la profesión y nos hemos entregado a una información vacía”

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Rafael Rodríguez, presidente de la Asociación de la prensa de Sevilla:

 

Me van a permitir unas reflexiones sobre el estado de salud de nuestra profesión, que sigue siendo muy, muy delicado. En mi intervención de esta tarde podía repetir lo dicho en años anteriores porque, por desgracia, todo sigue siendo válido. No obstante, y a modo de titular, hoy quiero hacer una defensa a ultranza, reivindicar el orgullo y la dignidad del buen periodismo y del buen periodista, que los hay, y manifestar mi más absoluto rechazo y desprecio al mal periodismo y a los malos periodistas, que también los hay.

Miren, el deterioro progresivo de los medios de comunicación continúa y sin freno. La supuesta recuperación económica no se ve por ninguna parte. La pérdida de empleos, el paro, la precariedad, el trabaja gratis a cambio de la visibilidad de tu nombre y, en muchos casos, la explotación cercana a la esclavitud, siguen siendo el pan nuestro de cada día. Como ejemplos recientes, el mes pasado, fueron despedidos varios periodistas de El Mundo en Andalucía y perdieron su trabajo todos los compañeros de 8TV Andalucía. Y hace seis días denunciamos una humillante propuesta de trabajo de una empresa que ofrecía a los periodistas un euro y medio por artículo de una página, artículos que debían ser originales, que serían pasados por un detector de duplicidad y que no se pagarían si se detectase algún texto copiado.

La APS está decidida a combatir esto y hace dos peticiones: a los compañeros, que nos comuniquen cualquier caso de mala práctica por si procede denunciarla donde corresponda; y a las administraciones, que ninguna institución pública subvencione, ayude o contrate con empresas que realizan malas prácticas periodísticas.

Y ya que hablo de administraciones públicas, aprovecho la presencia aquí de representantes de todas ellas, para reclamarles, una vez más, y en especial al Gobierno andaluz porque lo firmó en el Pacto Andaluz por la Cultura, que reconozcan, y ya, la categoría laboral de periodista en sus Relaciones de Puestos de Trabajo y que convoquen concursos públicos para cubrir esas plazas.

Hoy se cumplen 20 años de la aparición del periodismo en internet, 20 años desde que el New York Times comenzó a publicar diariamente en esa red de comunicación poderosa e infinita. Desde entonces, la revolución tecnológica nos ha noqueado y aún no hemos encontrado respuestas sobre los modelos periodísticos del presente y del futuro.

Tenemos más medios de comunicación que nunca, pero nunca han sido tan frágiles como ahora, sobre todo la prensa en papel. La caída de todos los periódicos es alarmante. Las cifras actuales del permanente descenso de las ventas y de la difusión son las peores de la historia, y solo nos conducen a que, en breve plazo, buena parte de los diarios desaparezcan de lunes a viernes y solo existan los fines de semana. Las empresas solo han tomado medidas para sobrevivir, medidas que no van a ninguna parte, porque han sacrificado la calidad y la credibilidad.

Y, mientras, aprovechando esta fragilidad, el poder económico, ajeno al periodismo, y el poder político, se han hecho con el control de los medios de comunicación, que son utilizados como arma de influencia, incluida la influencia y el dominio que quieren tener sobre el pensamiento de los ciudadanos, que son los destinatarios de nuestros trabajo.

Esta situación y estos comportamientos nos han llevado a una devaluación de la información. La manipulación se ha adueñado de la profesión y nos hemos entregado a una información vacía, inmediata y falsa; a una información solo de declaraciones; a una información espectáculo y de propaganda, en la que cada día hay más predicadores partidarios. Nos hemos olvidado de la información en estado puro, la de los hechos, la de las cosas como son.

La legítima defensa de la línea editorial de un medio de comunicación, nunca puede justificar la burda manipulación o la mentira descarada. Los medios de comunicación no pueden ser correas de transmisión de los partidos políticos y de los grupos de presión, porque estamos haciendo un flaco favor a la sociedad, que ya nos paga con el descrédito. Un reciente estudio elaborado en la Universidad de Oxford concluye que los medios de comunicación de España son los menos creíbles de entre once países analizados en Europa.

Los problemas económicos y laborales de unos o el protagonismo y las ansias de poder de otros jamás pueden justificar un periodismo esclavo o impulsor de la manipulación, la propaganda y la mentira. Y esto vale tanto para los medios de comunicación, ya sean grandes o pequeños, como para nosotros, los periodistas; para los periodistas con nombre y estatus profesional supuestamente consolidado e influyente; para los que están empezando y para los que día a día luchan por sobrevivir y poder comer. Nada ni nadie nos puede quitar el orgullo de ser buenos periodistas y de hacer buen periodismo; nada ni nadie nos puede arrebatar jamás la dignidad, la honestidad y la profesionalidad.

Julia Cagé, una gran especialista en comunicación, en el ensayo “Salvar los medios de comunicación” que acaba de publicar, defiende que la información es un bien público que hay que proteger. Yo también lo creo así… Por ello, urge que todos, la sociedad en su conjunto, asumamos la importancia y la necesidad de una información libre, porque es uno de los principales soportes de la democracia. Y en esta tesis de la información como bien público hay que pedirle al nuevo Congreso y al futuro Gobierno, sea el que sea, que acaben con las leyes que atentan contra la tan amenazada libertad de expresión, como la ley mordaza, y que aseguren la independencia y profesionalidad de RTVE, la radio y la televisión pública del estado, cuyos valores están siendo defendidos, con enorme valentía, por sus trabajadores, que se rebelan contra su control y manipulación.

En esta misma línea, al nuevo Parlamento andaluz hay que pedirle un nuevo modelo de la radio y televisión pública de Andalucía y que los cambios no sean un intercambio partidario de sillones en el consejo de administración.

No sabemos qué nos va a deparar el futuro. Pero, lo que sí sabemos es que, sea de la forma que sea, las sociedades democráticas necesitan medios de comunicación y periodistas fiables, que sirvan de contrapeso al poder y que ofrezcan una información veraz y contrastada. Medios de comunicación y periodistas honestos, que no estén al servicio de intereses espurios y que se sientan orgullosos de ofrecer cada día a los ciudadanos elementos para su propia reflexión personal. El periodismo, el buen periodismo, es un oficio hermoso y apasionante. No dejemos que lo destruyan.

Yo soy un firme convencido de que hay razones para el optimismo y la esperanza. Y las hay siempre que no seamos conformistas. Tenemos que rebelarnos, que regenerarnos y que reinventarnos; tenemos que luchar, dentro y fuera, con más y mejor periodismo; y, como les decía antes, con autocrítica y con honestidad, tenemos que reivindicar el orgullo y la dignidad del buen periodista y del buen periodismo. El mal periodismo, el mal periodista, a la basura o a los tribunales. Hagamos realidad una máxima de la vida: si todo lo que hoy es posible, alguna vez fue imposible; logremos que lo que hoy es imposible, mañana mismo sea posible.

 

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