Desde la desaparición de las Cajas de Ahorros y a pesar de las billonarias inyecciones de dinero procedentes del BCE, la capacidad crediticia de las entidades financieras tradicionales ha estado boicoteando cualquier respuesta productiva a la salida de crisis por la propia estructura del mercado financiero y bancario, que ha convertido a las supervivientes al cataclismo del 2008 en unas verdaderas máquinas de acumulación de efectivo para “blindar” balances irreales que contaban, incluso, con el aval de grandes firmas de Auditoria en lo que se ha llamado tristemente “el negocio del rescate”, por el cual, éstas mismas firmas que “aprueban” los balances bancarios son luego las contratadas para el rescate de los mismos.
El mercado financiero privado actual nunca será un colaborador fiel a la hora de cambiar el paradigma productivo de un país o un territorio por las siguientes razones:
- La propia reorganización necesaria en cuanto a personal (la Banca ha sido después del sector de la construcción el mayor azote para las cifras del Paro) lo lleva a medir los niveles de riesgo en gasto contra su Cuenta de PyG. Esto unido a la tendencia a la desaparición de sucursales y el empleo cada vez mas acentuado de la banca on line, podría acabar con millones de empleos dentro de la UE.
- La depresión del mercado inmobiliario (que ha impedido cargar a inmovilizado las ventas de las sucursales sobrante), ha lastrado su capitalización a niveles insoportables.
- El abaratamiento del precio del dinero ha llevado a que el margen de intermediación sea mínimo o incluso negativo, con lo que en realidad, la obtención de efectivo por parte de estas entidades deja de ser prioritario en su vertiente de prestamistas. Sólo van a disponer de efectivo para superar las pruebas de estrés y blindar su activo. Están ya de hecho, soportando una tasa del 0.5% por no prestar el dinero que el BCE les da a tipo 0 por su propia necesidad de reestructurar sus balances.
- La necesidad imperiosa de presentar Cuentas de PyG positivas, pagar dividendos y sanear su balance los convierte en empresas en reestructuración permanente más que en Entidades dedicadas a la concesión de créditos productivos. El ejemplo de la cuarta “refinanciación” del Deustche Bank ampliando casi su capital al 100% en los últimos 7 años nos da una idea muy aproximada del verdadero valor real, “patrimonial”, de este tipo de entidades.
- Las futuras desregularizaciones que los propios gobiernos, como el norteamericano, van a hacer del sector bancario ahondarán mas si cabe en la finalidad instrumental y financiera de la banca, alejándola aún mas del concepto de banca tradicional de inversión cercana al territorio que se impuso mediante la “Banking Act” del año 1935, derogada en 1993 para mayor gloria de los mercados financieros hiperatrofiados que empezaron a crearse desde principios de los 90s.
Por estas razones, entendemos que sólo la actuación de las Entidades Públicas Financieras pueden actuar de forma positiva respecto a la inversión y multiplicación de la enorme cantidad de recursos financieros disponibles y baratos que hay hoy en día, o al menos de momento.
Una o varias Entidades Locales de Crédito nuevas, con ficha bancaria propia para que pueda, al igual que las grandes empresas y Bancos de Europa, pedir los créditos al BCE de una forma barata y rápida, sin que tengan ninguna de las razones anteriormente expuestas para dar crédito e invertir en proyectos, y cuya rentabilidad venga determinada por decisiones que estén fuera de mercado, sería el mecanismo más adecuado y más barato para solventar el problema del apalancamiento crediticio que sufrimos.
Dicha Entidad, o entidades, que estarían por supuesto bajo la supervisión de los reguladores institucionales normales, tendrían la toma de decisiones respecto a la concesión de préstamos y financiación dentro de otro “marco conceptual” distinto al mercado financiero tradicional y por tanto, los márgenes de intermediación, los balances inflados necesitados de efectivo, las necesidades de rentabilidades por encima del 3% y el resto de los factores anteriormente descritos no serían factores insoslayables a la hora de hacer valer el efecto multiplicador del dinero.
Tanto en Francia como en Alemania, la existencia de redes de bancos públicos locales y regionales (incluso muchos pertenecen a los propios Landers) han servido para amortiguar los perversos efectos de la crisis del 2008 ya que han facilitado todo tipo de financiación a los módulos productivos locales sin menoscabo de su propia rentabilidad. En España, por el contrario, y a expensas de la burbuja inmobiliaria, la banca existente ha hecho del crédito promotor su principal producto, dejando de lado al tejido productivo cercano.
Las necesidades financieras para el cambio en el modelo productivo en Andalucía no pueden estar basadas únicamente en el punto de vista de un modelo u otro de financiación autonómica, aunque ya de por si eso es importante. El actual estado de confrontación que mantienen desde Catalunya, desde las comunidades forales y el propio Estado Español hace inviable, con el peso actual que tiene Andalucía dentro de los órganos decisorios centralistas, que el Modelo de Financiación Autonómico sea la salvaguarda que necesitamos para intentar solventar el atraso secular en inversiones y financiación que mantenemos respecto al resto de Europa y es por ello por lo que uno de los pilares básicos para el cambio en el Modelo Productivo Andaluz se basa en la creación de una verdadera Banca Pública Andaluza. Además, mecanismos como el FLA, o la propia negociación que pueda darse sobre el reparto de la financiación autonómica dentro del modelo preexistente, no aseguran, dados los límites de Déficit y las restricciones en deuda actuales, una verdadera capacidad de financiación productiva. Los presupuestos básicamente se dedican a amortizar deuda primero, a pagar nóminas después y a repartir de forma exigua el sobrante entre las distintas Consejerías.
Por otro lado, la actual situación de los Fondos Feder con la ampliación a 27 miembros y las enormes incertidumbres que planean sobre la Unión Europea, hacen que todo el caudal financiero europeo del que se ha beneficiado Andalucía durante estos últimos 20 años (mas de 100.000 millones de euros) no sea ni previsible ni esperado. Aquellos tiempos de burbujas de inversión, que sólo sirvieron para aumentar el equipamiento andaluz a niveles medios respecto a España y de camino a enriquecer a grandes empresas madrileñas, han pasado a mejor vida.
La creación de esta Banca Pública es factible, sólo hay que solicitarlo al Banco de España y depositar un 20% del Capital Social mínimo, legal (por el propio art. 158 del Estatuto de Autonomía) y sobretodo necesaria para la financiación del cambio en el Modelo Productivo ya que ejercería su labor estrictamente dentro de un marco distinto al de las Entidades de Crédito privadas, de las que podemos esperar bien poco dada su situación actual y las previsiones existentes sobre un aumento del tipo de interés y el cambio en las políticas monetarias expansivas que actualmente mantiene el BCE.
Esta Banca Pública, financiada con los mismos tipos de fondos que el resto del sector, no sería una banca para crear beneficio ni para repartir dividendos, ya que su uso responsable la haría capaz de poder mantenerse financiando aquellos proyectos que desde la soberanía energética se declarasen como prioritarios y rentables.
Resulta curioso observar que en todo el documento “Estrategia Industrial de Andalucía 2020” elaborado por la propia Junta, de 248 páginas que tiene en total sólo dedique medio folio al tema de la financiación del nuevo modelo industrial que ella misma propone. Haciendo referencia sólo y exclusivamente a los distintos tipos de créditos o Fondos europeos para el sector y atendiendo a la financiación propia de los mismos presupuestos de ésta. No haciendo mención ninguna a modificar las fuentes de financiación autonómica ni a la creación de nuevas líneas de financiación. Es decir, para decirlo meridianamente claro, no hay ninguna partida presupuestaria nueva para hacer efectivo el cambio, limitándose sólo a mencionar que se “movilizaran 8.000 millones” sin decir de dónde.
No olvidemos además que las necesidades de financiación del cambio energético no tienen comparación con las necesidades de una industria energética tradicional. El coste del gigavatio/hora en la generación eólica por ejemplo, es de 600 milones de euros, por lo que con el costo de una sola central nuclear (aproximadamente 4.0000 millones) nos daría para hacer mas de 6 centrales eólicas para producir un 179,62% mas de energía que con una sola nuclear. Asimismo, el coste cada vez mas descendente por las innovaciones tecnológicas de la industria fotovoltaica (con incrementos de un 10% anuales de productividad y decrementos del 20% en gasto), nos permitiría con 1000 millones el gigavatio/hora fotovoltaico, producir, sin necesidad de inputs previos, sin necesidad de mantener residuos inmortales y con un coste de mantenimiento de un 97% mas reducido que la nuclear, un 60% mas de energía a un precio, en ambos casos eólico y fotovoltaico, que se podría traducir su impacto en cuanto a renta disponible de la gente en mas de un 15% directo. La innovación tecnológica que se está también produciendo en el campo del almacenamiento (baterías de litio combinado, etc…), junto con un deseado estrechamiento de la gigantesca red eléctrica acercando la producción a los centros consumidores evitaría también una ineficacia de un 30% que existente en la actualidad.
@Vicente Algarín.