Raúl Solís | Samir Nair conoce el mundo árabe por ser argelino de nacimiento y occidental por su condición de francés. Pisa las dos orillas y pertenece a ambas civilizaciones. Es, quizás, el analista político sobre la Primavera Árabe más lúcido y el mayor conocedor de los entresijos de las sociedades árabes y los estallidos revolucionarios que comenzaron en Túnez el 17 de diciembre de 2010. Escucharlo es un festival de erudición. En La Rábida (Huelva), donde ha pronunciado la conferencia inaugural de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), ha introducido al auditorio dentro de las diversas y complejas sociedades árabes.
En la mañana de hoy, ha desgranado los motivos que condujeron a los ciudadanos del otro lado del Mediterráneo a levantarse contra los poderes tiránicos que los gobernaban. Nair se atreve a definir la Primavera Árabe en una sola palabra: “dignidad”. Aunque, a su juicio, son muchos los factores que han favorecido la apertura hacia la democracia del mundo que se abre a sólo 14 kilómetros de Andalucía. El también director del Centro Mediterráneo Andalusí de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) ha afirmado que “nadie hubiera podido prever en diciembre de 2010, cuando un joven de 23 años se inmoló en Túnez, que había una bola de fuego en el corazón del mundo árabe”.
Para Nair, las revoluciones democráticas han cambiado una “historia dolorosa de siglos” en la que ya “es imposible involucionar” porque el espíritu democrático está instalado en sus ciudadanos, especialmente en la población más joven y formada. Muchas cosas pueden explicar el estallido revolucionario pero hay una que, según el columnista de Le Monde o El País, es clave y sin la cual es imposible comprender qué pasó y por qué se trasladó desde el Magreb, que significa Occidente, hasta el punto más oriental del mundo árabe.
La característica común es que ha sido “una victoria del siglo XXI frente al arcaísmo del siglo XX”. En contra del discurso proveniente de Europa, que decía “no hay democracia porque los árabes no están preparados para la democracia”, lo que se demostró es que “el poder no era maduro para la democracia”. Otra razón que da Samir es que al otro lado del Mediterráneo existía una demanda democrática y el fin del Estado como “sujeto antropológico”.
Ahora, “el Estado es el delegado de la soberanía del pueblo”. Lo que conlleva que si los más arcaicos ganan, “se tendrán que aplicar las leyes de los más arcaicos”. El politólogo argelino, nacionalizado francés, afirma que “la sociedad se ha dado cuenta de que hay que luchar para ganar pero no decir vosotros sois arcaicos y, por lo tanto, necesitamos un régimen policial para acabar con vosotros”, que fue el argumento con el que Occidente justificó las tiranías de Libia, Egipto o Túnez con la excusa de garantizar la estabilidad y los flujos migratorios.
También recuerda Nair que lo ocurrido es una revolución mental y cultural, no una revolución social o económica. “La revolución social y económica está abierta a la batalla ideológica para diseñar los modelos de Estado”, aclara. Lo único que aglutina en la actualidad a los árabes es “basta de poder político autoritario, queremos vivir de otra manera”. En este sentido, el politólogo está convencido de que, si se convocasen elecciones libres en los demás Estados donde aún no ha ocurrido, ganarían los islamistas, como ha sucedido en Túnez, Egipto o Libia.
Debido a que “se impusieron Estados modernos autoritarios europeos y fueron los islamistas los que estuvieron excluidos del poder, en contacto con el pueblo, ayudando a los pobres, a los estudiantes: lo que les permitió ganar la hegemonía cultural”, manifiesta. Mientras que los poderes políticos y grupos de poder cogían aviones para pasar los fines de semana en París o Londres, “los islamistas vivían con el pueblo en barrios del siglo XIV y jugaron el papel que jugaron los partidos comunistas en Europa”, apostilla.
No obstante, especifica que el modelo de Estado se está debatiendo y que, probablemente, será Túnez, por ser “la sociedad más avanzada del mundo árabe”, quien tenga un régimen político más laico e igualitario entre hombres y mujeres. De hecho, apunta Nair, “los actuales medios de comunicación tunecinos son más libres que en Europa”.
Las esperanzas democráticas del mundo árabe están depositadas en los jóvenes que lideraron la Primavera Árabe. “No hubo organizadores pero sí hubo un organizador: Internet”. La policía tunecina asesinó a 1.000 personas, los jóvenes sólo usaron como armas su dignidad, Facebook, Twitter y los dispositivos móviles de última generación: “no tenían armas, pusieron sus vidas al servicio de la democracia».
Sobre qué ocurrirá en el futuro, Samir Nair está seguro de que será imposible volver atrás porque la población lo impedirá del mismo modo que ha derrocado a régimenes tiránicos del siglo pasado. Por el contrario, el catedrático de Filosofía Política es menos optimista sobre la situación de Siria, donde la solución está en manos de rusos y estadounidenses. “No habrá resolución pacífica como en Túnez o Egipto” porque ni rusos ni norteamericanos están dispuestos a perder su posición estratégica en territorio sirio.
De lo que Nair no tiene ninguna duda es de que estos cambios políticos han venido para quedarse porque “los árabes son gente como nosotros: quieren vivir libres». “Estos pueblos han experimentado la libertad, la democracia y la dignidad”, subraya el autor de ‘La lección tunecina: cómo la revolución de la Dignidad ha derrocado al poder mafioso’.
¡¡¡POR UN RENACIMIENTO ANDALUZ YA!!!
http://www.youtube.com/watch?v=XzU_40-QhdI