Desde que se empezó a hablar de que López Uralde iba a promover la creación de una alternativa que recogiera las aspiraciones de la ecología política junto a planteamientos de izquierda, las reacciones condenatorias desde IU no han cesado. Se habla de proyecto teledirigido por «Ferraz», se asegura que es un montaje destinado a impedir el despegue electoral de IU, cuando “la flechita mira hacia arriba”…Incluso ahora, algún dirigente habla de la “voladura” de IU, en un proyecto diseñado desde dentro y fuera de esta fuerza política. Este tipo de reacciones merece ser comentado, más allá de la anécdota, por tratarse de una línea de actuación tradicional y muy frecuente en las filas del comunismo español, que prefiere hablar de traición, de operaciones orquestadas, de conspiraciones alentadas por la socialdemocracia neoliberal y por gente vendida al capitalismo, antes que analizar los fenómenos objetivos haciendo uso de la gran variedad de instrumentos suministrados por el marxismo.
1.- Izquierda Unida ha demostrado su incapacidad para recoger el descontento social provocado por la crisis y la gestión que de la misma ha realizado el gobierno socialista
2.- El sector dominante de Izquierda Unida, o sea la dirección del PCE, se ha mostrado incapaz o directamente contrario a escoger un camino que permita un cambio de escenario más favorable a la recuperación de la izquierda
3.- Desde la última Asamblea Federal, se ha hablado mucho de “Refundación”. Hasta en esto ha habido cobardía política. Si durante la asamblea, para recoger adhesiones y provocar consensos, se llegó a hablar hasta de poner en solfa todo, incluido el nombre de la formación política, después se pasó a frenarlo todo. De refundación de la izquierda pasamos a refundación de Izquierda Unida y de esta a unas cuantas campañas de afiliación y a la convocatoria de algunas manifestaciones convocadas en solitario por IU. Todo ello acompañado de acusaciones de trabajar para el inglés, contra todo aquel que plantee otras posibilidades. Pasamos de la más absoluta de las soledades a las más altas cotas del sectarismo.
4.- Después del cerrojazo al proceso de Refundación, la calle sigue moviéndose. Junto al mencionado proyecto de Equo, se producen otros que vienen a ser un síntoma clarísimo de la incapacidad manifiesta de la actual izquierda instituida para canalizar tanto el descontento como la iniciativa popular. El último ha sido el del manifiesto “Por una ilusión compartida”. Pero antes, la “revolución democrática” del 15M nos puso a todos en nuestro sitio. Los partidos actuales no sirven, sobre todo los de izquierdas, porque el PP sigue representando a su electorado a la perfección. Que cientos de miles de personas no se sientan concernidos por las convocatorias de la izquierda tradicional, pero acudan entusiasmadas y rebosantes de iniciativa política a las realizadas por ellas mismas desde la horizontalidad de las redes sociales, debería hacernos pensar a todos y a todas. Pensar a fondo y con urgencia.
5.- Reaccionar ante estos fenómenos, distintos entre sí pero sintomáticos todos ellos, a través de la condena y la descalificación es un suicidio político. Afirmar que Equo, Paralelo 36, o la iniciativa conocida por el manifiesto “por una ilusión compartida” son inventos para cortar el avance electoral de IU supone un monumento a la cerrazón política sin precedentes(o casi). Parece como si la dirección del PCE a través de la de IU fuera la propietaria de la izquierda de este país.
Hace ya mucho tiempo de que el inmovilismo político no es patrimonio de la derecha. Pero ahora, la falta de sensibilidad con los nuevos fenómenos en la izquierda es incomprensible, si obviamos las componentes de índole personal o de clanes. No se trata de negar lo que haya hecho cada cual, ni los méritos o realizaciones colectivas. Tampoco de hacer tabla rasa de lo que hay organizado. Se trata de estar dispuestos a comprender el valor de lo nuevo, porque lo de antes genera más indiferencia o rechazo que adhesión. Los valores de la ecología política y de la izquierda son todavía más urgentes y necesarios que antes. Pero las organizaciones que las representan tienen que cambiar. Los resultados electorales en comunidades como la del País Valenciá o Les Illes, donde las escisiones han superado a la fuerza política de origen, demuestran que la privatización de la izquierda es un camino equivocado y seguramente imposible de recorrer.
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