Por Rafa Vicent
“Amor mio traigo para ti una vez mas, una historia de las que nos gustan a los dos, pero diferente porque no tiene final, para que el final se lo pongamos tu y yo y podamos aun soñar que el mundo puede, que el mundo puede: cambiar. Por las calles de la tierra van los parias caminando, no terminará la guerra mientras sigamos luchando y luchando seguiremos hasta que la guerra acabe con los parias en el reino de la puñetera calle, la puñetera, la calle.«
Este mes vamos a poder revivir el poder de la gente, no hay nada mas que me emocione: comprobar como la ciudadanía cuando quiere sabe ser dueña “de la puñetera calle” tal como concluye su presentación un coplero gaditano en la comparsa “Los Parias”.
Lástima que no sepamos adueñarmos todo el año, pero este mes, volveré a satisfacer mis emociones, volveré a formar parte de esta toma de poder, de cultura popular, sabiduría y tradición digna de una evolución emancipadora, digna de un pueblo que ha sabido mantenerlas aún en las condiciones mas difíciles y restrictivas.
¡El Carnaval renace una vez mas! Dicen que el Carnaval se permitía desde época medieval para que el pueblo se liberara de todas las cargas que debían soportar durante el año, carga moral, que se traducia en desenfreno o libertinaje como guste mas escuchar, carga laboral, en mi pueblo (Almodóvar del Río) ya en tiempos del Marques de la Ensenada la fiesta duraba dos semanas (ocupando un tercio del presupuesto anual de festejos del municipio), carga psicológica, te descargas de todos tus miedos o vergüenzas a través de la risa, o risoterapia según guste mas escuchar, y ¡ja! Miedos o vergüenzas digamos que actualmente pueden ser muchas cosas… miedo al despido, ¡si has conservado trabajo!, miedo al que dirán, a menudo muchos hombres estereotipados en el rol masculino sacan a relucir su lado mas “femenino”…., vergüenzas de que te vean borracho por medio de la calle, ¡vergüenza! ¡Vergüenza no estar borracho!
Lástima que no sepamos dar durabilidad a este sentimiento de libertad, lástima que no tengamos las ilusiones que hoy podemos observar en los magrebíes, o la tenacidad de los islandeses con su revolución silenciada.
Pero algo tengo claro, esta fiesta popular, permite esparcir semillas de libertad que antes o después germinan, con mas o menos brotes, pero permite mantener la llamada de las ilusiones encendidas para como dice el coplero en su despedida:
“Los que esta lucha batallen, que no la den por perdida, que hagan ruido en la calle, que hagan ruido en la vida, para que siga cantando, juntito juntos los dos, para que si hay un final, que lo pongamos tu y yo, tu y yo.”