Después de la eliminación del Impuesto del Patrimonio, la subida del IVA, los impuestos especiales, etc. solo quedaba anular el Impuesto de Sucesiones y Donaciones para tratar de dar la última vuelta de tuerca al ya disparatado sistema tributario español. No estoy diciendo que éste impuesto «estatal y cedido a las Comunidades» esté bien gestionado o que no pueda ser abusiva su reglamentación o articulación en ciertos casos, sino que la propia campaña contra el se está construyendo sobre un ideario anti impositivo como si fuese la propia progresividad del impuesto lo que esté mal.
En España, más del 60% de los ingresos del estado se recaudan indirectamente y sin distinguir la renta. Dentro del propio IRPF, cada vez más, el coeficiente de cargo mayoritario se hace a las rentas del trabajo, compensando los rendimientos mobiliarios a un tipo menor, creando módulos de imposición fijos, creando situaciones de excepcionalidad que compensan bases negativas anteriores por decrementos patrimoniales o invirtiendo en fondos de inversiones o seguros políticamente correctos a la vista del modelo que se quiere imponer.
España posee los niveles nominales más altos en casi todos los impuestos y aún así es de los que menos recauda por todos ellos. En el 2016, más del 92% del propio IRPF se centró exclusivamente en las rentas de trabajadores por cuenta ajena. Si además le sumamos que un tercio de los ingresos del estado son también cotizaciones de rentas del trabajo, se nos presenta un panorama impositivo desolador para la clase trabajadora que soporta sobre sus hombros, más del 90% de la carga tributaria.
Tambien se suelen usar datos confusos sobre la tributación indirecta española comparándola con el resto de Europa, incidiendo en que el estado español es de los que menos presión fiscal ponen en ellos, ya que no se menciona que dentro de esos datos no está lo que las distintas Comunidades recaudan (está cedido ) y no cuenta a efectos de contabilidad nacional como ingresos estatales, a pesar de que efectivamente, se están pagando y de qué forma, por nuestra parte. Aunque el relato más manido sobre la baja fiscalidad española sea sin duda alguna el que establece que con altos impuestos no se crean empresas ni empleos, como si en los paises europeos de nuestro entorno las empresas no pagaran más que aquí.
Mientras, los excedentes brutos de capital, la magnitud que mide los beneficios empresariales, los alquileres (rentas), las amortizaciones y los rendimientos del capital, etc. han recuperado los niveles de antes del 2008, es decir, ellos sí han salido de la crisis. Por el contrario, las rentas del trabajo, ésas que mantienen el nivel de ingresos del estado, se han quedado a 35.000 millones de euros del 2008, pero con el mismo número de personas trabajando lo cual indica que cobramos menos y pagamos igual. Esto ha sido en toda regla una devaluación salarial impuesta desde arriba, modificando las relaciones laborales de forma que cada vez se cobre menos por el mismo trabajo y cada vez se reciba menos por parte del estado por tener ese mismo trabajo. Ya sea mediante impuestos directos, cada vez más retorcidos, o mediante impuestos indirectos, cada vez más presentes, España ha aumentado sus ingresos públicos a costa de los mismos trabajadores que cobran cada vez menos. La percepción en la población es que cada vez las cosas están más caras y realmente lo que está ocurriendo es que cada vez tenemos menos renta disponible, ya que la inflación es nula o negativa incluso. La percepción de la población es que solo pagan impuestos los mismos y los demás (los extraños, los distintos) se aprovechan de éso, la percepción de la población es que lo que se paga se pierde en corrupción y mala gestión y todo eso está monitorizado para que sea cada vez mayor la percepción de la inutilidad de un gran sistema tributario progresivo como principal garante del estado del bienestar.
No es momento para hablar de la ingeniería financiera y contable, que hace que manteniendo tipos nominales en el impuesto de Sociedades equiparables a la media europea, en realidad seamos de los paises que menos recauda con este impuesto de toda la UE. Y todo eso a pesar del alcanzar los 10.200 puntos en el Ibex, a pesar de que las empresas grandes presentan beneficios impresionantes, a pesar de las inyecciones billonarias de dinero público que éstas mismas cotizadas han recibido antes, durante y después de la crisis, es decir las siguen recibiendo, mediante un entramado gigantesco de corrupción que ha dilapidado todo el excedente fiscal que hubo desde 2003 a 2008, nada menos que un lustro de lo que era la octava economía del mundo.
Hacienda digamos que recauda solo aquello que le es fácil recaudar, no le demos más vueltas. Aquellos nidos de evasión fiscal mayores, los provenientes de las grandes empresas cotizadas y por tanto sujetas a auditorías, controles de la CNMV, Banco de España etc… Y reconocidos como tales por los propios inspectores fiscales encargados de perseguirlo, son los culpables de la baja recaudación de la Hacienda española y no el chocolate del loro que supone la evasión de particulares. Mucho se habla del impacto que tendría fiscalizar la economía sumergida pero poco se dice que las amnistías fiscales y los paraísos fiscales son también economía sumergida y que las propias compensaciones de bases imponibles negativas durante los años de crisis que se están enjuagando ahora con cargo a beneficios siguen lastrando y de quė forma, la capacidad financiera del Estado con la anuencia de este, recurriendo por ejemplo a la definicion de la CNMV de lo que es una Sicav o no, en contra de la propia definición que hizo en su momento el Ministerio de Hacienda.
Este tipo de sistema impositivo era más característico de la Europa de principios del s.XX que de la de finales del mismo siglo. ¿ qué ha pasado para que se revierta la funcionalidad redistributiva del Estado como principal argumento en la creación y mantenimiento del Estado del Bienestar ?
Bajo mi punto de vista la explicación la tiene el cambio en el modelo productivo/político que se nos ha estado imponiendo desde finales de último siglo de un modelo Industrial/Capitalista hacia un modelo Financiero/Neoliberal por el que las élites dominantes han pasado de ser los productores tradicionales de valor añadido a verse sobrepasados por otras élites financieras no productivas cuyo único interés es la mera acumulación de una riqueza cada vez más inmaterial y menos humana.
Volviendo al sistema tributario digamos que no es que no haya mecanismos para pasar de una regresividad a una progresividad ( tal y como recoge nuestra Constitución ) sino que más bien, no hay voluntad política para hacerlo ya que el tsunami del relato de la deuda y el déficit público ayuda a que con este sistema impositivo, sea cada vez más difícil de sostener aquello que es el principal objetivo del neoliberalismo, esto es, el Estado del Bienestar alcanzado por el ser humano una sola vez en la historia. Un pecado demasiado grande para que pueda permitir el stablishment su continuidad en el tiempo. De ser sociedades productivas, uniformes, sin grandes desequilibrios internos se quiere pasar a ser sociedades improductivas, dispersas y con los suficientes desequilibrios internos como para que la unión entre iguales sea una quimera, buscando solo la solución personal frente a la respuesta colectiva que pudiera hacerles frente.
Vicente Algarín.