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La ruptura del consenso fundamental: 1. (1 de 2) El nuevo papel del ecologismo político.

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La era del capitalismo ha estado dominada por un consenso fundamental: la bondad del crecimiento económico. Incluso en el gran conflicto entre los defensores del capitalismo y la oposición socialista y comunista, había un denominador común que no se cuestionaba. Antes al contrario, se trataba de ver que modelo era más eficaz para alcanzar “el reino de la abundancia”. Resultó que el capitalismo disponía de mejores mecanismos para este fin, tanto económicos como políticos, y derrotó al comunismo no el día que cayó el muro de Berlín sino cuando tuvieron que construirlo para que la gente no se fuera a donde había mas libertad y mas mercancías.

 

El pacto que ha constituido la arquitectura fundamental de nuestro mundo, el pacto entre los liberales y los socialdemócratas después de la II guerra mundial, se construyó apoyándose precisamente sobre ese consenso fundamental: el crecimiento como desideratum. Simplificando, los liberales se ocupaban de la producción y los socialdemócratas de la distribución, lo que provocaba un vector equilibrado. Toda la escolástica económica actual descansa sobre ese dogma. Además nuestro modelo de democracia está ligado a la propia eficacia de este sistema sustentado en la teleología del crecimiento.

 

El ecologismo ha ido introduciendo el virus de la duda sobre ese consenso fundamental. Primero de forma intuitiva y luego acercando el conocimiento de las ciencias de la naturaleza a la propia (proto)ciencia económica. Desde  la biología a la física. Aunque hay antecedentes decisivos, la obra de Georgescu – Roegen pone las bases definitivas para insertar la actividad económica como un subsistema de la biosfera y por tanto dentro del campo de acción de las leyes que rigen su funcionamiento, destacando la lectura económica de los principios de la termodinámica (ver “La ley de la entropía y el proceso económico”. Madrid, fundación argentaria – Visor. 1996).

 

Así el ecologismo ha funcionado de manera parecida a cómo el empirismo fue socavando a la escolástica al cuestionar no la existencia de Dios sino al método epistemológico que lo demostraba, y poniendo las bases para la construcción de la ciencia como experimentación, formulación de leyes, predicción y constrastación,      

 

Durante este periodo de cuestionamiento intuitivo y parcial del sistema, el movimiento ecologista se ha caracterizado entre otras cosas por a) su especialización en la defensa de los ecosistemas rurales b) su caracterización como movimiento social de resistencia c) expresión política dentro de la izquierda sociológica, donde ocupaba una funcionalidad acotada d) su implantación en formaciones sociales muy industrializadas y con una tradición de luchas reivindicativas. Por lo tanto era un componente renovador pero no hegemónico dentro de la izquierda mundial.

 

Sin embargo, esta crisis ha supuesto, entre otras cosas, un cambio radical porque desde el punto de vista cognitivo se ha roto el consenso fundamental. Una parte cada vez más importante del mundo científico no comparte la bondad incondicionada del crecimiento, es mas, la evidencia de su insostenibilidad es ahora tan nítida como lo fue en el siglo XVI la insuficiencia de la escolástica. La economía ortodoxa sigue siendo mayoritaria en las facultades de economía y entre los asesores de los policy makers pero está a la defensiva, carece de capacidad de predicción y se encuentra sumida en la desorientación.

 

Pero hay dos problemas. En primer lugar que esta revolución copernicana hay que traducirla desde el campo cognitivo al campo político y en segundo lugar que esta vez no hay margen de maniobra. El consenso fundamental se ha roto cuando la evidencia de las consecuencias del deterioro de nuestra biosfera es patente para la gente de a pie. Y esta vez no se trata de tiempos políticos al uso, sino de tiempos “físicos”.

 

El ecologismo político es esta etapa tiene pues que transformarse y asumir la responsabilidad que le corresponde como portador del paradigma que ha roto el consenso fundamental, cuyas consecuencias científicas y políticas son imprevisibles. Frente a

a)     su especialización anterior tiene que asumir su nuevo papel holístico, integral e integrador.

b)    su tradición de oposición tiene que convertirse en una alternativa positivamente constructiva.

c)     Su posición lateral dentro de la izquierda sociológica, tiene que ocupar una posición central y no sustituiva de ésta.

d)    Su implantación en formaciones sociales muy industrializadas tiene que pasar a ser un movimiento mundial, asumiendo las contradicciones que se dan entre el mundo pobre y el mundo rico.

 

Este proceso está en marcha. Desde el éxito de las candidaturas verdes en Sudamérica (Colombia, Brasil) hasta la experiencia plural e integradora de “Europa Ecología”, lo avalan.

2 Comentarios

  1. El crecimiento es , como muy bien se explica en este artículo, el nudo gordiano del consenso moderno . Pero este consenso no es sólo fundamental (productor de legitimación cognitiva) sino también fundacional (productor de legitimación histórica) . La ruptura de este consenso por parte de la ecología política es también la ruptura con este doble plano: el cognitivo (paradigma ecológico) e histórico (aparición de la biopolítica) . La ecología política requiere de una articulación tensa entre el cambio paradigmático (ideas) y el cambio histórico acción). Esta dialéctica es precisamente la misma que hace tiempo ha sido abandonada por una izquierda que se ha convertido en un “okupa ideológico” del paradigma liberal. La agenda que esta artículo establece de forma magistral, es la consecuencia inevitable de esta doble ruptura que aspira a la construcción de un nuevo consenso ecológico y biopolítico.

  2. Estupendo y resumido articulo.

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