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La venganza del campo

incendioManuel Pimentel

No sabemos cuándo llegará, pero más pronto que tarde se presentará entre nosotros con sus fauces abiertas sedientas de venganza. Durante décadas los hemos despreciado, humillado, pisoteado. Al campo, a la agricultura, a la ganadería y al conjunto de sus gentes. Sector primario, lo definíamos, como sinónimo malicioso de elementales, primitivos, básicos. La sociedad posmoderna ignoraba a los productores agrarios, a los que benignamente sólo toleraba como cuidadores de un medio ambiente en el que solazarse. El campo ha desaparecido del debate público. Oímos a los políticos y a los gurús desgañitarse en el debate de la economía del futuro. ¿Alguien los ha oído alguna vez nombrar la agricultura? No. El campo ya no existe para las mentes pensantes. Todas dan por hecho que los productos agrarios sanos y baratos seguirán inundando los mercados. Se equivocan. Más pronto que tarde, el campo se vengará en forma de escasez de alimentos, que subirán de precio de forma brusca e inesperada. Que nadie se queje entonces. Entre todos estamos incubando ese monstruo a base de desprecios y desdén.

Le llaman cadena de valor. El precio final que paga el consumidor debe retribuir a la cadena de supermercados, al fabricante, al transportista, al almacenista y finalmente al agricultor. ¿Adivina quién es el que menos percibe de esta cadena? Pues ha adivinado bien: es el que está al final, el proveedor de la materia prima, el más débil a la hora de negociar. Le dan tan poco que no puede ni cubrir gastos. Pongamos un ejemplo. Una camisa de algodón que cuesta 100 apenas si tendrá unos céntimos de hilo de algodón. Todo se queda en la marca, el diseño, los transportes, el comercio, el valor añadido de la cadena, etc. El costo de la materia prima agraria o ganadera es irrelevante. Tanto la política como la empresa exprimen sin piedad al agricultor, que contempla impotente la progresiva ruina de sus economías y familias. La sociedad canta ahora, por ejemplo, a las marcas blancas, sinónimo de una vuelta de tuerca más sobre el pescuezo de los agricultores.

Mientras esto ocurre, la expansión de las zonas urbanas e industriales -ubicadas normalmente sobre las tierras más fértiles- continúa devorando implacablemente la superficie agrícola, y la proliferación de infraestructuras, sigue arañando miles y miles de hectáreas cada año de tierras de cultivo. El factor tierra también se reduce por el crecimiento de instalaciones de energías renovables. Los paneles y los molinos también restan hectáreas de cultivo y pastos. Se nos podría contraargumentar que aún existen tierras abandonadas o vírgenes, pero la verdad es que son más escasas de lo que podemos pensar. Casi toda la superficie que se puede cultivar ya se cultiva, y el resto, o es infértil o se encuentra protegida. No podemos basar nuestro desarrollo en la deforestación masiva de los escasos bosques y zonas salvajes que nos restan. Lentamente, cada vez tenemos menos tierra para labrar.

El segundo factor básico es el agua, y aquí el futuro es aún más sombrío. Sin adentrarnos en las teorías del cambio climático, y aún contemplando el mantenimiento del clima tal y como lo conocemos, la cantidad de agua destinada a la agricultura disminuye año a año. Las modernizaciones de los regadíos podría ser una causa positiva, pero la principal es la rivalidad de usos. El ingente consumo urbano, turístico e industrial del agua -todos ellos antepuestos al agrícola- hace que cada año los agricultores dispongan de menos agua para sus cultivos. La escasa rentabilidad de sus producciones también limita al máximo su consumo.

Es en el tercer factor, las técnicas de cultivo y la investigación en las variables de producción donde aún podemos cifrar nuestras esperanzas. Todavía queda camino por recorrer para incrementar la productividad por hectárea. Pero los actuales precios basura impiden financiar la innovación. Tan sólo si el campo vuelve a la rentabilidad, la investigación podrá azuzarse.

Todos los alimentos -y digo bien: todos- provienen del sector primario. Ni toda la química ni electrónica del momento han logrado producir ni un solo gramo para comer. Hemos olvidado algo tan elemental como el que tenemos que comer todos los días. No debemos permitir que el campo siga muriendo. Los precios deben reajustarse, y en los planes económicos, el sector primario debe tener un peso propio. Algunos países, como China, están comprando masivamente tierras en terceros países. Quieren inmunizarse ante la venganza del campo. ¿Qué hacemos nosotros? Pues nada. Así nos irá.

6 Comentarios

  1. ¿Y del pastor y la ganadería quién habla? ¿Sabemos realmente la basura que comemos en forma de salchichas, hamburguesas y transgénicos…?

    Aunque por estos lares, ya se sabe, cuando lleguen las pandemias o las enfermedades desconocidas por la ciencia, será porque nos lo merecíamos por «pecadores», un «castigo divino» o que nos habían echado el mal de ojo.

    Así nos luce y lucirá el pelo: blindando despachitos, dietas, privilegios y liquidando a los últimos pastores y su cultura tantas veces milenaria.

  2. «El hombre de la ciudad al del campo lo desprecia…» canta El Cabrero de forma soberbia. Pimentel acierta en el diagnóstico y da igual (como el dicho de Agamenón y su porquero)que haya sido, sea o será. Falta que hable de los desertores del arado, que también los hay en el campo.

  3. algunas «perlas» del señor Pimentel, a quien esta página andalucista y de izquierdas dedica espacio y publicidad:

    (declaraciones contra el sindicalismo y contra las organizaciones democráticas):

    «El problema es que Zapatero se ha inclinado claramente por una de las partes, que son los sindicatos. Veo razonable que los empresarios se hayan retirado del diálogo social. Si el presidente es más sindicalista que los sindicatos, ¿qué haces?»

    «Todo pasa por la política. El político lo controla todo. La única solución es contrapesar el sistema, que instituciones no designadas por los partidos pudieran tener más juego y habría más gente que hablaría.»

    fuente: http://www.larazon.es/noticia/manuel-pimentel-en-andalucia-tenemos-un-paro-africano-y-lo-vemos-normal

    (declaraciones ensalzando el pacifismo de Blas Infante; no olvidad que fue ministros con Aznar y que votó y apoyó la invasión de Irak por tropas españolas, incluidos numerosos soldados andaluces)

    «Blas Infante fue profundamente antibelicista. Sus sabias palabras aún resuenan entre nosotros: “Una sociedad – afirmaba – puede estar en contra de otra sociedad, pero una cultura no puede estar frente a otra sin dejar de ser cultura”. Ensalzaba nuestra tradición pacifista al escribir: “Este es el sino de Andalucía, siempre enfrente de los pueblos guerreros. Lucano lo dijo bellamente: ”. Tito Livio afirmó que: “De todos los hispanos, son los turdetanos los menos aptos para la guerra”.»

    fuente: http://www.webislam.com/?idt=13606

    COMO P36 SIGA DANDO PUBLICIDAD A SUJETOS COMO ÉSTE Y OTROS SIMILARES DEJARÉ DE VISITAR ESTA WEB

  4. Siempre hay alguno que solo le gusta ver las partes negativas de las cosas, algunas de ellas de dudosa verosimilitud. Yo creía que Pimentel fué el ministro que pactó una ley de extranjería con todos los agentes políticos y sociales de todo el arco parlamentario. Fué su propio partido, el PP, el que se la echó abajo y tuvo la dignidad y el mérito de dimitir. Muy pocas personas han practicado esa coherencia. Creo, por otro lado, que Pimentel no es una persona que haya utilizado la política y la empresa para enriqueserce. Probremas en las pequeñas empresas hay en todas y junto a elementos negativos de falta de pagos ha habido muchas publicaciones realizadas por una editorial andaluza que, posiblemente, sin ella nunca hubiesen visto la luz,
    Creo que en política es muy importante la política de alianzas. Asì lo ha defendido tradicionalmente el PC, desde el Frente Popular hasta el pacto por la libertad. Personas como Manuel Pimentel son imprescindibles si ellas quisieran. Ahora al regimen democrático del PSOE le puede suceder el PP. ¿No sería más lógico formar una tercera VIA desde Pimentel a Anguita que fuese una alternativa a lo establecido y a lo que puede venir en esta gravisima situación de crisis en la que el neoliberalismo viene a por el estado de bienestar europeo? Creo que hay que unir a mucha gente para dar esa batalla.
    En cualquier, Jacinto, caso me gustaría que opinases sobre el artículo de Pimentel, sobre lo que se dice en él.

  5. rara rodríguez

    En P36 no pedimos limpieza de sangre ni ordodoxia nacionalista, ecologista ni de izquierda (En nuestro imaginario colectivo vive aun el recuerdo de lo que significó la inquisición). Nos une el respeto y el interés por las ideas a las que consideramos por si misma no en función de los prejucios de su procedencia.

    El artículo de Pimentel me parece lúcido y oportuno. Las relaciones entre el campo y la ciudad, en todos sus aspectos (territoriales, económicos, culturales) constituyen una de esas estructuras subyacentes que están fuera de la agenda política (como él bien afirma)y la que es necesario enfrentarse para cambiarla radicalmente (Pepe Nuñez hablaha que la sola denominación de la clasificación del suelo – no urbano, urbanizable y urbano – ya indicaba la posición ideológica que el sistema le asigna como destino). Solo le pediría al autor del post que avanzara un poquito mas en las causas.

  6. Jacinto Gutiérrez

    Estamos hablando del Pimentel del Partido Popular… el que abusa de los autores, ilustradores, diseñadores, impresores… con su editorial? Pero ¿no era este un punto de encuentro referente de la izquierda? ¿no era esto la izquierda 2.0? No entiendo nada…

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