EditorialP36.12/11/2010.
Las declaraciones del ex presidente del gobierno Felipe González al diario El País sobre el terrorismo de Estado son un golpe bajo, muy bajo, a la economía moral de la izquierda y de la democracia en el Estado español. González ha ido demasiado lejos esta vez en su intento de autolegitimación como líder autoritario frente al terrorismo de ETA. Haber apoyado y permitido, si no organizado, las acciones criminales de los GAL (Vera dixit) es un gravísimo error tanto político como ético. Pero pretender albergar dudas sobre la legitimada moral de la práctica del terrorismo de Estado es convertir el error en categoría y modelo, algo mucho más grave aún.
La práctica del terrorismo de Estado en la lucha contra el ETA ha sido un enorme error político que ha dado unos inestimables réditos de legitimación a ETA.. Cuando en los años noventa el senado español constituyo la primera, única y non nata comisión de investigación sobre los GAL, se encontró con la total oposición y falta de colaboración de los entonces senadores de HB que hicieron todo lo posible para que tal comisión no se constituyera. ETA no estaba dispuesta a que una comisión de investigación parlamentaria desinflara el balón de oxigeno que los GAL suponían para la lucha armada. “Euskadi y España estamos en guerra, todo vale, miren como ellos también usan la violencia y violan, desde el mismo Estado, sus propias leyes” este era, más o menos, el mantra que los GAL alimentaban en el entorno social del mundo abertzale. Políticamente el GAL fue una gran torpeza que solo puede ser entendida como un giño autoritario hacia el partido militar (cuyo secretario general era y es el Borbón) que exigía sacrificios de sangre para mantener su malestar dentro del estricto y aguardentoso ambiente de los “cuartos de banderas”.
El terrorismo de Estado practicado por un gobierno democrático y de izquierda y reivindicado, bajo la fórmula patología de una “duda moral persistente”, por González es un virus ideológico muy nocivo que va minando las defensas garantistas del Estado de Derecho frente a la barbarie del uso de la violencia como principal instrumento político (que en eso consiste el terrorismo). Argumentar, como hace González, que se podían haber salvado muchas vidas acabando violentamente con las vida de los terroristas y de camino, como así ocurrió en las acciones de los GAL, con la vida de los que tuvieran la mala suerte de pasar por allí; es un argumento falso y demagógico. Es lo mismo que ha dicho Bush para justificar la práctica sistemática de la tortura. El mismo argumento del “mal menor” que han usado, incluido los terroristas, cuantos canallas asesinos los practicaron.
Todos los que han estudiado el fenómeno terrorista nacionalista o religioso, y a ETA en concreto, saben que la muerte violenta de la cúpula de ETA no hubiese salvado ninguna vida. ETA hubiese reconstruido su dirección con mayor saña y legitimación para volver a golpear al Estado y a la ciudadanía .Pero no sólo en este caso es falso el argumento. Lo es también en general porque la ruptura del Estado de Derecho que supone actuar de esa manera, nos convierte a todos y todas en víctimas inocentes de las futuras tropelías del poder político. Millones de inocentes pueden ser víctimas de un poder que estaría legitimado para arbitraria y discrecionalmente suspender el Estado de Derecho cuando lo considere conveniente o necesario. Es la vieja teoría de la “autonomía del acto político” del soberano que defendieron desde Lenin a los nazis. Y que los juristas afines a González en los años noventa proclamaron (Elías Díaz, Peces-Barba, Pérez Royo) a raíz del caso de los “ papeles secretos del CESID” El jurista nazi K.Scmitt definía la soberanía como la capacidad de decidir “ el estado de excepción”, o sea; la suspensión del “Estado de Derecho”. Y es sobre esto; sobre la legitimidad de la suspensión, falsamente utilitarista, del Estado de Derecho sobre lo que dice González dice que tiene dudas morales. Asunto grave, asunto feo.
Contra este concepto de soberanía se han alzado desde Kelsen hasta Ferrajoli , y un larga tradición de la izquierda republicana que entiende y ve en el garantismo del Estado de Derecho un logro histórico e irrenunciable de la humanidad. González al expresar esas dudas morales persistentes, o bien miente y usa este recurso para fines políticos propios; o bien demuestran tener una «sensibilidad democrática» más cercana al Tea Party que a la socialdemocracia europea. En todo caso, mienta o no, al hacer circular este tipo de argumentos, el expresidente le prepara el camino a una derecha extrema que lleva ya tiempo con “ los viejos cuchillos tiritando bajo el polvo”.
No solo F. Gonzalez, elegido democraticamente como otros: Churchil, Truman, Clinton, Miterrand, y algunos más, han pretendido justificar con los argumentos de que su fin era salvar vidas humanas, victimas del terrorismo o de la guerra, actuando sin tapujos contra la población civil -bombardeos de las ciudades alemanas y japonesas- castigandolas por sus gobiernos. O el más reciente eufemismo de daños colaterales, provocando miles de muertos civiles en Irak o Afganistan. O el bombardeo de Belgrado ordenado por Clinton. Es un largo etcétera histórico el que se haya detras del falso dilema moral, de la duda ética sobre si esta justificado anticiparse al enemigo, sean ejercitos o terroristas, provocando victimas civiles para desmoralizar al enemigo o actuando «preventivamente» contra los terroristas, en ocasiones cazandolos a tiros como ocurrio en Gibraltar con militantes del IRA en tiempos de la dama de hierro, la Sra. Tatcher. O dudando como en el caso del F. Gonzalez en volar la casa donde se iba a celebrar la runión de la cupula de ETA, según sus propias declaraciones en la entrevista del País el domingo pasado y que motiva el editorial de Paralelo 36.
Es terrible que sea algo tan recurrente, que les asalten dudas a los políticos que estan o deberian estar, sujetos al imperio de la ley, al servicio de un estado democratico que por tanto deberia han de ser los primeros garantes del cumplimiento de la misma y los primeros tambien en mantener una actitud humanista y humanitaria respecto a los resultados des sus decisiones cuando con ellas pueden acarrear la muerte de miles de civiles o provocar con la «excepción», cuando tratan de atrapar o detener terroristas, no importandoles si con esoso metodos «excepcionales» estan violando el Derecho y la Justicia del Estado que se dice democratico. No hay dudas legitimas, hay actos o decisiones legitimas acordes con el estado de Derecho garante de la Ley o hay simplemente delicuencia, terrorismo de Estado y desprecio por la vida y los derechos de quienes, a pesar de todo, estan o deben estar, bajo el imperio de la Ley y no de la «excepción».
Por cierto, aunque sea objeto de otro debate, ¿por qué se abre ese «paréntesis» en el comentario editorial que dice:»desde Lenin a Hitler»?. Dejando aparte de que son muchos más los que han actuado justificando posiciones póliticas criminales y la lista puede ser larguisima tanto desde los que han gobernado con democracias hasta quienes lo han hecho en dictaduras (muchos más, claro, los dictadores) y no solo en los principios o mediados del siglo pasado, si no antes y despues -la historia de la infamia humana es larga-, dejar caer esa afirmación y tratar de unir a Lenin con Hitler (en todo caso hubiera sido más procedente hablar de Estalin que si fue contemporaneo de Hitler y verdugo de los compañeros de Lenin: Zinoviev, Kamenv, Bujarin, Trostki; . . . .) es hacer el juego a aquellos que llevan años tratando de demostrar que Comunismo y Fascismo son las dos caras de una misma moneda. E, insisto, es otro debate, pero no comparto esa unión, ese querer unir de la mano una posición ideólogica por la Igualdad, como la Comunista, con otra que era radicalmente la defensa de la Desigualdad más absoluta,racial,fisica, cultural, y de clases, sin solución ni en el espacio ni en el tiempo: el imperio de los fuertes sobre los debiles, como la Fascista.
¿O tendra razón F. Gonzalez cuando declara en la entrevista del País que «los comunistas eran admirables por su sacrificio, pero lo que habia detras (dictadura versus dictadura) no me llamaban la atención. ¿Sera que los comunistas no son buenos más que para luchar en la clandestinidad contra las dictaduras jugandose la vida misma si es necesario?.
Por lo demas el editorial esta muy bien.