1. El contexto
Muchas son los aspectos que se pueden resaltar de las elecciones generales del 20D de 2015. Desde mi perspectiva el más importante es el uso eficiente que la ciudadanía está haciendo de la democracia frente a los estragos de la crisis: en vez de enrocarse en la misma opción, ha ido ensayando diversas soluciones cambiando la orientación del voto para explorar distintas vías, con mucha precaución. Primero optó por encomendarle al PSOE la gestión de la crisis. Ante el fracaso de Rodríguez Zapatero (ejemplificado en el giro que dio de 180 grados al modificar con el PP el artículo 135 de la CE plegándose al dictado de los mercados financieros), se produjo una doble respuesta: por un lado mucha gente, sobre todo joven, se movilizó en torno al movimiento 15M pero, por otra, el electorado le dio la mayoría absoluta a la otra opción del bipartidismo, al PP. Ante el fracaso también de éste, que ha presentado un desproporcionado balance de sufrimiento social, limitación de derechos, corrupción y problemas sin resolver (como el conflicto con Cataluña) frente a escasas mejoras en la coyuntura económica (que en parte han sido provocadas por factores exógenos como la bajada del Euro y del petróleo y la mayor liquidez que ha proporcionado el Banco Central Europeo), el electorado ha optado por doblar la esquina y, a pesar de la orientación bipartidista del sistema electoral, darle entrada con capacidad decisiva a dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, con lo que se ha generado un escenario mucho más representativo que el encorsetamiento bipartidista pero con dificultades para alcanzar acuerdos de gobierno.
Esta gestión democrática del entorno hostil que ha destapado la crisis ha permitido pasar del rechazo a la pasión por la política, de la indignación a una nueva valoración de las instituciones democráticas. Hay un momento clave por el que fue posible esta cambio de dirección: las elecciones europeas con la irrupción de Podemos, la posterior abdicación del rey Juan Carlos y la dimisión de Rubalcaba, marcaron un nuevo tiempo simbólico: el sistema, a pesar de estar muy blindado a favor de los dos partidos que no habían sido capaces de gestionar la crisis de acuerdo con los requerimientos mínimos del electorado, permitió el surgimiento de un nuevo partido con aspiración a gobernar en el Estado (Podemos); la corona reconocía su responsabilidad en el deterioro del clima social accediendo a la sucesión y el líder del partido que ha sido la viga maestra de todo el sistema político, dimitía por los malos resultados electorales.
2. El 20D
El resultado electoral del 20D supone, ante todo, una severa corrección del bipartidismo, con la pérdida de 3.700.000 votos del PP (28,71%) y de 1.500.000 para el PSOE (22,02%) – que baja de los 100 diputados en el peor resultado en las 12 elecciones generales celebradas desde la aprobación de la Constitución; el triunfo indiscutible de Podemos y sus aliados (20,65%) que obstinen más de 5 millones de votos y en menor medida de Ciudadanos con 3.5 millones (13,93%).
El trasvase de votos del PP a Ciudadanos ha escindido a la derecha pero a pesar de la hemorragia de votos y la pérdida de escaños (63), el PP ha ganado las elecciones y ha demostrado que tiene un electorado ideológicamente muy fiel a su marco conservador (catolicismo tradicional; monarquía; liberalismo económico), mientras que Ciudadanos ha mostrado de nuevo las dificultades de viabilidad que tienen los partidos liberales en los estados de la Europa mediterránea en el que la derecha está muy vinculada a los valores tradicionales, enredándose con mensajes machistas y antiabortistas
El PSOE ha perdido la hegemonía en la izquierda que ya comparte con Podemos (y sus aliados) del que le separa apenas un 1,5% de votos. Posiblemente el papel más complicado lo tenga ahora Pedro Sánchez que tendrá que optar entre tres alternativas a cual peor para él: pacto con el PP; pacto con la izquierda y los nacionalistas, incluidos los independentistas catalanes, o demostrar su incapacidad para gestionar sus resultados y no impedir nuevas elecciones. Resolver esta tesitura le puede incluso costar su liderazgo.
El ascenso de Podemos (que se nutre de votos del PSOE, de IU y de bases de los nacionalismos subestatales progresistas) lo ha cambiado todo porque ahora es él quien está mejor posicionado para articular los distintos subsistemas políticos por sus resultados en Cataluña (1ª fuerza); País Vasco (1ª); Navarra (2ª) y Galicia (2ª), que son los territorios que presentan subsistemas políticos más diferenciados, además de ser la segunda fuerza política en Madrid, Valencia y Baleares. Precisamente para haber obtenido esta posición ha sido vital las coaliciones municipales, que han proporcionado seguridad al electorado sobre la capacidad para llevar a cabo una gestión diferente y, ahora, la alianza sobre todo con las fuerzas nacionalistas de izquierda que han proporcionado la sinergia entre las expresiones políticas endógenas del territorio y el horizonte de cambio en el estado, abriendo además nuevas perspectivas para los nacionalismos progresistas subestatales.
Por último, reseñar la crisis política de IU y de UPD que perdieron su posición de alternativa al bipartidismo y a los que el electorado ha visto como complemento del ese sistema. IU no consiguió renovarse en las decisivas elecciones europeas que marcaron el cambio de tendencia, fueron obligados a tomar la dirección contraria en Andalucía saliendo del gobierno, carecieron de coherencia en los procesos de coaliciones municipales y han terminado con un confuso proceso de transformación hacia UP, lo que evidencia un problema estructural en torno a la viabilidad política del PCE como partido hegemónico dentro de IU y su relación interna y externa con la democracia. UPD, tal vez por el perfil autoritario de Rosa Díez, no fue capaz de sumarse al proyecto Ciudadanos y ha desaparecido materialmente como partido político.
3. La estructura política dual de los territorios del Estado
La transformación del sistema político está efectuándose a dos velocidades, si tenemos en cuenta estos indicadores: a) que los resultados estén por debajo o por encima de la media que ha sacado la suma de PP y PSOE (50,73 puntos porcentuales), b) que Podemos haya quedado como la primera o la segunda fuerza política (ambos indicadores coinciden bastante en la práctica).
De esta forma tenemos un mapa escindido en dos partes. Por una los territorios que ya no son bipartidistas: El País Vasco (Podemos 1ª fuerza y la suma PP + PSOE tan solo 24,87 puntos); Cataluña (En Comú Podem 1ª fuerza y 26,82); Navarra (Podemos 2ª y 44,45); Baleares (Podemos 2ª y 47,38); Valencia (Compromís – Podemos 2ª fuerza y 51,14); Madrid (Podemos 2ª fuerza y 51,34); Galicia (En Marea Podemos 2ª fuerza y 58,53) y Canarias (50,53).
Por otro los territorios en los que se mantiene el bipartidismo: Extremadura (70,83); Castilla la Mancha (66,55); La Rioja (62,06); Castilla León (61,63); Murcia (60,76); Andalucía (60,63); Cantabria (59,36); Aragón (54,4) y Asturias (53,42).
Los territorios en los que más la suma PP + PSOE ha bajado más de 20 puntos con respecto a las elecciones de 2011 son: Baleares (31,01); Valencia (28,93); Madrid (25,68); Aragón (24,82); Murcia (24,45); Castilla león (22,93); La Rioja (23,73); Andalucía (22,54); Canarias (22,29); Galicia (21,91) y Cataluña (20,02).
Es importante destacar el peso que tiene Andalucía entre los territorios que aún mantienen una estructura política bipartidista ya que aporta 61 diputados, seguido de Castilla León con 32, y Castilla la Mancha con 21. Todos los demás aportan menos 15 diputados.
Entre las causas que han propiciado el cambio en los territorios no bipartidistas están: a) tener una conciencia identitaria importante con fuerzas nacionalistas propias, b) áreas metropolitanas muy urbanas y con una alta proporcionalidad en el sistema electoral (por ejemplo la circunscripción de Madrid elige a 36 diputados lo que hace que allí el sistema sea prácticamente proporcional) y c) tener gobiernos municipales de coaliciones del cambio.
4. Las brechas (gaps) en la opinión pública y sus conexiones
El gaps fundamental en la opinión pública es el eje izquierda – derecha, y así se han interpretado los resultados, con un bloque de izquierda compuesto por PSOE, Podemos y sus aliados, UP-IU, y los partidos nacionalistas de izquierda, y otro por el PP, Ciudadanos y los partidos nacionalistas de derecha, lo que arroja bastante equilibrio aunque el bloque de izquierda supera al derecha en torno a los 2 puntos porcentuales.
El segundo gaps está estructurado sobre la concepción territorial del estado: nacionalistas españoles unitaristas frente los que defienden un concepto plurinacional del estado. Este gaps es muy específico de nuestra realidad política y en nuestro imaginario está conectado con el grado de democratización y autonomía del estado por el que se opta y, por lo tanto, también con el eje derecha – izquierda, de tal modo que asociamos plurinacionalidad con democracia e izquierda. La derecha es nítidamente unitarista, sobre todo la nueva derecha que representa Ciudadano lo que le impide credibilidad cuando se quiere situar en el centro; el PSOE es un partido cuyos dirigentes son unitaristas aunque defienden nominalmente un federalismo sin atributos, por lo que en esta cuestión sufren grandes tensiones y producen un relato confuso; Podemos, tras algunos titubeos, ha entendido que la clave de un nuevo consenso territorial está en torno al federalismo plurinacional incluido el derecho a decidir: aquí se rompe amarras con el bipartidismo, se ancla la alianza con los movimientos nacionalistas, se construye una solución para Cataluña (Ada Colau ha tenido mucho peso en esta decisión) y da un impulso determinante para la autonomía y democratización del estado, aunque este cambio solo será posible si Andalucía se suma al nuevo consenso.
Hay un tercer eje que ha tenido un papel importante en estas elecciones: lo nuevo y lo viejo, los partidos emergentes y los viejos partidos asociados al bipartidismo. Ha desempeñado una función pedagógica y comunicativa para el cambio pero tiene un papel muy coyuntural ya que tal vez la mayor distancia política sea la que separa a Podemos de Ciudadanos, como ya se está evidenciando.
Por último hay otros gaps que tienen una extraordinaria importancia desde el punto de vista del proyecto de cambio pero que no han logrado tener autonomía propia en el imaginario colectivo como ejes de ruptura en el comportamiento electoral: me refiero al eje ecologismo / desarrollismo y feminismo/machismo, que aparecen vinculados al eje derecha – izquierda. En estas elecciones la elección de tres diputados/as de Equo en la lista de Podemos va a acentuar la conexión entre la ecología y la nueva izquierda que representa Podemos así como con la conexión con el feminismo ya que ésta es la formación política que cuenta con el mayor porcentaje de diputadas. Por el contrario, el perfil desarrollista de Ciudadanos y los deslices machistas en su campaña lo escoran muy a la derecha.
5. Una legislatura de transición
El impulso democrático y de cambio que está protagonizando la ciudadanía, si queremos que no se frustre (lo que produciría unas consecuencias difícil de imaginar), tiene que culminar en una reforma en profundidad de las bases estructurales que regulan nuestra convivencia política, es decir, de la Constitución, aunque en esta legislatura va a ser casi imposible tanto por la correlación de fuerza parlamentarias y sobre todo porque el PP tiene mayoría absoluta en el Senado.
Sin embargo se pueden dar pasos importantes: un acercamiento de la opinión pública en los territorios aún bipartidistas hacia una expresión más plural de la representación política; cambios importantes en la legislación laboral y social; la reforma de la ley electoral e incluso una tímida reforma constitucional en la línea de la non nata reforma que llevaba Rodríguez Zapatero en su programa electoral y, por vez primera, una oposición liderada por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, lo que implicaría una nueva composición en el bloque de la izquierda, por un lado mitigando el predominio tradicional del PSOE y, por otro, superando las disrupciones que han implicado la identificación de la izquierda del PSOE con una izquierda que no había asumido por completo la democracia como fin y como medio. Para avanzar será imprescindible que la movilización social volviera a tener un mayor protagonismo una vez que hemos conseguido nuevos aportes institucionales.
6. Andalucía
Las elecciones del 20D son el comienzo de una nueva época en España caracterizada por el principio del fin del bipartidismo y un nuevo revulsivo del sistema democrático mas representativo de las demandas de la ciudadanía.
Sin embargo en Andalucía, a pesar de tener una ciudadanía mayoritariamente de izquierda, continúa fuerte el bipartidismo sobre todo por la hegemonía del PSOE que tiene en la presidenta de la Junta su versión más socialiberal (incluso gobierna con el apoyo de Cs).
En las elecciones del 20D el PSOE ha perdido su tradicional hegemonía en la izquierda por la irrupción de Podemos y su alianza con fuerzas nacionalistas de izquierda. En los territorios en los que se ha dado esa alianza el triunfo ha sido nítido (Cataluña, Valencia, Galicia).
Esta transformación en la izquierda implica una centralidad distinta en la agenda política en la que destaca la posibilidad de un consenso social en torno a una nueva organización territorial del Estado basada en el federalismo plurinacional y en el derecho a decidir.
Andalucía necesita incorporarse a este proceso para su propia transformación y para que el cambio en el estado se produzca también es necesario que Andalucía se incorpore. Para protagonizar nuestro tiempo es imprescindible impulsar una fuerza sociopolítica que, en alianza con Podemos, Compromís, En Comú Podem y En Marea Podemos y todas las fuerzas del cambio, convierta a Andalucía en sujeto del cambio, plantear respuestas a los problemas estructurales (laborales, sociales, económicos y ecológicos) y desvelar una nueva cultura de diálogo y cooperación entre la izquierda andaluza, lejos del sectarismo y el dogmatismo.
Por cierto, antes de «ganar» la Andalucía de las macrobases nucleares de Rota y Morón para la simpar y hermosísima causa del coletariado, ¿alguien sería tan amable de explicarnos el PROGRAMA MILITAR DE PODEMOS?:
http://www.grupotortuga.com/El-programa-militar-de-Podemos
¿Qué «democracia» ni que niños fritos, Rafa, si no hemos vivido Asamblea Desti/Constituyente alguna, no existe verdadera Separación de Poderes y el voto-encuesta lo es a monigotes de listas impuestas por camarillas de la partidocracia?
¡NO NOS REPRESENTAN NI AUNQUE LO LLAMEN DEMOCRACIA LO ES!
Y no es porque lo diga yo, lo dice uno de Alhama de Granada, que sin ser ‘santo de mi devoción’ por su crónico españolismo incurable, es uno de los mayores expertos del mundo en su especialidad:
https://www.youtube.com/watch?v=teXgD2lX4IM
Leo en P36 que ya tenemos un partido político (Podemos) que es «Una obra de arte» y en este artículo se platea «impulsar una fuerza sociopolítica que, en alianza con Podemos…» ¿Dos posicionamientos diferentes?
Sería necesario y urgente abrir un debate abierto sobre está cuestión ¿No?
Mientras tanto, se van sucediendo los acontecimientos…
Un saludo entrañable para todos.
Pepe Gaviño.