Rafa Rodríguez
Si tuviera que destacar una característica de estas elecciones elegiría la pérdida por parte de la derecha del instinto para gobernar.
El pacto de las derechas en Andalucía con VOX permitió la investidura de Juan Manuel Moreno como presidente de la Junta de Andalucía, pero ha creado el espejismo de que era posible trasponer mecánicamente esta opción al gobierno del Estado.
En las últimas elecciones andaluzas se han dado una serie de circunstancias singulares: el abstencionismo de la izquierda como rechazo a Susana Díaz; líderes de la derecha con perfil más moderado que sus jefes “nacionales”; la irrupción de VOX como partido mezcla de antisistema y postfranquismo y circunscripciones electorales que permitían un alto grado de proporcionalidad.
Además, el pacto de las derechas con VOX ha generado un “efecto vacuna” al visualizarse que las derechas españolas lejos de establecer distancias con la ultraderecha se han identificado con ella tanto en las formas como en los contenidos, por lo que la participación del electorado de izquierda va a ser alto.
La radicalización de las derechas españolas echando mano de los insultos más duros, endosándole al adversario comportamientos que nada tienen que ver con la realidad, negando la pluralidad del Estado, provocando la polarización ciudadana, creando un clima de crispación e intentando la manipulación de los sentimientos de pertenencia nacional para excluir a quienes no comulguen con ellos, es en la práctica la conversión del adversario político en enemigo y por lo tanto la ruptura de los consensos democráticos.
Nada más lejos de las demandas de la mayoría de la población que quiere entendimiento y convivencia cívica para resolver los problemas tan importantes que tenemos. Diferencia entre partidos, por supuesto, pero también una base de consenso y canales de diálogo.
La derecha se ha situado en un marco de ruptura de la convivencia y como un bumerán le está golpeando en lo más importante: la ruptura de la confianza para gobernar el Estado.
Por el contario el PSOE, con el capital político acumulado por Pedro Sánchez en su victoria épica contra el aparato socialiberal de su partido, se ha situado cómodamente en el espacio del sentido común. El haber gobernado durante varios meses le permite mostrar lo que quiere hacer. No hay incertidumbre en su oferta político. Todo lo contario que la derecha, que nadie sabe a ciencia cierta lo que haría si gobierna.
Los responsables de este error político de la derecha son tanto Casado como Rivera. Casado ha dilapidado en unos pocos meses la herencia del PP como partido de Estado y Rivera ha dilapidado las expectativas de una derecha moderada que pusiera por encima de cualquier consideración su rechazo a la colaboración con la ultraderecha.
La alianza de las tres derechas en Andalucía y la fotografía de la manifestación de Colón aceptando la presencia de VOX al mismo nivel y su discurso como hegemónico, han potenciado no sólo la división tripartita de la derecha, con lo que implica de castigo en unas elecciones, muchas de cuyas circunscripciones provinciales se comportan como si fuesen circunscripciones de sistema mayoritario y no proporcional, sino que han allanado el camino para que VOX vaya a tener un sólido grupo parlamentario y por lo tanto financiación e infraestructura para el futuro.
Por lo tanto, salvo acontecimientos inesperados, estas elecciones van a ser el comienzo de un largo ciclo en el que la derecha, de seguir con estos líderes y estas estrategias, van a pasar un largo desierto lejos del poder del gobierno del Estado. Esperemos que el PSOE de Pedro Sánchez lo aproveche no ya para redistribuir rentas (que es imprescindible) sino para afrontar las reformas estructurales que necesitamos.
Precisamente un programa de reformas estructurales en todas sus dimensiones, tanto del modelo de Estado como el socioeconómico y cultural, debería ser la oferta de una izquierda que tenga claro su función social en esta coyuntura: colaboración del bloque de izquierda y complementariedad en sus funciones.
Una izquierda capaz de poner en la agenda política los grandes temas que brillan por su ausencia en esta campaña: la transición ecológica; el modelo federal y plurinacional del Estado; la igualdad efectiva de género; la justicia laboral; la reforma fiscal integral y la financiación autonómica y local.
Una izquierda con una base territorial clara, como la que ofrece la coalición europea liderada por Compromís, aliada con partidos federales que aporten un nuevo sentido de Estado: el de la responsabilidad democrática, ecológica, feminista, social, federal y europeísta.
Imagen: obra de Joana Vasconcelos, (París, 8 de novimebre de 1971), artista plástica portuguesa contemporánea,