Manuel Román / Jerez de la Frontera (Cádiz) .Martes 12 de octubre de 2010.Diagonalweb.
En los últimos meses, parece haberse abierto un proceso de cambio en la banda ancha española, solicitado por las propias operadoras, para pasar de tarifas basadas en la velocidad de la conexión a conexiones con tarificación por tráfico, es decir, por el uso que se le dé.
El debate se ha centrado en la velocidad de la conexión. Las operadoras auguran un colapso de las redes a la vez que, contradictoriamente, ofrecen cada vez conexiones no más baratas, sino de mayor velocidad. Pero no es el cambio en el modelo de facturación lo más importante de estos movimientos, sino otras estrategias paralelas de las operadoras que ya empezaron a “asomar la cabeza” hace meses con la llamada “tasa google”, que pedía a los proveedores de contenidos un pago por el uso de las redes. Usar su posición de mercado para participar de la tarta de los contenidos y no sólo ganar dinero ofreciendo conectividad.
A principio de septiembre se conocía una propuesta de Telefónica, Vodafone, Orange, Jazztel, Ono y BT en el contexto de una consulta pública sobre el nuevo servicio de acceso mayorista de banda ancha (NEBA). En ella se diseñaba una estructura donde el tráfico de datos se dividía en 3 niveles: el nivel más prioritario se reserva para ciertas aplicaciones, el segundo nivel se ofrece como un servicio de pago y el resto de tráfico usará el ancho de banda sobrante.
Frente a estas estrategias empresariales cobra especial importancia el concepto de “neutralidad de la red”, (net neutrality), que no es más que el derecho de los ciudadanos a que el tráfico de datos generado o recibido no pueda ser bloqueado, interferido, discriminado, entorpecido, manipulado, modificado, desviado, priorizado o retrasado en función del tipo de contenido, del protocolo, de la aplicación utilizada, del origen o del destino de la comunicación, ni de cualquiera otra consideración ajena a su propia voluntad.
Lo contrario a una red neutral sería aquella donde los distintos usos de internet tengan un distinto tratamiento por parte de los operadores, priorizando unos flujos de información y limitando otros.
Tradicionalmente, las operadoras han basado sus ingresos en facturar minutos de llamadas. Una de sus mayores amenazas es la VoIP, las llamadas telefónicas vía internet, una tecnología cada vez más viable gracias al desarrollo de la banda ancha y que para muchas organizaciones ha significado un considerable ahorro y, por lo tanto, una disminución de ingresos para las operadoras.
La gran mayoría de contratos de conexión a internet mediante telefonía móvil incluyen la prohibición de usar la conexión para realizar llamadas telefónicas por internet.
Las operadoras han entrado también en un mercado estratégico: la televisión. Aprovechando su posición de mercado, ofrecen canales de Televisión junto con la conexión de internet, la llamada TViP, que usa el modelo de las redes de ordenadores para llevar la televisión a los hogares. La principal ventaja es que en internet, a diferencia de la radio y televisiones tradicionales, no hay necesidad de tener un permiso del Estado para “emitir”. El principal problema de esta tecnología es la necesidad de un ancho de banda de varios megabits por segundo, por lo que las operadoras, antes de ampliar nuestras conexiones a internet, han apostado por llevar esos megabits a los hogares sólo para usar su servicio de televisión.
La tarificación por tráfico en vez de por tarifa plana es el primer paso para poder discriminar determinado tráfico para penalizarlo o priorizarlo. Podríamos llegar a un escenario donde las operadoras priorizaran, no sólo en velocidad, sino también en precio, sus servicios frente a los servicios que libremente se ofrezcan en internet. En breve podremos ver acuerdos entre operadoras y “los grandes de internet” para que sólo sea gratuita la conexión a determinadas páginas (bien porque paguen o bien porque sean propiedad de la operadora).
El presidente de Telefónica, César Alierta, ya lo dijo: “Los buscadores de internet utilizan nuestras redes sin pagarnos nada, lo que es una suerte para ellos y una desgracia para nosotros, pero eso no va a poder seguir, es evidente”. Las operadoras pretenden crear una internet de dos velocidades: autopistas de la información para todo aquello que sea rentable y carreteras comarcales para usarlas libremente mientras no estorbemos. Acabar con la neutralidad en la red es acabar con la red en sí misma.
Excusas y alternativas para el fin de las tarifas planas
Por Txarlie, miembro de Hacktivistas.net
- «Generar una escasez artificial» es la estrategia de Telefónica.
Julio Linares, número dos de Telefónica, planteó a finales de agosto el fin de las tarifas planas. A partir de cierto límite, los clientes tendrían que pagar más a cambio de seguir descargando: un modelo que ya funciona en Reino Unido para los clientes de O2, filial de Telefónica.
Hace algunas semanas se anunció la posibilidad de crear paquetes “premium” para poder usar P2P, VoIP o simplemente redes sociales.
En 2009, Telefónica alcanzó unos beneficios, en plena crisis, de 7.600 millones de euros. Parece no ser suficiente. Quieren incrementar la factura de los internautas y obligar a pagar un impuesto a las empresas que operan por internet. Para ello repiten un esquema habitual del capitalismo: generar una escasez artificial.
La compañía aprovecha cualquier micrófono para recordar la congestión de sus líneas. En caso de ser verdad, al parecer es demasiado pedir que utilicen parte de sus beneficios para invertir en una mejor infraestructura.
¿Que consecuencias podría tener este tipo de medidas? Una medida como la subida de coste a aquellos internautas que descarguen más supondrá una subida general en el coste de internet, que en la actualidad ya es la más cara y lenta de Europa. Si además tenemos en cuenta que la seguridad de los dispositivos que la compañía instala es prácticamente nula, la probabilidad de que un vecino supere tu tasa de descarga también es alta.
Ahora es el momento de evitar que vuelva a suceder. Hay dos caminos. Por un lado, intentar contratar con la compañía que más respete los derechos del usuario y la neutralidad. Por otro, desarrollar nuestra propia infraestructura de telecomunicaciones mediante redes vecinales, o mediante instalaciones como las realizadas por el proyecto guifi.net.