Las lluvias del invierno destrozaron los nichos más antiguos del cementerio. Con buen criterio, el Ayuntamiento construirá un osario común para ubicar los restos de quienes no reclamen la propiedad de las bovedillas. En una de ellas reposan nueve antepasados míos. Yo no lo sabía. Fueron mi madre y mi tía Rosa las que hablaron conmigo para que nuestra memoria no se disperse como un disparo con postas. Mi tía conserva los justificantes del pago. Amarillos. Arrugados. Vivos. Y entre ellos, una foto de mi familia materna. Amarilla. Arrugada. Viva. Posan delante de la fachada minúscula de una casa de labor. En mitad del campo. Y una silla vacía. El único mueble del hogar. Era para mi abuela. Una pared de sacos partía la casa en dos mitades: en una dormían las bestias animales; en la otra, las bestias humanas. Mis abuelos sobre un colchón de muelles; el resto, en unos serones de esparto. No había espacio para más. Ni cocina. Ni baño. Ni más habitación que la tierra alicatada con surcos y el techo con azulejos de cielo raso.
Mi madre tenía la edad que ahora tiene mi hija. La diferencia es que mi madre se sentaba en las piedras y mi hija puede elegir entre la trona, el sofá, el sillón, su cochecito, las sillas, el váter, las escaleras o el suelo. No quiero frivolizar. Es incomparable la situación de aquellos jornaleros andaluces de posguerra con la de nuestro millón de parados que (mal)viven del subsidio, del PER, de la solidaridad familiar, de la caridad privada, de jornales sueltos o del estraperlo contemporáneo. Pero quiero llamar la atención sobre la hipertrofia mental que ha enfermado nuestra visión de las cosas.
Era irreal aquella economía autárquica y miserable que no otorgaba valor alguno a la propiedad inmobiliaria y al rendimiento del trabajo. Muchos de aquellos jornaleros que se dejaban el pellejo de sol a sol vivían en casas de tres piezas con patio, huerto y corral. Y a pesar de ello, tuvieron que abandonar sus hogares para llevarse un mendrugo de pan a la boca. Medio siglo después, también era irreal que el niñato de la obra se comprase con la primera nómina el mismo cochazo que el promotor y un piso. El dinero que antes y ahora no existía, en un caso mataba de hambre y en otro de colesterol. Esa es la verdad.
Ahora que se desploma el Estado del Bienestar, se abre una brecha ideológica que revela la peligrosa derechización de la sociedad que delegó su soberanía a cambio de consumismo. La misma Andalucía que reclamó el máximo nivel de autogobierno no puede caer en la demagogia de quienes reivindican la abolición de las autonomías. La misma Andalucía que emigró a otras tierras no puede caer en la trampa del racismo. La misma Andalucía que protagonizó las revoluciones hispanas no puede tolerar que uno de cada cuatro andaluces esté parado, o que uno de cada diez sobreviva por debajo del umbral de pobreza. Todo lo contrario. Hoy, igual que siempre, debemos apelar a nuestra memoria de pueblo culto y resiliente para que esta lluvia reaccionaria no destruya el sustrato humanista que fabricaron nuestros antepasados. Nuestro nicho en propiedad.
Qué gran verdad dices Antonio Manuel y no sabes cuánto te lo agradecemos todos los que clamamos
en este desierto de consumistas enervados por el síndrome de abstinencia de no poder comprar
a toda hora y que achacan gran parte de sus males a los que consideran foráneos ya sea por su
tez, por su acento o por comer distinto. A no parar, amigo, a seguir en el surco y sobretodo a denunciar
permanentemente la manipulación a la que nos someten los medios e Internet.
De las tumbas de la alienación, la opresión y el olvido, galopando desde las entrañas de la tierra resurgiremos con más esplendor aún que antaño…
¡ABAJO EL NAZIONAL-CATOLICI$MO GENOCIDA Y EXPOLIADOR! VIVA AL-ANDALUSIA INDEPENDIENTE Y REVOLUCIONARIA! LIBERTAD PA TOS LOS PUEBLOS DE LA TIERRA! VENCEREMOS!!!
http://www.youtube.com/watch?v=Dpi6v4TpnYM
Suscribo tus palabras, sin olvidar que el dinero que todos aquellos jornaleros andaluces que emigraron, bien como temporeros, bien indefinidamente, enviaban a sus familiares a través de las cajas de ahorro andaluzas no hizo sino engordarlas, y favoreció que éstas se aprovecharan del subdesarrollo invirtiendo mínimas cantidades en intentar paliarlo (haciendo lo contrario en el norte) para que la gente siguiera emigrando y por tanto engordándolas. La política del franquismo: enviar mano de obra barata a otros países para sacar capital de ella. Otro engaño más de España hacia Andalucía. Sin contar el envío al eje industrial Vasco-Catalán para intentar acallar sus nacionalidades. Otro engaño más.
El dinero por tanto sí existía, pero nos lo robaron, como robaron nuestra memoria, como robaron nuestra cultura, nos robaron nuestra hirtória, y ahora intentan robar-destruir nuestra autonomía.
Basta ya de ser un Pueblo derrotado!
Viva Andalucía Libre!
Estoy contigo, yo reconozco ese pasado que comentas de tu familia y este presente del peón con el Audi y amabas situaciones se parecen en eso:
«El dinero que antes y ahora no existía, en un caso mataba de hambre y en otro de colesterol».
Estoy en la Universidad de Málaga y saco el tema siempre que puedo, pero mucho me temo que la derechizacion de la sociedad ya es una realidad, tan realidad que los propios socialistas de base opinan que es mejor que gobierne la derecha socialista que la derecha neoliberal, en lo economico cada vez me cuesta más deslindar a ambas, pero lo tienen tan asumido que los socialistas piensan que sacan mas votos situándose más al centro derecha, seguro que alguna encuesta tendran hecha.
Aunque vayamos contracorriente, -es mi especialidad, no se como me las apaño-, hay que seguir en la labor, pues aunque en lo economico se parezcan en lo politico puede ser que nos vaya aún peor con un cambio al equipo Rajoy. Lo mas probable eso si, que el que gane las próximas elecciones las ganara por la gran abstención, no por un apoyo activo.