@RaulSolisEU | Canal Sur ha vuelto a ocupar páginas de periódicos a nivel estatal no precisamente por un motivo de orgullo para los andaluces, sino por su programación soez, burda, falta de ética y contraria a los principios de la ley de creación que dio lugar al nacimiento de la Radio y Televisión Públicas de Andalucía (RTVA). Una vez más. Si este verano Canal Sur saltó a la palestra por la nula cobertura mediática del incendio de Doñana durante el día más grave del fuego, en el que muchos onubenses pusieron la radio andaluza y en lugar de información de utilidad pública sobre el grave incendio que tenía a 50.000 personas aisladas en Matalascañas se encontraron con una corrida de toros porque a los directores del ente público no se les había ocurrido alterar la programación para darle prioridad a lo urgente, esta semana pasada ha vuelto a ocupar espacios destacados en medios de comunicación estatales y en redes sociales por un sketch machista, casposo y vergonzante del presentador estrella de la cadena pública, el almeriense Juan y Medio: un pata negra de la empresa pública que produce sus programas a través de su productora privada a un precio notablemente más caro que si fuera de producción propia. Como el dinero no es de ellos, a derrochar se ha dicho.
La única respuesta de la dirección de la RTVA: «Perdón», simulando así el «perdón, no volverá a pasar» del monarca Juan Carlos de Borbón cuando lo pillaron en Botsuana matando elefantes poniéndole los cuernos a la reina Sofía con una rubia aristócrata alemana con la que, nos enteramos entonces, mantenía un romance sostenido en el tiempo mientras nos vendía tradicionalismo en los posados veraniegos en el Palacio de Marivent. Siendo grave dejar en bragas a una presentadora contra su voluntad y ridiculizarla delante de todos los andaluces o robarle un beso en la boca, como hizo también Juan y Medio el año pasado con la misma presentadora, es sólo la punta del iceberg de una radio y televisión públicas que no tiene nada que envidiarle a la ya fallecida, por excesos de sinvergonzonería, abuso de poder, corrupción, tramas de favores y silencios cómplices, Radio y Televisión Valenciana (RTVV).
Poco se dice, por ejemplo, que Fernando García Mena, director de informativos de Canal Sur Televisión, no es licenciado en Periodismo; que Miguel Ángel Fernández, director de Canal Sur Radio e íntimo del gran jefe de la RTVA, vigila las escaletas de los informativos y de los programas que se emiten en la radio que pagamos todos los andaluces y andaluzas con nuestro dinero público, según denuncian fuera de antena profesionales de la casa, o que el director de la RTVA, Joaquín Durán, tiene a su pareja dirigiendo uno de los informativos estrellas de la radio.
Poco se habla de que Canal Sur no tiene nada que envidiar a TVE en cuanto a censura se refiere. Si bien es cierto que la censura en la RTVA es más elaborada que en RTVE, no es menos cierto que los periodistas se quejan amargamente en privado porque todas las propuestas son tiradas por los editores, puestos ahí por su clara vinculación con el PSOE y no por sus méritos y capacidades profesionales como debería ocurrir en una empresa pública.
Los periodistas con “olor a desobedientes” son situados en las secciones consideradas irrelevantes de los informativos, mientras que los “comisarios políticos del PSOE” son quienes informan a los andaluces y andaluzas del acontecer político. Hay periodistas y personalidades relevantes de Andalucía vetados por incómodos para el PSOE. Destacable es el caso del portavoz de la organización de defensa de los consumidores Facua, Rubén Sánchez, quien participaba semanalmente como contertulio en un programa nocturno de Canal Sur Radio y dejó de ir tras la denuncia de la trama mafiosa entre Luis Pineda, el encarcelado presidente de Ausbanc –una falsa asociación de usuarios bancarios- , y la Radio y Televisión Pública de Andalucía. Pineda, quien se fotografíó con Susana Díaz en la Feria de Sevilla del año pasado dando muestras de la cercanía con la presidenta, se encuentra en prisión; por si no lo saben, por organización criminal, estafa, blanqueo de capitales, extorsión, amenazas, administración desleal o fraude en subvenciones…
Tal es el nivel de sinvergonzonería y descaro con el que se gobierna la Radio y Televisión Pública de Andalucía que el encarcelado Luis Pineda cobró de la RTVA por incluir publicidad de sus negocios en lugar de pagar, como es lo habitual y hacen todos los empresarios decentes por anunciar sus productos o servicios en el ente comunicativo andaluz. Aquel escándalo se saldó con la dimisión del director de Antena, pero el mandamás Joaquín Durán fue tapado y defendido por el Gobierno de Andalucía, que con una mano dice luchar contra la corrupción y con otra la ampara.
De la misma manera, la cadena pública ha dejado de cubrir las ruedas de prensa de FACUA que antes cubría regularmente. Si Canal Sur cubrió las 139 convocatorias de prensa de FACUA en 2013 (todas), en 2016 sólo acudió a 56, según datos facilitados por la misma entidad de defensa de los consumidores. No solamente se veta a Rubén Sánchez y a la entidad de la que es portavoz. También se vetan los resultados electorales que democráticamente expresamos los andaluces y andaluzas en las urnas.
¿Te imaginas que la composición actual del Congreso de los Diputados fuera la del resultado electoral de 2011 y no de acuerdo a los últimos comicios celebrados en diciembre de 2016? El Consejo de Administración de la RTVA, en el que se encuentran representados todos los andaluces y andaluzas a través de sus representantes políticos democráticamente elegidos en las elecciones andaluzas, lleva tres años bloqueado porque el PSOE tiene pavor a perder la mayoría absoluta y que entren en él representantes de las nuevas formaciones políticas.
Es decir, el órgano de control de la Radio y Televisión Públicas de Andalucía está conformado por el resultado electoral de 2008, en el que el PSOE casi sumaba el 50% de los votos y no existían las nuevas formaciones como Podemos y Ciudadanos, que juntos suman uno de cada cuatro votos que los andaluces depositaron en las urnas en los últimos comisiones celebrados en 2015. Poca gente sabrá que, en la negociación del pacto de gobierno entre el PSOE e IU, los socialistas pusieron como línea roja la RTVA. O lo que es lo mismo, la federación de izquierdas podía entrar en cualquier área menos en la Radio y Televisión Pública de Andalucía. Lo importante no se negocia, le vinieron a decir los socialistas a Izquierda Unida.
Capítulo aparte merece el chalaneo y los vínculos existentes entre las asociaciones profesionales y figuras ‘pata negra’ de la RTVA. O de cómo directivos de la RTVA no tienen empacho en pedir auxilio a sus entidades profesionales de la prensa afines, en las que también hay parejas, primos y hermanos de los comisarios políticos de la RTVA al frente, para pedirle que salgan en ayuda de la cadena pública cuando ésta sufre un revés en redes sociales por su cobertura o su programación, ya sea por la ‘nocobertura’ del incendio de Doñana durante la jornada del día más grave del fuego, por la machistada de Juan y Medio o el día infame en el que una presentadora le retiró una cartel a una víctima malagueña de desahucio que pedía agua y luz como un derecho humano.
Sobre la RTVA se podría escribir un libro o producir un largometraje. Se podría señalar a los comisarios políticos que dicen ser periodistas pero ejercen de correa de transmisión del PSOE en el interior de la empresa pública; podríamos escribir un artículo nada más que de Tom Martín Benítez, el presentador del matinal de la radio, quien le hace entrevistas a Susana Díaz que producen vergüenza ajena: “Para que vea cómo le defiendo, presidenta”, es capaz de decir en antena, durante una entrevista a la presidenta de la Junta, el presentador del espacio más oído de Canal Sur Radio sin que se le caiga la cara del sonrojo o las asociaciones profesionales pongan el grito en el cielo.
También podríamos hablar de los artistas andaluces vetados por no bailarle el agua al PSOE; de las películas y documentales que Canal Sur no compra sus derechos de emisión por no ser cercanos a la telaraña de poder que todo lo inunda; de cineastas talentosos que emigran porque el contenido sus creaciones supera los límites de la cultura democrática de la RTVA; de cómo se ha estado fomentando que los presentadores hablen en un andaluz de Soria en lugar de hablar en andaluz y prestigiar así la realidad lingüística de Andalucía; de cómo el gabinete de prensa de Susana Díaz sólo tiene que llamar a sus comisarios en Canal Sur para que se dé un enfoque u otro a una noticia o se altere el ritmo de la cadena y se entreviste al día siguiente a la presidenta; del millón de euros anuales, sin incluir dietas, que cuesta un Consejo de Administración amotinado en el que hay miembros que no saben encender un ordenador; de que hay directivos de Canal Sur que cobran más que la misma Susana Díaz; del castigo que reciben los pocos profesionales valientes que se atreven a denunciar lo que ocurre en el interior de la empresa o de cómo los medios de comunicación privados andaluces, fuertemente subvencionados por la Junta de Andalucía para evitar que caigan por el peso de sus deudas bancarias, no hacen mención a lo que ocurre en el interior de Canal Sur o del cierre de productoras andaluzas que no son tocadas por el dedo mágico del PSOE que multiplica el pan y los peces.
‘La Nuestra’ produce una infinita tristeza a quienes defienden un medio de comunicación público andaluz, entre ellos a muchísimos trabajadores de la casa que acuden cada día a trabajar desmotivados y dispuestos a dejar su talento en la puerta para que un comisario político, que no ha pasado por una facultad de Periodismo, les diga qué es informativamente relevante y qué no, qué hay que emitir y a quién hay que silenciar de acuerdo a intereses partidistas y no según la lógica informativa. Canal Sur es el escaparate de la ausencia de cultura democrática del PSOE andaluz, de su magistral capacidad para arruinar el talento y convertirlo en obediencia ciega, de su concepción maloliente de la cultura andaluza y del modelo de sociedad que lleva 40 años instaurando a lo largo y ancho de una comunidad autónoma con una radio y televisión pública que muchos andaluces tienen desintonizada de sus televisores para evitarse el bochorno, que ha pasado de casi el 17% de audiencia en 2008 a no llegar ni al 9% en la actualidad y que exporta todos los tópicos contra los que los andaluces luchamos a diario por despojarnos de ellos.