Todos los medios de comunicación marcan el mismo relato sobre el previsible documento que firmarán los acreedores con Grecia: Syriza ha perdido en su primer intento. A la derecha económica y política no les interesa tanto ganar su guerra, contra las clases populares y medias, como convencernos de que Grecia no ha ganado.
O lo que es lo mismo, no hay victoria de la Troika si ésta no es capaz de frustrar cualquier atisbo de optimismo que dé alas a las alternativas en construcción que amenazan la hegemonía ideológica del dogma neoliberal, que afirma rotundo que para garantizar el Estado del Bienestar es necesario acabar con los servicios sociales, educativos y sanitarios en los que se articulan los consensos políticos de posguerra entre la (ex) socialdemocracia y la democraciacristiana.
Lejos de lo que publican azarosamente los medios de comunicación, Grecia no ha perdido su primera batalla contra la troika. Al contrario, ha ganado, si no en la totalidad del documento que presentó el país heleno como base para la negociación, sí ha vencido en lo más importante. Tsipras ha cambiado la lógica hasta ahora reinante en las cumbres europeas y el previsible documento final se parecerá muy poco a la propuesta inicial de la Troika.
Por primera vez, Grecia ha podido incluir reformas por la vía de los ingresos y no por la vía del gasto, justo lo contrario que querían Merkel y los acreedores. La izquierda radical griega ha abortardo la subida del IVA de la electricidad, medida que aumentaría aún más el número de 300.000 hogares en situación de pobreza energética, y el recorte exigido en un primer momento de las pensiones mínimas, ya de por sí bajas en un país donde la pensión media ronda los 430 euros.
De la misma manera, Tsipras habría acordado un impuesto a los bienes y servicios de lujo y otro tributo a los yates y un aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social. El núcleo de la negociación, y que los medios de comunicación no resaltan en sus titulares para evitar el contagio, es que Alemania ha aceptado estudiar una restructuración de la deuda griega, tema tabú hace solamente unas semanas y que acarreará grandes costes políticos para Merkel en Alemania.
Grecia ha cedido, sí, pero no se ha humillado como hasta ahora lo han venido haciendo los sucesivos gobiernos helenos que han negociado con la troika anteriormente. En contrapartida, lo que le costará explicar a Syriza en Grecia, Tsipras ha aceptado un endurecimiento de la edad mínima de jubilación. Los 67 años serán la edad mínima de jubilación a partir de 2025, bajo una penalización del 16% a las jubilaciones anticipadas antes de esa edad.
Se acabaron las desregulaciones o privatizaciones como medida sine qua non para recibir ayuda financiera de la Troika. Este acuerdo no conllevará privatizaciones de empresas públicas, ni más recortes de derechos sociales, sanitarios o educativos. La agenda neoliberal se ha visto frenada, gracias a que enfrente está un gobierno griego dispuesto a llevar la negociación hasta el final, sin temas tabúes y planteando alternativas que confrontan con la hegemonía ideológica de la derecha económica y europea, justo lo que no ha sido capaz de hacer ningún líder socialdemócrata hasta la fecha.
Otro hecho importante que se obvia es que Grecia no ha firmado nuevos préstamos, sino que lo que recibirá será la prórroga del segundo rescate que le permitirá ganar tiempo hasta 2018 para poder hacer sus propias políticas sorteando un campo lleno de minas en el que es imposible avanzar obviando la realidad: Grecia -2% del PIB de la Eurozona- está sola en su batalla contra la austeridad en la UE. A pesar de su soledad en el ámbito comunitario, una ley sobre el restablecimiento de la negociación colectiva, un tiro en la agenda neoliberal, está a punto de ser tramitada por el Parlamento griego.
Ahora, los medios de comunicación, Merkel y el resto de la derecha europea y económica tratarán de hacer caer al Gobierno de Syriza por la vía de provocarle contradicciones a su izquierda, sabedores de que si cae Syriza habrá caído la construcción a una alternativa humana al sistema desalmado y sádico de la agenda neoliberal. Paradójicamente, ahora los enemigos de Syriza serán la izquierda del todo o nada y la derecha neoliberal.
Los primeros creen que el mundo se cambia mediante una ley que diga ‘Por la presente se cambia el mundo’, lo que les invalida para ceder y que otros cedan en el necesario diálogo político que permite ir ganando batallas hasta ganar la guerra con un ejército mermado y minoritario. Los segundos, saben que el pesimismo es reaccionario y se afanarán en convencernos de que Grecia se ha tenido que arrodillar ante la Troika.
Los medios se esfuerzan en convencernos de que Grecia ha salido derrotada. Nada más lejos de la realidad, nada más peligroso que la izquierda de eslogan repitiendo el mismo argumentario que la derecha de misal, nada más necesario que seguir apoyando a Syriza y nada más urgente que recordar que ser de izquierdas radical es justo lo contrario que ser un exaltado de izquierdas.