@RaulSolisEU | Somos millones de españoles los que no nos sentimos desafiados por que los catalanes defiendan su legítimo derecho a expresarse en las urnas sobre la relación que quieren tener con el Estado español. No salimos en ningún sitio, porque no vendemos odio ni ondeamos la bandera rojigualda; nos gusta España, no la de las pulseras en la muñeca, sino la real: en la que se habla castellano, catalán, gallego, euskera, andaluz, valenciano, canario, asturiano y todos los acentos que condimentan la rica diversidad lingüística y cultural de este país.
Nos gusta que la forma de sentirse español de los catalanes sea siendo catalanes; que la forma de proyectarse al mundo de un catalán sea en su idioma materno y admiramos que esa esquina, a la derecha de la Península Ibérica, sea un rincón por donde han entrado las vanguardias culturales y le agradecemos también que empujaran más que nadie contra el franquismo en los años oscuros donde hacer una huelga en una fábrica, publicar un libro o declararse demócrata eran actos heroicos.
No somos pocos los otros españoles. Cada vez somos más. Representamos una cuarta parte de este país, el más diverso de Europa que aún no ha aprendido a integrar esta diversidad territorial con naturalidad porque el nacionalismo español, que ya nació expulsando lo que no entendía, vive imponiendo una manera de ser español en la que cualquier día de estos no habrá sitio ni para la cabra de la Legión.
No queremos que Cataluña se independice, básicamente porque seríamos un país más reaccionario, más conservador, más atrasado y menos europeo, pero defendemos el derecho de los catalanes a decidir su futuro con sosiego, tranquilidad y sin sobresaltos. No queremos otra cosa que lo que ocurre en los países normales. En los países normales se vota. Las fronteras son construcciones políticas, no accidentes meteorológicos. Queremos parecernos más a Canadá y Reino Unido, donde Quebec y Escocia pudieron votar, que a países donde los problemas territoriales se resuelven con violencia bruta.
Entre urnas y tricornios de la Guardia Civil, preferimos que desfilen las urnas; entre detener a alcaldes, registrar periódicos o eliminar el derecho de reunión y la libertad, nos gusta más la libertad; entre echar un candado a una Constitución nacida directamente de la amenaza franquista y que un 60% de españoles no votamos y abrir un proceso nuevo en el que podamos hablar de todo, apostamos por romper los consensos antidemocráticos de 1978 y elaborar una Carta Maga y un país para la generación nueva que somos: sin odios, sin revanchas y sin el miedo al franquismo.
Creemos que España es un Estado compuesto por diversas naciones e identidades y que juntos podemos convivir, ser solidarios, entendernos, admirarnos y remar en la misma dirección aunque cada uno tenga una mirada hacia el mundo. Sentimos que el catalán, el gallego y el euskera son lenguas tan españolas como lo es el castellano; defendemos que estas lenguas sean protegidas en sus diferentes territorios y nos gustaría también, por qué no, que nuestros hijos puedan elegir alguna de estas lenguas como optativa en los institutos.
Nos gusta la literatura catalana; vemos cine en catalán sin necesidad de subtítulos porque el catalán es una lengua romance similar al castellano y no chino; hemos leído libros en la lengua de Ramon Llull y nos deleitamos con la magnanimidad del gótico catalán.
Defendemos el derecho a decidir porque justamente queremos seguir vinculados a Cataluña y no queremos que se independicen. Son quienes prohíben reuniones, quienes inhabilitan a políticos independentistas, cierran webs o registran periódicos los que más están haciendo a favor de la independencia de Cataluña. España no la están rompiendo los independentistas, que hace poco más de un lustro no eran más de 12% de la población catalana, sino por quienes responden con violencia, sentencias, odio y represión a los legítimos deseos de votar del 80% de la población catalana.
Los otros españoles nos queremos independizar de los informativos que manipulan, estigmatizan y criminalizan a los catalanes y los enfrentan con el resto de españoles como si esto fuera una guerra entre catalanes y españoles y no entre demócratas y no demócratas. Cataluña nos duele, nos duele tanto que queremos que se responda con diálogo a las reclamaciones de los independentistas y que se autorice un referéndum como se ha hecho en países tan normales y democráticos como Canadá o Reino Unido. Por cierto, en ninguno de estos dos países ganó en las urnas la opción de la independencia. En España, al contrario, a este paso se hace ‘indepe’ hasta Ávila.
Fantástico artículo !!!! Me ha encantado. Soy catalana y aunque estoy a favor del derecho a decidir, quiero expresar mi aprecio y estima por todas las comunidades de España !! Y ojalá hubiera mucha más gente con unos pensamientos como los suyos , Raul !!! Gracias y un abrazo.
Maria
Texto genial, pero Ramón Llull fue mallorquín, no catalán. Es como decir que Benedetti onGabroel García Márquez representa a España de algún modo.
Buenísimo, secundo 100% cada palabra
Brutal, el artículo! Muchas grácias, que bién leer un discurso tan coherente y sensato. Como catalana independentista agradezco esta otra visión, a la que no estamos acostumbrados.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Yo también soy una de esas personas entre los millones de españoles con un sentimiento de solidaridad hacia el pueblo catalan. Ciertamente no deseamos su independencia porque somos conscientes de la pérdida que nos supondría al resto del país.
Yo no me siento enfrentada al pueblo catalán, me siento orgullosa de tener un país tan rico y diverso.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Yo también soy una de esas personas entre los millones de españoles con un sentimiento de solidaridad hacia el pueblo catalan. Y que no deseamos su independencia porque somos conscientes de la pérdida que nos supondría al resto del país.
Yo no me siento enfrentada al pueblo catalán, me siento orgullosa de tener un país tan rico y diverso.
Como catalana independentista me siento agradecida por este texto. Han sabido expresar su opinión sin insultar, y con respeto a los que pensamos diferentes. Y es una pensa que opiniones así no se lean ni se escuchen mas amenudo en los medios de comunicación españoles, y sobretodo de la boca de políticos. Como muy bien han sabido expresar, si fuese así, los partidarios de la independéncia serian una minoria, y yo seguramente tampoco lo seria.
Así que grácias. Actitudes como esta son mas necesàrias que nunca, no solo en España, peró tambien en todo el muno. Una abrazada.
P.S: Un pequeño aclarimiento: el catalán y el valenciano son la misma lengua, solo que en Cataluña le llamamos catalán y en el Pais Valencià valenciano.
vamos, que irresponsabilidades, ilegalidades, deslegitimidades y deslealtades a parte, lo que quiero decir es que salta a la vista que la mayoría de los catalanes no estamos de acuerdo con el proceso de independencia del que el referéndum es tan solo una herramienta más en manos de la oligarquía independentista. La mayoría se mueve entre el cansancio, la indiferencia y el rechazo, y claro, ante según qué encuestas y qué preguntas, algunos habrán expresado que con tal de que todo acabe, están dispuestos a votar.
Como a otros tantos, te han colado un fake con eso de que el 80% de los catalanes quieren votar el referéndum. Circula por ahí sin que nadie lo cuestione.
No sé de donde lo has sacado. Investiga un poco, investiga las fuentes, las fuentes de las fuentes y hazte preguntas. Verás que es falso, y además, carece de toda lógica.
Solo tienes que extrapolar los votos de las últimas elecciones autonómicas legales, del 2015 (reconvertidas tramposamente en plebiscitarias por el autodenominado bando de los independentistas), para ver que más de la mitad del «pueblo catalán» pasa de ese tema, y/o que está directamente en contra. Y solo hablo de los que fueron a votar…, de los que se quedaron en casa, uno ya puede imaginar que son los que pasan del procés porque la Generalitat y el bando independentista (el poder) llevan años con políticas populistas y tramposas, invirtiendo mucho dinero para movilizar a sus tropas y para ampliar la base de votantes generando victimismo, odio y supremacismo desde medios de comunicación, cultura, actos populares e incluso en escuelas, asi que es lógico pensar que los indiferentes son los que no compran el discurso oficial.
Menos de un año antes, en el famoso referéndum del 9N /2014, se movilizaron en masa todas las tropas independentistas (llegaron a llamar puerta por puerta), y fueron a votar el 33% de los catalanes (según a quién preguntes, porque todo fué un «yo me lo guiso yo me lo como», incluyendo censo, voto de menores y cosas por el estilo); aún así, increíblemente, hubo quien votó en contra, porque tan solo llegaron a ganar por un 81%.
Finalmente, hay que decir que democracia NO es votar, o al menor, NO es siempre así. Es una trampa más de el márketing secesionista que solo creen quienes ya están convencidos, o quienes carecen inteligencia para razonar. No en vano, el mayor nicho de votos secesionistas son los menores de 25 años (y cuanto más jóvenes, más convencidos), y los mayores de 50 (cuando más mayores, más convencidos), debido al éxito de la resucitación de Franco y todo ese discurso victimista de que somos una nación oprimida. Porque claro, todavía hay muchos a los que se ha hecho creer que la Guerra Civil fue una guerra de España contra Catalunya, que toda España vive a nuestra costa, que nos expolian, nos odian y nos quieren hundir, que ellos son franquistas, retrógrados y atrasados, y los catalanes somos progresistas, cultos, avanzados y moralmente mejores (supremacismo en estado puro).
Que la democracia no es votar, y que puede ser todo lo contrario es algo fácil de entender, pero difícil para los convencidos: primero, no pongamos como modelo a UK (que dejó votar a Escocia), porque eran elecciones NO vinculantes, y porque ese país acaba de caer en un GRAVE error al permitir y perder el BREXIT, y de eso se pueden sacar lecciones, y no precisamente a favor de montar referéndum vinculantes y a la ligera.
Envalentonado por las masas de fans catalanes, entre selfie y selfie, decía hace unos días el Sr. OTEGUI (ese político de currículum violento que debería haberse retirado por decencia), que las leyes debían someterse a la voluntad del pueblo, no al revés, a lo que le respondieron que si no fuera por las leyes, el pueblo le habría cortado los huevos. Ojo con el pueblo y ojo con las mayorías.
Las leyes siempre están por encima de los votos, de lo contrario las mayorías oprimirían a las minorías con total impunidad. Las masas son estúpidas y manipulables, asi que su voluntad debe ser ponderada a través de un conjunto de normas que nos hemos autoimpuesto, igual que en todas las democracias. Todo lo demás son trampas. Trampas de tramposos adictos al poder que se vuelven adictos a más trampas.