Antonio Pérez Girón
La crisis económica que de manera severa padece España ha pasado una alta factura al mundo de la cultura. Artistas de todas las modalidades tienen muy difícil el trabajo. Los ayuntamientos que, con sus programaciones culturales eran una fuente importante donde bebía este sector, atraviesan un duro momento económico y ya no pueden contratar a quienes tiene en el arte su sustento. Grupos de teatro, cantantes, músicos…se ven obligados a actuar tan sólo por la taquilla, allí donde hay local para hacerlo, arriesgándose al fracaso del negocio o a una exigua ganancia. Entre los artistas más modestos la situación resulta especialmente dramática.
La existencia en nuestra comunidad de los Circuitos de Espacios Escénicos Andaluces supone, desde la Junta de Andalucía, una apuesta clara, que no sólo sirve para facilitar el trabajo a este sector, sino para llevar un programa de gran calidad a distintos puntos de la geografía andaluza. Aunque la problemática económica de los ayuntamientos ha hecho que muchos municipios se descuelguen de este programa público que, a un costo inimaginable, aseguran una programación fija, en tiempos como los que vivimos es loable su más que justificada continuidad.
De la misma manera, es también destacable que se procuren medidas adecuadas para paliar el problema. Por eso quiero destacar –la fiebre bipartidista que vivimos y la intencionada ignorancia hacia formaciones políticas menores hace que pasen desapercibidas- las propuestas que sobre esta cuestión hacía el candidato al Congreso por Córdoba del Partido Andalucista, el profesor universitario Antonio Manuel Rodríguez. Dado que una mayoría de estos trabajadores de la cultura tienen ingresos esporádicos, con bajas y altas en la Seguridad Social, el programa andalucista aboga por un régimen flexible, donde se figure siempre de alta, prorrateándose los ingresos a final de año.
El apoyo a los emprendedores culturales se fija en una exención del IVA a todos los productos culturales hasta 60 euros, que afectaría a libros, discos, entradas de cine y teatro, dvds. Se plantea también una desgravación fiscal de hasta el 50 por ciento para las pequeñas y medianas empresas de productos culturales, con la obligación de su reversión en el propio negocio. La puesta en marcha de un régimen autónomo especial para artistas y artesanos completaría esta serie de iniciativas destinadas a coadyuvar a la mejora del mundo de la cultura en este difícil período.
Contrasta estas propuestas con la escasez o ausencia en la mayoría de los programas de los partidos que concurren a los comicios del día 20. La cultura, por los avatares de los mercados y las primas de riesgo, ha pasado a ser la cenicienta de las cenicientas en la vida de este país. Con ello perdemos todos los ciudadanos, y pierde también la libertad.
«Cuando escucho la palabra cultura, echo mano a mi pistola» J. Goebbels (ministro de propaganda de Hitler, se suicidó después de envenenar a sus seis hijos)
Resulta lógica y natural la ausencia, irrelevancia o desconsideración en la mayoría de los programas por la Cultura. A mí me encanta que lo sigan haciendo porque así siempre descubro, con claridad meridiana, su grado de FASCISMO.
Perdemos en libertad desde hace años, esas fuerzas «invisibles» de los mercados (?!) nos están restando libertad y soberanía nacional. Ser´kia interesante que alguien hiciera un estudio sobre cuántas personas viven -tienen su fuente de ingresos económicos- relacionadas con la creación artísitica y cultural, desde la industrias del espectáculo o el libro hasta lo artistas, gestores, fabricantes de materiales culturales, etc. Creo que las cifras son muy importantes, más de las que los políticos piensan. Por otra parte, el futuro económico de países como el nuestro ha de contar necesariamente con las actividades agropecuarias (el campo está abandonado) y el turismo. Y éste tiene un porvenir espectacular en el mundo de la cultura.
Desgraciadamente, la cultura -y todas las actividades productivas relacionadas con ella- no son consideradas en España. Es más, se desprecian y se ignoran. Y es lógico, la mayoría de los que jercen la política tienen un nivel cultural muy bajo y por tanto no puede ser la promoción y difusión de la cultura una
prioridad para sus actitudes, conductas y programas.
Aquella idea de la Institución Libre de Enseñanza de que la realidad de la ciudadanía puede ser cambiada radicalmente con educación y cultura, sigue siendo una gran desconocida. ¿Cultura, para qué? Mire a su alrededor y vea qué han hecho los políticos de su entorno con los programas culturales desarrollados desde lo público: destruir o, en el mejor de los casos, desmontar lo que había.
Efectivamente, viejas reivindicaciones -entre otras posibles- como la desgravación fiscal o exención del IVA y régimen especial de la Seguridad Social para los artistas o pequeñas empresas culturales, ayudarían a mejorar el panorama de la cultura en España. Pero parece que no van las cosas por ahí, fundamentalmente porque al poder ni le importa ni le interesa ¿Cultura, para qué?.