Concha Caballero | Mariano, te escribo esta carta que espero que puedas leer sin que pase por el filtro de tus numerosos asesores, consejeros y equilibristas. Quiero que sepas la verdad de lo que ocurre en la calle, de lo que se dice en los centros de trabajo y en los bares de nuestras ciudades. Me imagino que será muy distante de lo que te cuentan tus insignes consejeros. Lo que se escucha en la calle es que el PP se cae, no unos cuantos puntos, sino de una forma espectacular.
Es muy difícil encontrar a personas que defiendan tu gestión, pero esto no es lo más grave. Ya he visto en muchas ocasiones cómo los votantes del poder se callaban cuando las cosas se ponían difíciles. El problema es, Mariano, que ahora tus antiguos votantes no se callan sino que vociferan, se indignan, son los más dispuestos a criticar a voz en grito lo que ocurre en nuestro país. Te hablo, claro está, de gente sencilla, no de grandes empresarios con los que te fotografías con asiduidad.
El último capítulo de tu historia, tan fría y distante, es haber decretado el final de la crisis, fotografiarte sonriente con los empresarios que nunca han perdido nada, anunciar un tiempo nuevo precisamente cuando la gente sufre, quizás con mayor rigor que nunca, sus efectos, cuando el paro se agota en más de la mitad de los hogares. Por otra parte, la débil creación de empleo, de la que presumes, es un abismo de desesperanza: salarios de miseria, horarios extendidos, escasez de derechos y dependencia extrema. No hay una sola sonrisa en ese panorama laboral que habéis diseñado con tanto afán y cuidado. Por primera vez, señor presidente, es fácil encontrar miles de personas que trabajan pero que necesitan ayuda social o familiar. Otros centenares de miles viven un exilio forzoso en tierras lejanas. Y lo peor es que intuyen que no se trata de algo coyuntural, sino que es el futuro que habéis diseñado los que posáis en esas fotos inefables.
No hay una sola sonrisa social que acompañe vuestro optimismo. No sé lo que ocurrirá en las elecciones municipales, pero una inmensa mayoría tienen decidido poner fin a vuestro gobierno en las próximas elecciones generales. No han resuelto todavía cómo hacerlo, si a través de un crecimiento espectacular de Podemos o perdonando su pasado al PSOE, pero lo que tienen claro es que no quieren seguir con una política de recorte abrumador de derechos.
Por si algo faltaba, no hay foto de tu historia en la que no te acompañen numerosos imputados por graves delitos de corrupción. Y, lo peor es que todo el mundo es consciente de que, además del enriquecimiento individual de muchos de tus compañeros, el edificio de su propia sede, el mobiliario y los sobresueldos de los que habéis disfrutado hasta hace pocos meses, procedían “presuntamente” de una caja B. Es verdad, puedes argumentar, que la corrupción no afecta solo al PP en nuestro país, pero también es cierto que, en tu caso, la estructura del partido participaba “presunta” y abiertamente de los beneficios que producía. Por lo visto la corrupción partidaria está poco definida en términos penales (¿por qué será?), pero la conciencia social se rebela contra ella con todas sus fuerzas.
Mariano, las cosas pintan mal. Muy mal. Ya sé que has tenido que frenar nuevos recortes, privatizaciones o medidas de reducción del gasto público que te hubiese gustado hacer en esta nueva etapa. También sé que estás casi retirado de la primera línea política, como un monarca o un presidente de una república con escasos poderes pero, al final, no tendrás más remedio que comparecer, antes de que la gente haya cerrado definitivamente su veredicto sobre esta crisis tramposa y el recorte brutal de derechos que habéis diseñado.