Manuela Martínez / Seguro que ha oído en más de una ocasión que con la que tenemos encima no se puede ser muy exigente con el trabajo. Que si tienes la suerte de mantener el empleo, es fundamental adaptarse a la situación y tragar con todo lo que te imponga el jefe con tal de no perderlo. Y si lo has perdido o todavía no has tenido la oportunidad de trabajar, lo que hay que hacer es aceptar lo que sea. Porque, más vale un trabajo precario que ningún trabajo.
Llama la atención que quienes repiten una y otra vez tales afirmaciones, no reparen en el hecho de queaceptar cualquier trabajo puede significar formar parte de un nuevo colectivo, cada vez más numeroso, de trabajadores pobres. Hombres y mujeres que carecen de un salario digno, a pesar de cumplir con su jornada laboral, y que no pueden atender sus necesidades básicas, ni mucho menos las de su familia. Hombres y mujeres que cuando se quedan en desempleo cobran una mini-prestación o mini-subsidio que no les da ni para pagar el alquiler. Hombres y mujeres que si no salen pronto de esa situación, llegarán a la edad de jubilación sin haber cotizado lo suficiente para poder tener derecho a una pensión que les permita vivir dignamente en esa etapa de su vida.
En Andalucía la precariedad laboral es un mal endémico y los bajos salarios también. A laestacionalidad del turismo o la agricultura, se suma una cultura empresarial que convierte en norma la contratación temporal, aun cuando la actividad tenga un carácter permanente. Es decir, el contrato fijo y el fijo discontinuo para la actividad estacional, no constituyen una opción para la mayoría de los empresarios andaluces, salvo excepciones, que afortunadamente las hay.
Con más de 1 millón de parados registrados y un 60 por ciento de desempleo juvenil, se podría decir que el campo está más que abonado para que en Andalucía la precariedad siga campando a sus anchas, como de hecho ocurre, ya que la mayoría de los contratos que se hacen son temporales y de muy corta duración. De ahí que, casi la mitad de los asalariados andaluces cobren menos del SMI, su salario medio sea 4.032 euros anuales más bajo que el del resto de trabajadores del Estado y la brecha salarial con las Comunidades Autónomas más favorecidas no deje de crecer.
Lo lamentable es que el Gobierno andaluz no predique con el ejemplo, colocando en el centro de todas sus políticas el empleo estable y con derechos.
No predican con el ejemplo cuando se resisten a ejecutar las sentencias que le obligan a reincorporar a trabajadores despedidos, como es el caso de los monitores escolares o los trabajadores de los Consorcios de las Unidades Territoriales de Empleo y Desarrollo Tecnológico.
No predican con el ejemplo cuando imponen recortes a las empresas concesionarias de servicios públicos externalizados y miran para otro lado mientras los empresarios trasladan esos recortes directamente en las espaldas de los trabajadores, vía despidos, reducciones de jornada y/o reducciones de salarios. Es el caso de la limpieza, la vigilancia y el muy sangrante de la atención a la dependencia, en el que la mayoría de los auxiliares de ayuda a domicilio están a media jornada y algunos con salarios que no llegan ni a los 400 euros.
No predican con el ejemplo cuando han impuesto jornadas al 75 por ciento a miles de profesionales sanitarios o cuando no sustituyen las bajas por enfermedad o dejan a los alumnos sin profesor sustituto durante semanas.
No predican con el ejemplo cuando 109 trabajadores, de entre 21 médicos, 34 enfermeros, 20 administrativos, 31 auxiliares, 17 celadores, 2 fisioterapeutas, 10 técnicos especialistas, 1 operador informático, 1 técnico medio, 1 técnico superior y 1 auxiliar de farmacia, llevan 3 años esperando un contrato de trabajo después de haber superado un proceso selectivo para incorporarse al Hospital de Alta Resolución de Loja. O sea, se gastan un dineral en construir un hospital y ahora dicen que tienen problemas presupuestarios para ponerlo en marcha en su totalidad. Eso sí, bien que lo inauguraron en plena crisis, el 25 de marzo de 2011, y con el presidente Griñán a la cabeza.
Tampoco predican con el ejemplo cuando sacan pecho por un Plan de Empleo Joven al que dedican una cantidad irrisoria, dada la magnitud del problema, y que es sólo pan para hoy y hambre para mañana. Seis meses de contratos precarios para una juventud ávida de trabajo no es la solución. Es cierto que para alguna familias ese puede ser el único salario que llegue a la casa y, sin duda, verán en ese contrato el salvavidas que andaban buscando. Pero es inmoral exhibir como un triunfo una política cortoplacista que no resuelve el problema de fondo, la ausencia de oportunidades laborales para nuestra juventud, cuando lo que debería hacer el Gobierno andaluz es poner en marcha un plan integral de empleo juvenil, con un presupuesto ambicioso y dirigido a mejorar la empleabilidad de nuestros jóvenes. Sin olvidar, eso sí, a los parados de larga duración y a los colectivos más vulnerables.
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Lo que falta, en definitiva, es Política con mayúsculas, de esa que facilita que los trabajadores consigan con dignidad pan para hoy y pan para mañana.
Lo que sobra es política espectáculo, la de mucho ruido y pocas nueces.
Y mientras escribo, me entero de que un político del partido que gobierna en España, es alcalde, diputado y médico en ejercicio, todo al mismo tiempo. Y es sólo un ejemplo.
¡Qué mal repartido está el trabajo… y el mundo!
@Manuela_MJ