En la pasada primavera participé en un seminario sobre la «cultura del acuerdo» en el distrito sevillano de Triana, organizado por la asociación que gestiona el servicio de mediación de este barrio sevillano. Se trata de un servicio municipal novedoso, que funciona como experiencia «piloto» desde febrero de 2013, y que centra su actividad fundamentalmente en la mediación vecinal. Realmente, me ha parecido de mucho interés, una buena práctica a extender, con un objetivo de pedagogía democrática indudable.
En la ciudad de Córdoba, poco a poco va calando la cultura de la mediación, aunque de momento sólo desde ámbitos profesionales, no vecinales ni sociales. Así, el pasado año 2013 casi cien profesionales del derecho, la psicología o el trabajo/educación social desarrollamos el curso de especialización en Mediación Familiar de la Universidad de Córdoba. Y en este año 2014, en torno a noventa juristas del Colegio de Abogados de Córdoba hemos desarrollado el Curso de Mediación Civil y Mercantil. En todo caso, como vemos, ámbitos estrictamente profesionales, de momento.
En lo social, es una realidad que cada vez son más frecuentes los conflictos entre los vecinos y su Administración local. Asuntos como la recogida de basura, la realización de obras por parte del Ayuntamiento (recordemos el conflicto en el barrio burgalés de Gamonal), o el mantenimiento o mejora de espacios públicos, suelen generar conflictos o problemas que deben encauzarse por la vía del diálogo, de la mediación, como método democrático para encontrar soluciones entre las partes en conflicto, el vecindario y los gobernantes locales. El gobierno local no debe ejercerse como «un ordeno y mando» amparándose en mayorías absolutas, sino que más bien hay que caminar por la senda del acuerdo, de la resolución pacífica del conflicto social o vecinal.
Con carácter general vivimos en una sociedad en conflicto que necesita de muchas normas jurídicas para reglamentarse. Decía un aforismo clásico Ubi societas, ibi ius, donde hay sociedad está el Derecho, en definitiva, la íntima relación entre la ordenación de cualquier sociedad y la existencia de normas para regular/prevenir el conflicto, el problema, entre los miembros de dicha sociedad, entre personas físicas o entre entidades.
En la sociedad en la que nos ha tocado vivir, el conflicto, en sus diversas expresiones, es un elemento más de la complejidad. Y evidentemente, el Derecho está más presente que nunca, con esa vocación de regulación completa de la realidad. De las relaciones interpersonales, de la relaciones entre las personas y la entidad a la que pertenecen (el municipio, una asociación vecinal o social, la comunidad autónoma o el Estado), o de las relaciones entre entidades. Y lógicamente, la importancia del Derecho, de la regulación normativa generalmente aceptada, pasa a tener mayor relevancia en el momento del conflicto, del problema a resolver.
Debemos tener también presente que un objetivo o fin último de toda organización social debiera ser la cultura de la paz. Es decir, la cultura de la prevención del conflicto, la cultura del diálogo como forma de ofrecer soluciones en positivo a cualquier conflicto. Según resolución de la ONU de 6 de octubre de 1999, la cultura de la paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos humanos.
Volviendo a lo local y aplicada esta metodología de solución de conflictos, considero a modo de propuesta que nuestras ciudades en el próximo período de gobiernos locales 2015-2019 debieran plantearse la implementación de acciones municipales de mediación vecinal, que supongan otra forma de ejercer el poder, con la mano tendida a las propuestas de soluciones que a los diferentes conflictos sobre asuntos del gobierno local que puedan provenir de la ciudadanía, organizada o no, de asociaciones vecinales o de colectivos sociales o sectoriales.
Supone una apuesta desde lo local por la cultura del acuerdo, de la paz, que sin duda es una forma de gobernanza local más democrática y más eficaz. En definitiva, que la cultura de la mediación entre en nuestros Ayuntamientos, para hacerlos más democráticos, más vinculados a la ciudadanía a través de esta forma sin duda más eficaz y duradera de abordar el conflicto, los problemas. No todo vale, las mayorías absolutas no deben ser la justificación de decisiones en contra del interés general, eso sería legal pero posiblemente injusto e ilegítimo desde el plano ético o democrático. La decisiones, como decíamos, han de afrontarse desde el diálogo con la gente.