Juan Carlos Cadenas / Leía hace unas semanas un estudio realizado sobre la triste historia de la minería en el Estado Español, desde la antesala de la revolución industrial en el s. XIX, y el papel de los “capitales” extranjeros en la misma. Claro que, aunque el estudio está referido a toda la Península, las explotaciones mineras de Andalucía ocupan un 80%. Solo retazos de la cuenca carbonífera Asturiana, del mercurio de Almaden y algo del Levante rompen la continuidad del relato de lo sucedido con el plomo, el plomo argentífero, las piritas, y el hierro…. en Almería, Granada, Huelva o Córdoba.
En 1870, el valor de los productos mineros del Sur de la Península constituía más de la mitad del total de la producción minera del Estado. La realidad del sector minero durante el siglo XIX y parte del XX es que Andalucía fue abastecedora de materias primas para el desarrollo industrial de Europa. ¿Qué obtuvimos a cambio?
El Estado central cánones, un porcentaje del valor declarado por las empresas extranjeras. Andalucía, salarios de miseria y un modelo de minería no reproductivo del valor y por tanto empobrecedora; esencialmente una actividad “predadora” y meramente especulativa, hasta tal punto que se llegó a acuñar la expresión “minería de papel”.
¿Por qué ocurrió así? Por los diferentes cambios legislativos que desde Madrid se fueron introduciendo en el sector, liberalizándolo con el objetivo de conseguir mayores ingresos para el Estado, sin tener en cuenta el daño producido por la actividad en las diferentes localizaciones (principalmente Andaluzas): Ley minera de 1825, Ley de 1859 o Decreto de 1868 (Decreto Ley de Bases Generales de Minería) que confirió carácter perpetuo de las concesiones mineras con el simple abono de los Cánones al estado central.
En Andalucía se produjo la paradoja de “la maldición de los recursos naturales”, por la que la explotación de los enormes recursos naturales provoca bajas tasa de crecimiento y distorsiona la economía local, trasladando el desarrollo a otros países o zonas del Estado. O sea, el colonialismo.
Unos meses atrás, tuve la ocasión de leer un análisis de las inversiones que, desde 1940 hasta 1980 había realizado el Instituto Nacional de Industria (INI) en España. Las necesidades designadas desde el Centralismo gobernante dieron como consecuencia el enorme aumento de los desequilibrios territoriales ya preexistentes. Sólo el 4% de las inversiones del INI vinieron a Andalucía, aun representando un 20% de la población del Estado. Un ejemplo más del papel reservado para Andalucía por los gobiernos centralistas de España. Nada nuevo. Consecuencias hay muchas, pero basten unos datos:
– En 1950 el 27,8% de las exportaciones españolas eran Andaluzas; en el año 2000, solo el 8,5%.
– En el año 1900 la aportación del PIB Andaluz al Español era del 17,9% (ya mermado durante el s XIX), que pasó al 14,1% en 1950 y al 12,9% en el 2000.
– En el año 1900 la renta per capita Andaluza era el 90,1% de la media Española; en 1950 el 84,8%, y en el año 2000 el 69,2%.
Cabe recordar que, tras la guerra civil, los “excedentes” agrícolas y la propia producción de Andalucía, Castilla la Mancha, Levante o Galicia fueron los principales recursos para recomponer el país. Además, desde 1950 hasta 1986 las divisas que los emigrantes mandaban eran parte del ingreso necesario para equilibrar la balanza de pagos española; emigrantes de diversos puntos de la península, pero sobre todo de Andalucía liderando este macabro ranking. Provincias como Jaén, Córdoba o Granada vieron como sus pueblos emigraban masivamente. Un dato que revela la magnitud de esta tragedia humana, que sirvió para enriquecer otras zonas del Estado: Entre 1951 y 1980 el saldo migratorio de la provincia de Córdoba fue de -361.700 personas, lo que representa casi la mitad de la población actual de la provincia.
La etapa democratica no ha alterado esta tendencia que dura ya dos siglos. El colonialismo ha convertido y situado a Andalucía como una economía dependiente de las decisiones de los centros de poder, periférica por no poder participar realmente en la toma de decisiones, y a las Andaluzas en las gentes más empobrecidas y exiliadas económicamente de todo el Estado.
La realidad es que las decisiones las toman en Madrid por nosotros. No hemos conseguido dirigir nuestro destino, decidir nuestro modelo y definir nuestra estrategia. Y lo hemos permitido. Hemos dejado a nuestros representantes políticos vender los intereses de Andalucía una y otra vez, en virtud de unos hipotéticos intereses generales del Estado. Hemos sido, somos y, si no lo cambiamos, seguiremos siendo moneda de cambio en manos del estatalismo político existente.
Un partido político de carácter estatalista que respete los derechos humanos, proteja los derechos de los más desfavorecidos, y sea capaz de imponer una redistribución de renta que asegure no solo los servicios públicos de calidad, sino accesibilidad y asequibilidad de los mismos, no es suficiente para Andalucía. Seguiríamos siendo moneda de cambio en manos de intereses ajenos.
Hace poco elegí al azar a una Diputada Andaluza de Unidos Podemos en el Congreso de los Diputados, me entretuve en leer sus intervenciones en las Comisiones (de cooperación internacional para el desarrollo, de Presupuestos… ) y en las Sesiones Plenarias del Congreso. Es una diputada por Cádiz. Interesantes reflexiones en diferentes ámbitos las que expone en sus 27 intervenciones. Cuando terminé me quedó una extraña sensación….., decidí hacer un pequeño estudio de frecuencia de uso de vocablos: aparecen repetidos términos como Unión Europea, Berta Cáceres (S.T.T.L.), Austria, España, Bolivia, Honduras, Bruselas, Nigeria, Amnistía Internacional, Derechos Humanos, Constitución, Organizaciones Sociales, Transparencia, Participación Ciudadana, Sindicatos, Externalizaciones, América Latina, Trump, Venezuela, Cuba, México, Costa rica, EEUU, PNUD, Imparcialidad, Paraísos Fiscales, Corrupción, Islas Caimán, Panamá, República de Mauricio, Estado, Urgencia Social, Pobreza Energética, Refugiados, CIE, Frontera Sur, Devoluciones en Caliente, Educación Pública, Sanidad Pública, Privatizaciones, Gestión Agua Canal Isabel II, ACS, Florentino Pérez, Guatemala…
Tras repasar y recontar, de la boca de esta capaz e inteligente Diputada, no habían salido en sus intervenciones términos como CADIZ, o ANDALUCÍA. Lo cual deja claro el hecho comentado. Sea como fuere, seguimos teniendo representantes en Madrid cuyo perfil estatalista deja a Andalucía huérfana en la defensa de sus intereses propios; se diluyen los intereses de los Andaluces en los partidistas y estatales.
Es solo un ejemplo.