Artículo enviado a P36 por Al Hakem Rodríguez (Foro Aben Humeya)
En relación a las declaraciones del arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, referidas a que Córdoba será capital mundial del «ecumenismo», sin hacer extensivo este término a las otras dos grandes cosmovisiones abrahámicas universalistas, musulmana y judía, rechazamos por completo el uso tanto sectario como excluyente de su visión pseudo-ecuménica; miopía colateral a la del cerril caciquismo del obispado de Córdoba, manifestada también sin pudor en prensa -prohibiendo orar (¿¡sic!?) a no cristianos-, da la impresión que en vez de llamar a una dimensión espiritual y hermanamiento de los convecinos, le pone mucho más emular el fanatismo.
Para completar el esperpéntico cuadro aparecen además destacados «socialistas» dándoselas de cristianos entre el Alminar, los Arcos de herradura y el Mihrab, en la ciudad de Medina-Azahara. ¿Alguien podría dar más hasta por Cádiz en carnaval?.
¿Y es que terminaremos alcanzando el «síndrome de Estocolmo» colectivo?. ¿Se ha conseguido ya secuestrar el alma de todo un Pueblo…? Un estado extranjero, el estadúnculo vaticano y sus palmeros, presuntos nacionalistas españoles, insultan a todos aquellos que dejaron sus vidas en laicas fosas anónimas, en las cunetas ensangrentadas de la aconfesionalidad, tanto en la guerra como en la posguerra inciviles, luchando hasta el último aliento por alcanzar los derechos que cualquier ciudadano del continente considera ahora normales. En sus países, claro. Salvo aquí.
En nuestra Córdoba olvidada, jamás perdida, se ve ante que poder fáctico se inclinan los autodenominados «comunistas» de sacristía, los monaguillos «socialistas» tiralevitas y los supuestos conservadores «europeos», democracia de alzacuellos y escapularios falangistas al viento, rojas o pardas cortesanas de campanario. Inquisiciones nacionalistas españoleras besando sumisamente el anillo pastoral del purpurado amo de un cortijo, antes llamado Mezquita de Córdoba, símbolo prostituido de las Tres Culturas, hipoteca perpetua de los andaluces al capellán castrense del señorito castellano, vergüenza eterna de toda la Humanidad. Si queremos conocer nuestra Historia obligan a pagar a la mayoría de los andaluces y a todo visitante del Sagrado Templo de emires y califas, en metálico, a Roma. No, no se trata de un mal chiste de «Axterix el galo», evidencia las tragaderas de boca de alcantarilla de ciertos funcionarios rojigualdos del imperio o de las que se escandalizan ante el «sexismo» y van detrás de la procesión infamante de ese estado papista -repito, extranjero- en el que sólo los hombres mandan, que prohibe a las mujeres participar de su totalitario poder en el mismo lugar donde se martirizó a la «papisa» Juana, descuartizada por sus fieles, oficioso e histórico auto de fe sin encubridora capillita ni simulacro de tribunal. «Sancho, cuidado…», Aldonza Lorenzo, cuerpo a tierra.
La Mezquita de Córdoba no morirá convertida en un chiringuito del «santo» oficio, a pesar de vuestros esfuerzos, hipócritas; al igual que una Caja de Ahorros andaluza donde depositen sus ahorros padres de familia y trabajadores con su sudor, a los que después de haber vampirizado, letra a letra, tantos años fusilan su vivienda y se la apropian, aprovechando sin el menor escrúpulo esta penosa recesión, con la complicidad de tantos politicastros de alquiler. No, resultaría escandaloso hacer corresponsables a los contribuyentes de sus impagos, pérdidas o deficiencias de gestión, del mismo modo que el gran capital que durante los años de bonanza fue a parar en exclusiva a los bolsillos de un selecto club privado, no quisieron compartirlo o invertirlo creando riqueza. No y no, una Caja, motor del desarrollo de nuestra tierra, no compromete jamás a servir a la arbitrariedad anticonstitucional, a sostener los privilegios ilegítimos de aquellas siniestras sotanas que hace no mucho bendijeron a los escuadrones de la muerte clerical-franquistas. La sonrisa de todo Presidente de la Junta de Andalucía digno implica siempre, al mismo tiempo, firmeza frente a los que pretendan embolsarse beneficios ilegítimos; en manera alguna supondría doblez jesuítica y compadreo cínico con chacales revestidos de piel de cordero.
Comprobemos todos y todas, andaluces o no, los tentáculos foráneos del terror romano apropiarse de forma mezquina, patética y egoísta de un Patrimonio de la Humanidad, la Mezquita de Córdoba, la cual obtuvieron a sangre y fuego, mientras presumían entre su corte de borregos y mercenarios de su «buen Jesús», manipulado en vano para justificar su avarienta villanía y sus atroces masacres por el orbe de punta a punta. Tal vez encontréis en este momento la amilanada complacencia de los débiles mentales, de los que buscan encubrir inútilmente sus corruptelas y de los que se sienten «culpables» por no creerse ya seres humanos: esa tropa zombi de carcamales alienados a los que un enano dictador matarife del Ferrol dejó sin infancia y por ello anhelarían legarnos su rancia podredumbre vengativa. Esos que aplauden la discriminación de las minorías, ideológicas o étnicas, y permiten llenarse los bolsillos a las curianas usureras. A carcajadas se están riendo de la ciudadanía gran número de chupópteros sueldo-fijos, o pensioncitas aseguradas, despreciando incluso a su gente, jugando a mal disfrazados funcionarietes del pesebre nacional-católico.
La Puerta del Perdón de la Mezquita de Córdoba acoge al creyente y al agnóstico, al religioso o al ateo, a todas las culturas, sensibilidades, estéticas o razones. Tal es la Grandeza. Por ello hay que salvaguardar para las generaciones futuras, evitándose así el atroz ejemplo, esa inicua catedral bochornosa, destructora del cuerpo central del mayor templo islámico del mundo en su tiempo; porque representa el paradigma de la barbarie absoluta, junto con las tumbas malditas allí presentes de los que ordenaban torturar y quemar viva a la discrepancia; al lado del recordatorio laureado en mármol de los frailes que fueron ajusticiados por pertenecer a una iglesia que, brazo en alto e impasible el ademán ostenta el triste record -y así se enseña allende Pirineos a cualquier escolar del continente, excepto perrunos docentes triperos- de haber amparado las mayores matanzas en tiempo de paz de toda Europa, dentro y fuera de las cárceles del exterminio de su glorioso movimiento nacional. No penséis que el silencio implica ignorancia. Tal es la Grandeza del Islam. Os invitamos a todas y todos, también a vosotr@s cobardes cómplices de tantos genocidios, a pasar por la Puerta del Perdón de nuestra Aljama, mas nunca por la del olvido. Tal es la Grandeza del Islam de Al-Andalus.
Escuchad el armonioso canto del almuédano, no acallado por los cencerros de los sobreros que maltratan aún a nobles toros o pastores afganos en sus mataderos circenses; no silenciado por los que disfrutan con las torturas, encarcelamiento y masacre de personas o animales, del mismo modo que antes lo hacían en la pira de la Plaza Mayor, tras pasar por el dominico potro de tormento. ¡Cuánta sangre se ha vertido, Córdoba; cuánta en las Sierras y Campiñas de las Andalucías, desde Manila a la Plaza de las Tres Culturas!. ¿Por qué dejáis expoliar a los herederos de los verdugos lo que únicamente pertenece al Pueblo?.
Verde Campiña, Sierra de blancas nubes, Uadi al-Quivir… Por ti no nos importa la muerte, Mezquita de Al-Andalus, ensueño de Amor vivo. No te rindas. Despierta…
Andalucía, 15 de octubre de 2009
AL-HAKAM RODRIGUEZ
FORO ABEN HUMEYA
Ya veo que tan sólo con la psicología es difícil entenderse, pasemos a otras formas de expresión. ¿Servirán las del arte…?
http://www.refinandonuestrossentidos.com/tres_minutos_con_seis_segundos.php
MUCHOS ROSTROS, MUCHAS MASCARAS, EN LA POLITICA DE LA VIDA; PERO UNAS SOLAS MANOS Y UN SOLO CORAZON.
LOS QUE MUESTRAN EL GENOCIDIO DE TODO UN PUEBLO, TU PUEBLO, NUESTRO PUEBLO.
Alberto Durero autorretrato
En el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nüremberg, vivía una familia con varios hijos.
Para poner pan en la mesa para todos, el padre trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de carbón, y en cualquier otra cosa que se presentara.
Dos de sus hijos tenían un sueño: querían dedicarse a la pintura.
Pero sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia.
Después de muchas noches de conversaciones calladas, los dos hermanos llegaron a un acuerdo.
Lanzarían al aire una moneda, y el perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara. Al terminar sus estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa con las ventas de sus obras.
Así, los dos hermanos podrían ser artistas..
Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia.
Uno de ellos, llamado Albrecht Durero ( o Albretch Dürer en alemán), ganó y se fue a estudiar a Nüremberg. Entonces el otro hermano, Albert, comenzó el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció por los próximos cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia.
Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.
Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durero se
reunió para una cena festiva en su honor.
Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado trabajando en las minas para hacer sus estudios una realidad y dijo: «Ahora, hermano mío, es tu turno. Ahora puedes ir a Nüremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de todos tus gastos».
Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa hacia el rincón de la mesa que ocupaba su hermano. Pero este, con el rostro empapado en lágrimas, se puso de pie y dijo suavemente:
«No, hermano, no puedo ir a Nüremberg. Es muy tarde para mi.
Estos cuatro años de trabajo en las minas han destruido mis manos.
Cada hueso de mis dedos se ha roto al menos una vez, y la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis.
No podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino, y no podrá manejar la pluma ni el pincel. No, hermano, para mí ya es tarde. Pero soy feliz de que mis manos deformes hayan servido para que las tuyas ahora hayan cumplido su sueño».
Más de 450 años han pasado desde ese día.
Hoy los grabados, óleos, acuarelas, tallas y demás obras de Albretch Durero pueden ser vistos en museos alrededor de todo el mundo.
Pero seguramente usted, como la mayoría de las personas, solo recuerde uno.
Seguramente hasta tenga uno en su oficina o en su casa.
Es el que un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano, Albretch Durero dibujó las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo.
Llamó a esta poderosa obra simplemente «Manos», pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte y se le cambio el nombre a la obra por el de «Manos que oran».
COMO ESAS MANOS QUE ORAN, EXPLOTADAS, DESPRECIADAS, CONDENADAS… SON A LAS QUE EL ESTADO VATICANO (SI, «EXTRANJERO») Y SUS ADLATERES, PROHIBEN EXPRESAR LIBREMENTE SU CREENCIA EN LA MEZQUITA (SI, «USURPADA Y EXPOLIADA») DE CORDOBA.
DONDE NO HAY JUSTICIA, DIFICILMENTE SE PUEDE HALLAR VERGÜENZA.
Answer for Mr. Garrido (Trad. «¡Hola Curro!»)
http://scp.sagepub.com/cgi/content/abstract/27/2-3/255
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