Para Andalucía (30% de paro), España (21%) e incluso para la Unión Europea (UE) y la zona euro el principal problema no es el déficit o la deuda pública. Estos han sido consecuencia y no causas. Si los tratamos como causas estamos ocultando las verdaderas causas reales. El problema principal se llama paro masivo que además está adquiriendo dos características singulares:
a) La dualización de los territorios: en la UE, que tiene una tasa de paro del 10%, hay estados con una media inferior al 7% (Alemania, República Checa, Luxemburgo, Holanda, Malta o Austria), lo que significa que sólo hay paro friccional y no estructural, y un sólo estado que supera el 20%: España. (21,2%). Y en el estado español Andalucía tiene el triste record de acercarse al 30%. Necesitamos, por tanto, en primer lugar que se reconozca la gravedad y singularidad del problema andaluz y en segundo lugar que se articulen medidas extraordinarias porque extraordinaria es la naturaleza de nuestra situación.
b) La duración del paro masivo: Andalucía superó la tasa del 15% de paro en el primer trimestre del 2008. Llevamos por lo tanto cerca de cuatro años con niveles de paro insostenibles que amenazan con convertirse en estructurales, con lo que conlleva de desconexión de una parte importante de nuestra población activa del sistema productivo y además de marginación con respecto a las innovaciones técnicas.
Hay que decir muy alto que no se puede luchar contra el déficit y la deuda pública si no se aportan, al mismo tiempo, soluciones al paro. Ninguna organización social es sostenible con el 30% de la población activa en paro.
En esta etapa de la crisis parece que se perfilan dos modelos. EE.UU. pone el desempleo (tienen una tasa en torno al 10%) como prioridad con el plan por el empleo de Obama como mascarón de proa, mientras que la UE se apunta a las políticas de “austeridad” que priorizan la “realidad” monetaria y fiscal (inflación, déficit y deuda pública) como objetivos macroeconómicos absolutos.
La UE ha convertido a Grecia en el mayor de los problemas cuando sólo supone una parte muy pequeña de su economía global (en torno al 2% del PIB de la zona euro) y la está conduciendo a una situación límite, social y económicamente, en una especie de castigo ejemplarizante al que Zapatero parece que ha sido muy sensible al modificar la Constitución de prisa y corriendo para introducir la ortodoxia liberal en materia de gasto público como su epitafio político.
Desde luego no defendemos mirar para otro lado cuando el déficit y la deuda pública se hacen insostenibles pero si hacer compatible la lucha contra los mismos con la lucha contra el paro no sólo por motivos sociales sino también porque no tienen solución lo uno sin lo otro. Y ¿cómo es posible?. La respuesta está en no considerar el déficit público como una magnitud abstracta, como una cifra, sino en entrar a analizar cuál es su contenido, es decir, cómo se ingresa, cómo se gasta, qué parte de ingreso y de gasto se utiliza para disminuir el déficit y cuál es el horizonte temporal para volver a equilibrar el presupuesto. Si se quiere disminuir el déficit sólo por la vía del gasto y de forma expreses lo que se provoca es un shock de demanda incompatible con una situación de paro masivo. Por lo tanto proponemos:
a) Consensuar una reforma fiscal acorde con la realidad del siglo XXI basada en la lucha contra el fraude no sólo desde el punto de vista de la inspección sino sobre todo de la reforma normativa para impedir las situación de fraude estructural: gravar las transacciones financieras; las grandes fortunas y las externalidades negativas ambientales.
b) Consensuar unos presupuestos de gastos basado en la garantía de la prestación de los servicios básicos del estado social (Pacto Federal) y las inversiones para reactivar la economía en una perspectiva de transición hacia un modelo productivo que se adapte a la crisis ecológica.
c) Calmar la reducción del déficit en función del volumen de deuda pública. La deuda pública (acumulación de déficits) del conjunto del estado está en torno al 65% del PIB, muy lejos de la de Italia, Reino Unido, Portugal o EE.UU, y por lo tanto permite una reducción no traumática del déficit y no como se propone ahora.
d) Acentuar los mecanismos redistributivos mediante la modificación la financiación autonómica y local para que asuma la situación de paro de cada territorio con la creación de un fondo específico contra el paro estructural para la inserción de parados en el sistema productivo.