Manuela Martínez | Andaba una periodista dándole otra vuelta a la EPA para preparar un reportaje sobre el ritmo de creación de empleo y la calidad del empleo que se está creando en Granada. Y, después de darle muchas vueltas a los datos, llegó a la conclusión de que, en el último año, Granada ha creado empleo a un ritmo incluso mayor que el de la media nacional pero TODO el empleo creado es temporal. Ante esta situación, me pide una valoración. Y la quiero compartir aquí.
En primer lugar, conviene señalar que la alta temporalidad del empleo en Granada no es una consecuencia de la crisis económica, aun cuando se ha agravado con la reforma laboral y las políticas de austeridad del gobierno de Rajoy´.
Lo cierto es que el panorama laboral granadino no presenta mejor futuro que al inicio de la crisis. Nada se ha hecho para cambiar las cosas y adolece de las mismas carencias y defectos, con una economía basada en tres pilares: la construcción, que no levanta cabeza, los servicios, muy dependientes de la situación económica, y la agricultura, poco diversificada y con un excelente potencial de innovación aun no desarrollado. Sin olvidar que Granada no ha desarrollado una industria propia, ni ha basado su crecimiento económico en el desarrollo industrial.
Este modelo productivo fue el que posibilitó que durante los años de bonanza económica, el mercado de trabajo granadino fuese más dinámico que el del conjunto del Estado, con un importante crecimiento de la población activa y de la tasa de ocupación, y el que continúa explicando que este último año Granada haya creado empleo a un ritmo mayor que la media nacional, eso sí, temporal y precario. Antes y ahora, la UGT ha venido denunciando con insistencia esta realidad, que la calidad de nuestro mercado de trabajo dejaba mucho que desear.
Pero hay otro aspecto muy importante, la cultura empresarial. Sin lugar a dudas, la cultura empresarial tiene mucho que ver en la configuración de un panorama laboral granadino marcado por la precariedad laboral. De hecho, una buena parte del empresariado granadino ha abusado injustificadamente de la contratación temporal. Tanto en la etapa expansiva del ciclo económico, la que algunos consideran “brillante”, como durante los años de crisis actual. De hecho, el aumento de la demanda en todas las ramas de actividad se ha cubierto con contratos temporales y, en muchos casos, a tiempo parcial. Es cierto que existe la temporalidad estacional, que afecta fundamentalmente a la agricultura, el turismo, el comercio y la hostelería, entre otros. Pero también lo es que los contratos temporales en estos sectores deberían haberse transformado en fijos discontinuos. Sin olvidar las enormes bolsas de economía sumergida que concentran y sus graves consecuencias para la salud de nuestra economía. También hay actividades como la educación, los servicios sanitarios y sociales, muy especialmente la dependencia, que presentan cifras de temporalidad excepcionalmente elevadas y que no encuentran justificación en el carácter estacional de su prestación sino en los recortes decretados por el gobierno.
¿Y qué haría falta para revertir esta situación y crear empleo de calidad? Pregunta la periodista. Le respondo que la clave en estos momentos se encuentra en cambiar el chip y crear empleo estable. Pero los empresarios no parecen estar por la labor y eso que la reforma laboral “se vendió” con este objetivo. Así lo ratifican las estadísticas mensuales sobre contratos, con poco más del 3 por ciento de contratación indefinida.
En la UGT entendíamos que la crisis económica brindaba una oportunidad de oro para alterar las pautas de contratación y rebajar la tasa de temporalidad hasta niveles cercanos a la media de la Unión Europea. Cuestión fundamental, si tenemos en cuenta que el nuevo modelo productivo, al que deberían haberse dirigido todos los esfuerzos, exige empleo de calidad, no temporal, basado en la formación y la innovación y no en unos bajos costes laborales.
Cuando comenzó la crisis y estalló la burbuja inmobiliaria, todo el mundo hablaba de la necesidad de un cambio de modelo productivo, pero al igual que ocurrió con la propuesta de refundar el capitalismo, parece haberse olvidado.
Nosotros no lo hemos olvidado y lo seguimos reivindicando porque es necesario superar las carencias de nuestro tejido productivo y las desigualdades que genera. Y apostamos claramente por un nuevo modelo productivo cuya base sea el empleo de calidad, en el que los sectores tradicionales sean permeables a la innovación y el desarrollo tecnológico y en el que la industria y los sectores emergentes sean capaces de promover un desarrollo económico, social y medioambientalmente sostenible.
Somos conscientes de que el tránsito hacia ese nuevo modelo productivo es un proceso largo y difícil. Y no se resume en potenciar nuevas actividades y abandonar otras. Tiene que construirse desde sectores ya clásicos en Granada, pero con nuevos enfoques, como la construcción no especulativa o el turismo sostenible. Tiene que construirse con un sector industrial más desarrollado y con gran capacidad de generar empleo y potenciando otros sectores más competitivos, como la agroindustria. Y a partir de ahí avanzar hacia sectores emergentes como las energías renovables, la biotecnología… en definitiva, hacia sectores más sostenibles que generen riqueza y empleo de calidad.
Ese nuevo modelo productivo pasa por incrementar la productividad a través de mejoras en la organización del trabajo, de más inversiones tecnológicas, de mayor cualificación y calidad del empleo… y no desde los bajos salarios, la precarización de las relaciones laborales, ni la reducción del número de puestos de trabajo.
El empleo debe estar en el centro de todas las políticas públicas. Creemos que se necesita un mayor compromiso de las distintas Administraciones, con incrementos de inversión en infraestructuras y servicios públicos, y el establecimiento de planes de empleo eficaces, como condiciones imprescindibles para reactivar la economía y el empleo.
También es necesaria la movilización por parte de la banca de recursos para garantizar el crédito a familias, pymes y autónomos. Así como reforzar nuestro débil tejido industrial, garantizando el mantenimiento del empleo y de las unidades productivas en funcionamiento.
Lo lamentable, es que nada de esto o muy poco se está haciendo y nuestro principal problema hoy continúa siendo la destrucción de empleo y las escasas expectativas de inserción laboral de los desempleados granadinos.
Y ahora nos venden “recuperación” y pretenden que demos por buena esta salida de la crisis, cuando ni la crisis ni esta salida son nuestras.