Ni Mas, ni menos

 

Las recientes estupideces del actual presidente de la Generalitat, Artur Mas, sobre el habla andaluza o gallega no tendrían mayor importancia  si no fueran las expresión de un conflicto que se avecina en un porvenir  cada vez menos  futuro. El insulto y la provocación  hacia el “otro “, sea  este  andaluz, catalán o marroquí; es un viejo truco de la derecha, sea esta española, catalana o andaluza, para movilizar y mantener cohesionados  a sus propias bases.  La fabricación del odio, en dosis más  o menos moderadas, hacia el distinto,  forma parte del programa mínimo de cuantos reaccionarios  han existido.

 Pero estas declaraciones de  Duran, hace meses, y de Mas, ahora, responde a la preparación de un conflicto  que pretende convertir la actual crisis económica, ecológica y política en una “guerra de todos contra todos” entre los pueblos del Estado español. ¿Con que fin? Los fines son  diversos. Pero destacaremos los que entendemos que son los  dos más relevantes. En primer lugar  el objetivo es  desviar la atención y la responsabilidad del tsumani  neoliberal del gobierno de CIU hacia un “enemigo exterior (Madrid, España, los derrochadores  y  vagos andaluces, ect). De esta  manera  los recortes en sanidad y educación no serian responsabilidad de Mas sino del “robo a Cataluña”. Nada nuevo tampoco.

El segundo objetivo es conseguir un modelo de federalismo asimétrico a tres bandas: España, Cataluña y País Vasco. En este modelo Cataluña gozaría de un sistema de financiación pactado bilateralmente   con el Estado, similar al “concierto vasco”. Tal modelo  consagraría y agrandaría las desigualdades territoriales, seria fraudulento (como ya lo es el “concierto vasco”) y daría un golpe fatal al “Estado de las Autonomías” pero también a las posibilidades de un federalismo radical  democrático en España.

Por ello la respuesta ante los insultos de CIU no debe ser incurrir en el mismo  juego y caer con ello en la estrategia del odio. Las llamadas al boicot de productos catalanes o las descalificaciones  xenófobas  contra Cataluña son tan  soeces y reaccionarias como las palabras de Mas o de Duran i LLeída. La alianza con los ciudadanos y ciudadanas catalanes que hoy se oponen  en la calle y en los centros de trabajo   a la política de CIU debe ser la respuesta. El 15-M ha sabido percibir  muy bien la solidaridad natural  de la gentes frente a los poderosos  empuñen estos la bandera que empuñen. Por eso tanto  los nacionalistas  españoles  (Esperanza Aguirre, por ejemplo) como los nacionalistas  conservadores  catalanes ( Mas, Duran) han puesto en su diana a este movimiento.

Pero el 15-M, los andaluces y las  andaluzas, los catalanes y las catalanas a los que les repugna l la xenofobia  y el neoliberalismo de CIU;  deben  de saber  que junto con los sentimientos y las movilizaciones, las consignas y los gestos de rebeldía debe aparecer las propuestas y las alternativas políticas. Sin la acción y la movilización de los  ciudadanos la  política es imposible o simple impostura. Sin la política la acción y la movilización pierden su poder constituyente y generan ese caldo de cultivo de la derecha extrema que es la frustración.  La alternativa política ante la “guerra de todos contra todos”  no es  otra que el federalismo radical democrático.