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No hubo ‘mala praxis’ entre los científicos del ‘Climategate’

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Al final, no hubo nada. El ‘Climategate’, el supuesto escándalo que comprometía la credibilidad de los científicos que estudian el clima, no tenía base alguna. El trabajo de los investigadores era correcto. El veredicto se ha sabido ahora, después de que una comisión de investigación concluyera su estudio de los hechos y meses después de que Phil Jones, el respnsable del centro de investigación de la Universidad de East Anglia, dimitiera para no dar más crédito a habladurías. El reputado científico sufrió tal descrédito público que confesó que había pensado en suicidarse. Ahora, debe respirar tranquilo al fin.

El panel independiente que ha investigado la presunta manipulación de datos científicos en informes de la ONU, ha concluido que no hubo malas prácticas entre los científicos del llamado ‘Climategate’, según ha adelantado la BBC.

Sin embargo, el informe afirma que sería útil que los investigadores trabajaran más estrechamente con expertos en Estadística para asegurarse de que utilizan los mejores métodos: «No podemos dejar de subrayar que es muy sorprendente que la investigación en un área que depende en gran medida de métodos estadísticos no haya sido llevada a cabo en estrecha colaboración con profesionales de este área», dice el informe.

A finales de 2009, unos desconocidos piratas informáticos hicieron públicos los correos correos electrónicos enviados y recibidos durante años por científicos de la Unidad del Clima de la Universidad británica de East Anglia.

Nunca se supo quién era el responsable del delito informático, pero éste sirvió para que los críticos de las teorías del clima se frotaran las manos. Diversas webs y medios de comunicación analizaron el contenido de esos miles de correos privados, muchos ellos cargados de cuestiones personales y triviales. Otros, escritos en un tono coloquial entre los científicos dieron pie a los críticos a afirmar que los investigadores ocultaban o manipulaban datos sobre el clima. Había nacido el Climategate, el nombre que, imitando el nombre del famoso caso Watergate, se dio al asunto de los correos.

El director del departamento, Phil Jones, presentó su dimisión hasta que se esclarecieran los hechos.

El robo y la distribución de los correos coincidió en el tiempo con la Cumbre del Clima de la ONU en Copenhague. Los e-mail salieron a la luz pocos días antes de que comenzará la reunión internacional. Científicos, políticos y representantes del IPCC sugirieron que era un intento de distraer la atención sobre la cumbre del clima y de sembrar dudas sobre la cuestión. Si ese era el objetivo de quienes robaron los correos es difícil de saber, puesto que el delito permanece anónimo. Lo que es indudable es que ese sí fue el efecto que consiguieron. El Climategate acaparó titulares antes, durante y después de la Cumbre del Clima y logró restar espacio a las cuestiones que estaban en negociación durante la cumbre. Ahora, meses después, se ha sabido que hubo mucho ruido y pocas nueces. En los correos no había nada que mostrara malas prácticas de los científicos.

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