Mario Ortega./ Ayer en la panadería la panadera, como sabe de mis aficiones políticas, me interpeló. ¡Y ahora qué con la Cristina! Como yo tenía un elefante en la cabeza respondí, ¿qué ha pasao hoy con la familia real que no me h´enterao?
Que no que no, que no te digo la del Urdangarín, que te digo la de Argentina, me aclara. Bueno, ahí estuvimos hablando el rato suficiente como para que llegar a comer tarde. El comentario de mi pareja al estilo de Woody Allen: ¡Otra vez la panadera!.
Bueno, a lo que voy, yo tenía en la cabeza el elefante. La foto del monarca vestido a lo Cuando ruge la marabunta, rifle en mano, junto a aventurera sonriente, delante de un bellísimo y gigantesco elefante arrodillado y muerto a su espalda. Los hechos ocurren el día en que la república se hace contemporánea, 14 de abril. He ahí el marco ideal para interpretar el republicanismo frente a la monarquía.
Además ocurre tras la retahíla de hechos recientes que estaban desvelando el verdadero papel de la Casa del Real. Además de conocer que JC acababa de visitar a escondiícas y por su cuenta la jerarquía de Arabia Saudí. Además se rompe la cadera, estructura de sostén de toda la estructura.
Además, y sobre todo, un ELEFANTE, especie en extinción que nos remite a la lacrimógena Dumbo, al buen salvaje del El libro de la selva, e incluso a aquel elefante blanco del 23 F.
Yo no digo más. Con este marco conceptual, es imposible no pensar en el elefante republicano.