Leyendo a Eduardo Galeano recuerdo esta frase: «cuando ellos llegaron, nosotros teníamos la tierra y ellos la Biblia y nos dijeron que cerráramos los ojos; cuando lo abrimos, ellos tenían la tierra y nosotros la Biblia». Estas memorables palabras de Galeano solo me hacen pensar en esta reflexión que tengo en la cabeza desde hace muchos meses: «nos dijeron, cierren los ojos, sueñen con su futuro estudiando la carrera que os apasiona, luego un Master y vivirán mejor que sus padres; cuando abrimos los ojos, ellos tenían nuestro dinero de las carreras, y nosotros los sueños rotos y frustrados».
En estos días vemos como las bibliotecas se llenan de miles de jóvenes que se enfrentan a los primeros exámenes donde no sólo se juegan una matrícula de honor o el aprobado, sino su futuro en las carreras porque si suspenden solo una asignatura ya no podrán tener beca. Siempre recordaré que mis padres nos decían a mi hermano y a mi que estudiáramos, que tuviésemos un trabajo mejor que el suyo, que no lo pasáramos tan mal como ellos lo habían pasado cuando se tenían que ir a la vendimia a Francia o trabajar a 43 grados encima de un tejado en pleno verano para poder vivir. Y si, estudiamos y aprobamos, estudiamos para tener un trabajo con mejores derechos, mejor pagado y con mejores condiciones laborales. Soñábamos con eso, con tener una gran preparación académica que nos diese un gran trabajo pero nos han quitado todos esos sueños que jamás han existido.
Porque somos las generaciones más preparadas y que vivirán peor que nuestros padres. Porque nuestros padres han visto que toda su inversión para que sus hijos vivieran mejor que ellos se ha convertido en todo lo contrario. Nosotros estamos frustrados y ellos están frustrados. Este capital que nos domina ha sido como las termitas: nos han ido comiendo poco a poco y ahora ya se han reproducido en una metástasis que nos ha ahogado a un futuro incierto y desolador.
El país está roto socialmente y ha quedado arruinado. En los restos de las ruinas quedan los sueños de aquellos jóvenes periodistas, maestros, enfermeros, médicos, abogados, trabajadores sociales, ingenieros, fisioterapeutas… que pasaban tantas noches en vela llenando las bibliotecas. Miles y miles de graduados que han huido a vivir la experiencia del extranjero como dice el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, que los jóvenes se van fuera por la experiencia no porque aquí no haya futuro. Se han cargado el país mientras las empresas de sus amiguetes se han llenado los bolsillos con ruinosas autopistas, aeropuertos, etc.
Cuando este año veía la cara de mis alumnos en las prácticas del Master de Profesorado, muchos estaban ilusionados con pisar la universidad y estudiar aquello que querían, otros veían que sin beca no lo podrían hacer, los que acaban sus carreras ya están viendo el Master de 1.0000 euros que le han dicho que deben pagar si quieren trabajar, algunos ni los miran porque sus padres no le han podido pagar ni la carrera, otros después de pagarlo ven cómo trabajan de prácticas solo un año por 400 euros al mes y luego son despedidos porque tienen que entrar la siguiente promoción del Master, unos cuantos tenían que abandonar la universidad cuando le quedaban tres asignaturas porque sus padres se habían quedado sin ayudas, otros se levantaban a las seis de la mañana para estudiar porque a las 8 entraban a trabajar y después tenían que irse corriendo a la universidad mientras se comían un bocata porque luego a las nueve de la noche volvían al trabajo y cuando se acostaban a las dos de la madrugada ya no le daba tiempo a estudiar. Todo esto son realidades y experiencias que uno ha ido viendo y viviendo en muchos compañeros con los que ha compartido pupitre en los últimos seis años desde que comenzó la carrera hasta que acabó su Master.
Miles de jóvenes no hemos llegado ni a los 30 años y nos han arrebatado el futuro. Ni sabremos como viviremos ni de que viviremos, ni sabremos cuál será nuestra calidad de vida en un planeta cada día más contaminado y podrido. El S.XXI nos ha llevado a la Edad Media. Nuestros padres se deslomaron para que nosotros fuésemos a la universidad. Todos sus ahorros iban al alquiler de sus hijos, a esos tuppers que con tanta pena hacían pero que preparaban con gran entusiasmo para que su hijo comiese caliente mientras vivía su sueño de la universidad. Ellos soñaban con ver a sus hijos trabajando en medios de comunicación, o en colegios, o en despachos de abogados, o en hospitales… Ahora ven que vuelven a trabajar en aquello que ellos hacían y no querían que sus hijos acabasen, con sueldos miserables y sin derechos laborales. El PP y el PSOE se encargaron de que las termitas del capital nos pudrieran las células de la ilusión y la vida. Porque nosotros cerrábamos los ojos y veíamos nuestra tierra hecha realidad pero cuando los abrimos, solo teníamos la Biblia porque la tierra nos la habían quitado para dejarnos sin vida.
Fran Moreno