Pilar de la Paz Moya | Hace justo una semana se podía leer en la página de facebook de la Tertulia Feminista Les Comadres: «¡Hoy estamos de celebración! ¡Rajoy ha anunciado que retira la contrarreforma del aborto! Un gran éxito de y para todas las mujeres y la sociedad civil. Que las jóvenes sepan que seguiremos luchando para que no vean mermados sus derechos».
Como las alegrías tampoco vienen solas pronto supimos que Gallardón había dimitido. Y nos alegramos muchísimo.
Junto a estas asturianas, las feministas españolas celebramos la noticia. A ellas nuestra gratitud porque esta asociación y las Mujeres por la Igualdad de Barredos salieron en tren hacía Madrid para protagonizar la más grande manifestación feminista de la historia de nuestro país. Su indignación contra la reforma que Gallardón se proponía hizo que fueran las promotoras del tren de la libertad, al que nos sumamos mujeres y, también, muchos hombres de toda España. Había que impedir que los derechos de las mujeres retrocedieran. Después vino la película “El Tren de la Libertad” cuya idea partió de la crítica de cine y paisana nuestra Pilar Aguilar Carrasco. No han podido con nosotras. Juntas lo hemos conseguido. Y la inmensa mayoría de las asociaciones de la sociedad civil han estado con nosotras. Ha habido muchas acciones feministas pero con el tren de la libertad aprendimos que #JuntasSomosPoderosas.
Y este domingo en muchas ciudades españolas hemos celebrado la retirada de la reforma que tanto sufrimiento traería. En Jaén convocó Marea Violeta.
El objetivo de todo Gobierno ha de ser procurar la felicidad de la ciudadanía. Por eso, las leyes se crean o se modifican para solucionar problemas, no para crearlos. La mayor parte de la sociedad estaba a favor de conservar la ley actual, y en democracia esto debe ser razón suficiente para no modificarla pero a este gobierno parece que la mayoría solo le interesa el día de las elecciones.
Por eso las encuestas les han hecho razonar y es que les dicen que el cuarenta por ciento de sus votantes no quería reforma. Tampoco les conviene olvidar que votamos más mujeres que obispos.