14/03/2011.
Los criminales que durante los últimos años, cobrando de sus amos, ha mentido hasta la nausea sobre la necesidad, economía y seguridad de las centrales nucleares, que se callen. Los tertulianos y articulistas que como lacayos de sus señores, engañan diciendo que la energía nuclear es más barata, cuando cada kilovatio nuclear genera residuos que hay que guardar durante miles de años ´y un riesgo cuña prima de seguro es infinita, que se callen,. Los que han proclamado que la energía nuclear nos proporciona autonomía energética cuando el 90%· del combustible nuclear se importa, España no extrae ni un gramo de Uranio y el precio de este en alcanza los 66 dólares por libra (amento un 42% en los último seis meses); que se callen. Los que califican, con más indecencia que vergüenza, que la energía nuclear es renovable cuando al ritmo actual de consumo no quedará Uranio ni para treinta años ; que se callen. Los que mienten, con el frio cinismo del sicópata, al garantizar que las centrales nucleares son seguras cuando sólo en España ya han muerto centenares de personas víctimas de la industria nuclear; que se callen. Los que dijeron tras Harrisburg que nunca más se repetiría, y volvieron a decir lo mismo tras Chernóbil; ahora, ante el horror de Japón, que se callen. Los que en un súbito ataque de preocupación ecologista, tan aparatoso como falso, nos vendieron que la energía nuclear era un instrumento contra el cambio climático, cuando la construcción, el mantenimiento, el funcionamiento, el almacenamiento de los residuos y el desmontaje de un central genera más CO2 que aquel que supuestamente ahorraría; que se callen. Aznar y Felipe González, que cobran directamente de las nucleares, que se callen. Que se callen todos, que se callen ya. Y que su silencio culpable y vergonzoso, nos permita escuchar el dolor y el sufrimiento, y oír, oír la verdad.
14/03/2011.
Imprescindible Gabo, como siempre.
Por Gabriel García Márquez
Conferencia de Ixtapa. México, 1986.
Gabriel García Márquez pronunció el siguiente discurso el 6 de agosto de 1986, en el aniversario 41 de la bomba de Iroshima.
——————————————————————————–
Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo. Un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo. Las nieves perpetuas cubrirán el desierto del Sahara, la vasta Amazonía desaparecerá de la faz del planeta destruido por el granizo, y la era del rock y de los corazones transplantados estará de regreso a su infancia glacial. Los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos. La Creación habrá terminado. En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas.
Señores presidentes, señores primeros ministros, amigas, amigos:
Esto no es un mal plagio del delirio de Juan en su destierro de Patmos, sino la visión anticipada de un desastre cósmico que puede suceder en este mismo instante: la explosión -dirigida o accidental- de sólo una parte mínima del arsenal nuclear que duerme con un ojo y vela con el otro en las santabárbaras de las grandes potencias.
Así es: hoy, 6 de agosto de 1986, existen en el mundo más de 50.000 ojivas nucleares emplazadas. En términos caseros, esto quiere decir que cada ser humano, sin excluir a los niños, está sentado en un barril con unas cuatro toneladas de dinamita, cuya explosión total puede eliminar 12 veces todo rastro de vida en la Tierra. La potencia de aniquilación de esta amenaza colosal, que pende sobre nuestras cabezas como un cataclismo de Damocles, plantea la posibilidad teórica de inutilizar cuatro planetas más que los que giran alrededor del Sol, y de influir en el equilibrio del Sistema Solar. Ninguna ciencia, ningún arte, ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces como la industria nuclear desde su origen, hace 41 años, ni ninguna otra creación del ingenio humano ha tenido nunca tanto poder de determinación sobre el destino del mundo.
El único consuelo de estas simplificaciones terroríficas -si de algo nos sirven-, es comprobar que la preservación de la vida humana en la Tierra sigue siendo todavía más barata que la peste nuclear. Pues con el sólo hecho de existir, el tremendo Apocalipsis cautivo en los silos de muerte de los países más ricos está malbaratando las posibilidades de una vida mejor para todos.
En la asistencia infantil, por ejemplo, esto es una verdad de aritmética primaria. La UNICEF calculó en 1981 un programa para resolver los problemas esenciales de los 500 millones de niños más pobres del mundo, incluidas sus madres. Comprendía la asistencia sanitaria de base, la educación elemental, la mejora de las condiciones higiénicas, del abastecimiento de agua potable y de la alimentación. Todo esto parecía un sueño imposible de 100.000 millones de dólares. Sin embargo, ese es apenas el costo de 100 bombarderos estratégicos B-1B, y de menos de 7.000 cohetes Crucero, en cuya producción ha de invertir el gobierno de los Estados Unidos 21.200 millones de dólares.
En la salud, por ejemplo: con el costo de 10 portaviones nucleares Nimitz, de los 15 que van a fabricar los Estados Unidos antes del año 2000, podría realizarse un programa preventivo que protegiera en esos mismos 14 años a más de 1.000 millones de personas contra el paludismo, y evitara la muerte -sólo en África- de más de 14 millones de niños.
En la alimentación, por ejemplo: el año pasado había en el mundo, según cálculos de la FAO, unos 565 millones de personas con hambre. Su promedio calórico indispensable habría costado menos de 149 cohetes MX, de los 223 que serán emplazados en Europa Occidental. Con 27 de ellos podrían comprarse los equipos agrícolas necesarios para que los países pobres adquieran la suficiencia alimentaría en los próximos cuatro años. Ese programa, además, no alcanzaría a costar ni la novena parte del presupuesto militar soviético de 1982.
En la educación, por ejemplo: con sólo dos submarinos atómicos tridente, de los 25 que planea fabricar el gobierno actual de los Estados Unidos, o con una cantidad similar de los submarinos Typhoon que está construyendo la Unión Soviética, podría intentarse por fin la fantasía de la alfabetización mundial. Por otra parte, la construcción de las escuelas y la calificación de los maestros que harán falta al Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la educación en los 10 años por venir, podrían pagarse con el costo de 245 cohetes Tridente II, y aún quedarían sobrando 419 cohetes para el mismo incremento de la educación en los 15 años siguientes.
Puede decirse, por último, que la cancelación de la deuda externa de todo el Tercer Mundo, y su recuperación económica durante 10 años, costaría poco más de la sexta parte de los gastos militares del mundo en ese mismo tiempo. Con todo, frente a este despilfarro económico descomunal, es todavía más inquietante y doloroso el despilfarro humano: la industria de la guerra mantiene en cautiverio al más grande contingente de sabios jamás reunido para empresa alguna en la historia de la humanidad. Gente nuestra, cuyo sitio natural no es allá sino aquí, en esta mesa, y cuya liberación es indispensable para que nos ayuden a crear, en el ámbito de la educación y la justicia, lo único que puede salvarnos de la barbarie: una cultura de la paz.
A pesar de estas certidumbres dramáticas, la carrera de las armas no se concede un instante de tregua. Ahora, mientras almorzamos, se construyó una nueva ojiva nuclear. Mañana, cuando despertemos, habrá nueve más en los guadarneses de muerte del hemisferio de los ricos. Con lo que costará una sola alcanzaría -aunque sólo fuera por un domingo de otoño- para perfumar de sándalo las cataratas del Niágara.
Un gran novelista de nuestro tiempo se preguntó alguna vez si la Tierra no será el infierno de otros planetas. Tal vez sea mucho menos: una aldea sin memoria, dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio de la gran patria universal. Pero la sospecha creciente de que es el único sitio del Sistema Solar donde se ha dado la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas va en sentido contrario de la inteligencia.
Y no sólo de la inteligencia humana, sino de la inteligencia misma de la naturaleza, cuya finalidad escapa inclusive a la clarividencia de la poesía. Desde la aparición de la vida visible en la Tierra debieron transcurrir 380 millones de años para que una mariposa aprendiera a volar, otros 180 millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras geológicas para que los seres humanos a diferencia del bisabuelo pitecántropo, fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y de morirse de amor. No es nada honroso para el talento humano, en la edad de oro de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso milenario tan dispendioso y colosal, pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón. Para tratar de impedir que eso ocurra estamos aquí, sumando nuestras voces a las innumerables que claman por un mundo sin armas y una paz con justicia. Pero aún si ocurre -y más aún si ocurre-, no será del todo inútil que estemos aquí. Dentro de millones de millones de milenios después de la explosión, una salamandra triunfal que habrá vuelto a recorrer la escala completa de las especies, será quizás coronada como la mujer más hermosa de la nueva creación. De nosotros depende, hombres y mujeres de ciencia, hombres y mujeres de las artes y las letras, hombres y mujeres de la inteligencia y la paz, de todos nosotros depende que los invitados a esa coronación quimérica no vayan a su fiesta con nuestros mismos terrores de hoy. Con toda modestia, pero también con toda la determinación del espíritu, propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de concebir y fabricar un arca de la memoria, capaz de sobrevivir al diluvio atómico. Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo, para que la nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia, pero que también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad. Y que sepa y haga saber para todos los tiempos quiénes fueron los culpables de nuestro desastre, y cuán sordos se hicieron a nuestros clamores de paz para que esta fuera la mejor de las vidas posibles, y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan mezquinos la borraron del Universo.
(c) GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Resulta curioso la inconsciencia pro-nuclear de ese activo grupito de presión, con sus habituales mantras propagandísticos de «energía segura», «limpia», «moderna» y demás falacias -subvencionadas- habituales propaladas por los media.
La mayoría de la gente esconoce que aunque se entierren los residuos radiactivos en las áreas contaminadas, mediante los acuíferos subterráneos o las escorrentías las criminales consecuencias de «negocio» de unos pocos cínicos sin escrúpulos va extendiéndose, por no hablar de lo que sucedería en caso de un terremoto fuerte: estamos en la zona sísmica más importante de Europa continental, el Paralelo 36 al sur de andalucía es una falla, de características similares -subducción- a la de Japón. Asi, esas aguas subterráneas o superficiales afectadas por radiaciones o evaporaciones, llevadas por los vientos, buscando su salida natural al mar, desde ANDUJAR (¿sabían que de los 120 trabajadores de su fábrica de uranio ya han muerto la mitad víctimas de cánceres y de enfermedades asociadas a las contaminación?), por ejemplo:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/FABRICA_DE_URANIO_DE_ANDUJAR/herencia/maldita/uranio/Andujar/elpepisoc/20001023elpepisoc_2/Tes
(…) se desplazarían a Córdoba y está provincia a su vez, desde el cementerio atómico de El Cabril, en Hornachuelos:
http://www.elpais.com/articulo/espana/CORDOBA/Terremoto/zona/cementerio/atomico/Hornachuelos/Cordoba/elpepiesp/19801112elpepinac_19/Tes
(..) lleva sus isótopos de muerte hacia Sevilla y Cádiz .
Se hace urgente coordinarnos en ese necesario boicot que pedían los compañeros, a todos los mezquinos colaboracionistas, sin olvidar la deslegitimación de esos políticos traidores a los verdaderos intereses del Pueblo y la salud humana. ¡BOICOT COORDINADO Y ORGANIZADO YA!
¡COMIENZA LA CONTRAOFENSIVA FRENTE AL LOBBY PRO-NUCLEAR! ¡NO BASTA CON LA CRITICA O LA PATALETA DE SALON! BOICOT A TODA PUBLICIDAD DE LOS MEDIOS DE IN-COMUNICACION DE MASAS K DE COBERTURA A «EXPERTOS» UNTADOS, PERRODISTAS PANIAGUADOS, MEDICOS TRIPEROS, SUPUESTOS INTERVINIENTES «NEUTRALES»…! NO COMPRAD LOS PRODUCTOS K ANUNCIEN NI DONDE LOS VENDAN…! (¡PASALO!)
La aniquilación total durante miles de años para beneficio de unos pocos genocidas sin escrúpulos…
El Horror, el Horror… EL HORROR:
http://www.youtube.com/watch?v=bL61CFakJ8w&feature=fvst