Escrito por Pepe Jiménez
Sevilla en las últimas décadas se ha convertido en un referente nacional y con reconocimiento mundial en horticultura social o de ocio, con un red de huertos que pocas ciudades han sido capaces de igualar y con un movimiento social muy valiente que los ha desarrollado y mantenido pese a los recortes en políticas sociales. Pero la durísima situación a la que la crisis ha llevado a miles de personas y familias en nuestras ciudades, determina para muchos un cambio en el concepto de la horticultura, de lo social a lo productivo, que pueda paliar en alguna medida la necesidad de alimento y de empleo. De ahí lo que podemos denominar “Nueva Horticultura Urbana”.
Desde los primeros asentamientos humanos la producción de los alimentos que estas comunidades necesitaban ha estado cercana a las viviendas, a las personas. Incluso en las ciudades amuralladas (Hispalis o Isbylia) la entrada diaria o semanal de hortelanos asentados a extramuros con sus productos a través de las puertas de la ciudad generó mercados callejeros, algunos perviven aún como el Jueves, reconocido como unode los más antiguos de Europa.
Con el crecimiento de las ciudades en el s. XIX y XX, hasta convertirse en grandes áreas metropolitanas, y el fenómeno de la globalización de la economía, este abastecimiento cercano ha ido desapareciendo a favor de otra forma que podemos denominar de “Mercado Central” (MercaSevilla). En la actualidad los productos hacen miles de kilómetros desde los lugares de producción no para abastecer a la población sino buscando el mejor precio, hemos pasado de la horticultura productiva a la especulativa. Este cambio es debido a un conjunto amplio de factores (caída de precios, cambios en las pautas de consumo, políticas de subvenciones agrarias, etc.) que trascienden del objeto de este artículo.
Por otro lado la actual crisis en la que el neoliberalismo nos ha sumido es comparable por sus efectos con una GUERRA, en la que no se enfrentan ejércitos sino economías, en la que las víctimas no caen muertas por las bombas sino que agonizan por las dificultades económicas, en la que realmente lo que se está atacando son los pilares de un modelo que algunos llaman “del bienestar” y que tan solo aseguraba que los más desfavorecidos tuvieran acceso a los servicios más básicos, convirtiéndolos en derechos fundamentales y constitucionales.
Lo que sí está claro en esta “guerra” económica es que los resultados directos para muchas familias de los países periéricos (los que de momento estamos perdiendo la contienda) son los mismo que en un conflicto bélico: Pérdida de sus hogares (desahucios), desempleo y pobreza (destrucción del tejido productivo y falta de recursos), malnutrición (bancos de alimentos, comedores sociales y escolares, etc.), incluso la aparición del mercado negro (auge de la economía sumergida).
En la última gran guerra europea, La II Guerra Mundial, la gran dependencia de las ciudades de las exportaciones de alimentos y la situación de pobreza y necesidad de la población, llevó a la aparición de movimientos de horticultura urbana de subsistencia, curiosamente en ambos bandos. Tanto en Berlín (Schrebergärten) como en Londres (campaña Dig for Victory), se llenaron jardines privados, campos deportivos y grandes parques de huertos trabajados por la población para autoabastecerse. Se conoció internacionalmente como Grow Your Own (cultívalo tú mismo). Pasada la guerra el movimiento hortícola gira sus miras hacia la actividad de ocio, la educación ambiental o los fines sociales (Green Guerrillas en Nueva York), perdiendo al autoabasteciento local de alimentos como objetivo principal.
La actual situación en las que millones de personas en Andalucía, cientos de miles de familias, están en situación precaria donde el desempleo de larga duración y la falta de recursos económicos plantea dificultades para poder incluso hacer tres comidas diarias. Puede que la horticultura productiva sea una contribución para paliar el problema, pero debemos hacernos una reflexión: si la necesidad nos lleva solo al autoabastecimiento cuando la situación de “guerra” remita lo suficiente ¿qué pasará con todo lo hecho? ¿se abandonarán los huertos o se reconvertirán todos en huertos de ocio?
Las personas y colectivos sociales que estamos trabajando en esta línea en la actualidad en ciudades como Sevilla estamos ante una disyuntiva en el planteamiento de esta nueva horticultura urbana: seguir la línea marcada por la heredada horticultura de ocio y quedarnos solo en la subsistencia y el autoabastecimiento, o aprovechar la oportunidad de consolidar un nuevo modelo de economía local social y ecológica.
Analicemos con más detenimiento este otro enfoque desde los planteamientos de la economía ecológica y la izquierda verde. Este modelo además de transformar la ciudad en un espacio más habitable y sostenible, que mejora la calidad del aire y reduce su huella de carbono con su cinturón de huertos, que transforma su paisaje y modifica su microclima (reivindicaciones históricas del ecologismo), construye todo un tejido económico de cooperativas y empresas laborales que generan riqueza repartiéndola, que generan empleo de calidad y estable, que producen bienes básicos no especulando. Nuevas cooperativas agrarias donde los trabajadores son los dueños y viceversa, donde los “jornaleros” son los “patronos”, donde las decisiones se toman en asamblea de forma democrática. Empresas con un fuerte compromiso con el territorio, nacidas en él y para él, al contrario de ese otro modelo tan favorecido por la derecha y la socialdemocracia en Andalucía de las multinacionales y sus filiales, que explotan los recursos naturales y humanos para después deslocalizarse a la mínima ocasión (Boliden, Delphi, Guillette, ¿recordamos?).
Pero parece que a parte de la izquierda ecologista, tanto la que milita en movimientos sociales como la que ostenta responsabilidades de gobierno, este planteamiento donde aparecen palabras como economía, riqueza o empresa, por muy social, demócratica y cooperativa que sean, les chirrían en el discurso. Este nuevo enfoque de la horticultura en Sevilla o en Andalucía no les parece lo suficientemente “rojo” o “verde” y, a mi parecer, se debe a planteamientos desfasados en lo político y poco operativos en lo social, ya que no resuelven los problemas de forma radical, es decir “desde la raíz”, de forma realmente transformadora y reproduce la manera continuista y “de parcheo” más típica del poder establecido.
Desde mi punto de vista es torpe no avanzar y enrocarse en esas tesis. La izquierda ecologista debe ser creativa ante situaciones nuevas, debe afrontar los problemas de manera global actuando desde lo local, debe tener vocación de solucionar desde la transformación. Esperemos que en la andadura en la construcción de este nuevo modelo de horticultura urbana que está emergiendo con fuerza en Sevilla y otras ciudades andaluzas seamos capaces, a través del debate sereno y del pensamiento abierto, de trascender del Grow Your Own hacia una nueva economía socio-ecológica.
Dedicado a José Mª Tabares, biólogo, profesor, ecosocialista, buen amigo y mejor persona. No te olvidamos Jose.