I.
La fiesta es anterior a la creencia y el rito al culto; en la comunidad y el juego esta todo. En la izquierda “los cristianos de base “ detestaban a la semana santa porque creían en el “Jesús vivo” .O sea que el pueblo hacia como que creía para que le permitieran vivir la fiesta juntos y los izquierdosos negaban la fiesta popular a favor de la deidad,. por que creían realmente. Preferían el delirio a la simulación. En muchas ocasiones no hemos entendido nada de las múltiples formas que la resistencia popular adopta. La comuna siempre resurge y adquiere escenarios dramáticos insospechados que se quedan en la memoria instalados para siempre como en San Gil, o en San Lorenzo o en la misma calle Pureza.
II.
Al igual que “el ateísmo suspensivo” es un momento necesario, según Adolphe Gesche, para la fe; en la religiosidad popular andaluza, una especie de “fe suspensiva” es un momento necesario para el ateísmo práctico cotidiano. Tal como la sombra metafísica nunca desaparece, solo se silencia, en ese momento del suspensión de la fe , la sombra naturalista tampoco desaparece, solo se disfraza, en la “fe suspensiva” popular. En pocas fechas del año en Andalucía hay mas gula y lujuria que en estos días de penitencia; partiendo del hecho de que la misma penitencia es un acto extremo y lujurioso, de un lujuria barroca, como muy bien supo ver Bataille.
III.
El sueño del barroco es una maravillosa metamorfosis contra el “principio de individuación” absoluto que la reforma ya anunciaba y que devendría en la pesadilla liberal que nos gobierna. El barroco era en sus orígenes un discurso del siervo , “borroco” un insulto, que tomo el amo y que finalmente devino otra vez al siervo hecho comunidad indiferenciada. La haecceitas que dijo Duns Scoto y recuperó Peirce para la semiótica o Deleuze en “Diferencia y repetición”, es la alternativa barroca a la individuación liberal. Esta fiesta barroca nos muestra, en una especie de banda de Möebius , la identidad y la singularidad del pueblo ( el pueblo somos todos y todas operando como comunidad) . En Pasión y en el Gran Poder se da esa diversidad del alma barroca de la fiesta. Entre sol y sol, entre jueves y viernes y en menos de veinticuatro horas; se cruzaran por las calles del siglo en esta ciudad cuyo nombre no puede ser pronunciado sin reducir su gloria (Cernuda nunca lo hizo)
Francisco Garrido.
- Fotografía de una cigarrera con su nieto.