Ojos que no ven, corazón que no siente. En la formulación pasiva de esta sencilla ecuación se concentra toda la estrategia maquiavélica de la política contemporánea: “ojos que ven, corazón que siente”. El político instalado en el sistema (parlamentario, diputado o concejal), conoce sobradamente las reglas de esta democracia competitiva: el elector consume política igual que hamburguesas o lavadoras. Prefiere la verdad estética a la ética. Lo aparente a lo real. Elige con el corazón. Es decir, con los ojos. Para no pensar. De ahí que el mayorista-político luche a muerte para que el mensaje electoral se consuma con la mirada. Todo este reality show sobraría si en lugar de habitantes fuéramos ciudadanos. Si en lugar de contemplar pasivamente la política como algo ajeno la tomáramos como algo en lo que nos va la vida. Si en lugar de slogans mercantiles nos moviera la ideología.
Cuando la manipulación estadística se demuestra inútil para disfrazar la cruda realidad social y económica, al político “profesional” no le queda más opción que visualizar los espacios simbólicos de su marca ideológica para no perder a sus clientes naturales. Y, si aún así percibe que perderá las elecciones y con ellas su trabajo, okupará con la política-espectáculo los espacios periféricos de sus competidores. Esa es la estrategia que adoptó el PSOE en Andalucía tras la fuga de Chaves. Los socialistas andaluces asumen como hipótesis que las elecciones conjuntas les supondría un enorme coste electoral a favor de los populares (alejados estratégicamente ahora de la estética nacional-católica), y para compensar de manera preventiva la pérdida de votantes se han dedicado a ocupar los espacios simbólicos que debieran defender otras marcas políticas en decadencia: el andalucismo, el ecologismo y la izquierda (socio-laico-feminista).
El alcalde andalucista de Ronda dejó una organización extraparlamentaria para pasarse a un partido que, sólo en el último año, ha presentado la candidatura del flamenco a patrimonio intangible de la Humanidad; ha conseguido del Congreso una reparación simbólica a la comunidad morisca en el 400 aniversario de su expulsión; o ha declarado 2010 como año de Blas Infante. Asumiendo las técnicas propagandísticas del expresidente electo Escuredo, el ahora presidente parlamentario Griñán ha pasado de ser un socialista andaluz a parecer un andaluz socialista. ¿Por qué habría que votar a un partido que se autodenomina andalucista si el PSOE defiende sui simbología natural?
La exalcaldesa comunista de Córdoba dejó una organización desorientada y rota para pasarse a un partido que defiende una ley de plazos para el aborto, la eliminación de los crucifijos en los lugares públicos, el matrimonio entre homosexuales, la ley de dependencia, la ley contra la violencia machista, la oficialidad del lenguaje de signos… ¿Por qué habría que votar a una partido que se autodenomina de izquierda si el PSOE defiende su simbología natural? Los Verdes, que en otro tiempo habitaron la casa comunista y socialista, tampoco saben dónde meterse cuando el gobierno sostiene planes y leyes de economía sostenible…
Todo es puro artificio electoral. Espectáculo. Matrix. A la vez que proclaman el año de Blas Infante construyen un artefacto arquitectónico que ocupa su decorado vital y el tótem del andalucismo. A la vez que se arrogan el monopolio del igualitarismo feminista ocupan a un 80 por cierto de hombres en el Plan anticrisis destinado preferentemente a paliar la debacle de la construcción. A la vez que ondean la bandera de la sostenibilidad, subvencionan la compra de vehículos o no cierran centrales nucleares… Todo es una burda mentira fácilmente desmontable sino fuera porque quienes tienen la obligación moral de hacerlo se están dejando ocupar el espacio simbólico que les pertenece. Su corazón. Confunden los tiempos políticos con los electorales. No ven y no sienten. O no quieren ver. Porque si lo están viendo, su actitud es históricamente imperdonable.
Ese aire hueco de izquierdas, que hacen por conveniencia, no engaña a la mayoría de los andaluces, pero el problema está en que la indolencia ha apoltronado a los susodichos, quedamos pocos con clarividencia y que levantamos el polvo de la conveniencia y vemos la falsedad de sus mensajes mediáticos, tendrán la fuerza del dinero y del poder que corrompe y que hace que una alcaldeza y un alcalde dejen sus convicciones si es que las tenían y se vayan con los ilusionistas de cartón. Pero atrás en la trastienda está la mierda de esta gente: Para muestra nuestra Amina Haidar dejada de la mano del PSOE, en manos de los intereses feudales del gobierno de Marruecos. Nunca me llegaron, nunca he votado al PSOE, me considero socialista y andaluz, y así sufro y voto.
El PSOE desde Suresnes y como pilar básico de esta neorestauración siempre lleva bandera de conveniencia: andalucismo de conveniencia, izquierdismo de conveniencia, laicismo de conveniencia, ecologismo de conveniencia, pacifismo de conveniencia… El PP y el borbón lo mismo, sus privilegios lo requieren, pero eso ya lo sabíamos.
Lo que me duele y me importa es el final de tu escrito, muy preocupante esa indolencia y ese desarme ideológico a cambio de nada, ¿o no?
GRACIAS Antonio Manuel
gracias por tu inteligencia, tu clarividencia, tu coherencia, tu valentía, tu decisión…