Manuela Martínez | El año pasado por estas fechas dedicaba una entrada al interesante informe que publicaba ASEXOR bajo el título “Subvenciones y licitaciones de la Administración Pública: las claves de su evolución en España durante 2011”, que este año ha pasado a denominarse “Anuario 2012 de Administraciones Públicas”. En ambos caso, se sintetiza la actividad subvencional y adjudicataria de licitación pública de las distintas Administraciones Públicas.
Y lo vuelvo a traer aquí porque sus datos ponen de relieve el cinismo neocon de muchos políticos, voceros mediáticos, empresarios y banqueros. Cinismo desde el que elaboran un discurso populista que acaba prendiendo en la opinión de ciudadanos desinformados que, hartos de recortes y sacrificios, se convierten sin darse cuenta en sus mejores guerrilleros contra las subvenciones a sindicatos, partidos políticos, asociaciones, ONGs…
Vaya por delante que apuesto por la total transparencia en la gestión del dinero público a todos los niveles. Exigir transparencia, una reforma en la ley de financiación, un cambio de modelo, mayor control… todo eso es legítimo, pero hacer la guerra a las subvenciones públicas basándose en la manipulación de datos astronómicos y en la “certeza” de la generalización del despilfarro y en la opacidad y gestión fraudulenta de dinero público, es populismo puro.
Este informe, como el anterior, parte de una realidad incuestionable: Que la actividad subvencional de las Administraciones Públicas está regulada legalmente, que los fondos y los destinatarios de los mismos se publican en fuentes oficiales y que, desde que se iniciara la crisis, la intensidad de las ayudas públicas en la economía española es menor en proporción al PIB que en la media de la Unión Europea.
De hecho, el importe concecido por las distintas administraciones públicas en forma de subvenciones (a sociedades mercantiles, autónomos y todo tipo de entes no mercantiles) ascendió en 2012 a 8.023,4 millones de euros (un 14,2% menos que en 2011 y la cifra más baja desde que se iniciara la crisis): 3.041, 4 millones de euros para sociedades mercantiles y 4.892 millones para autónomos y entes no mercantiles (cooperativas, sociedades no mercantiles, partidos políticos, sindicatos, universidades, fundaciones, asociaciones, federaciones, ayuntamientos, cámaras de comercio…).
Me gustaría llamar la atención sobre esta última cifra, que nada tiene que ver con las cifras astronómicas que suelen difundir ciertos medios para intoxicar a la opinión pública, haciéndole creer que sin subvenciones los recortes serían innecesarios. Ya sólo falta que nos quieran convencer también de que, eliminándolas, se podría haber evitado el rescate financiero.
Y es que dicen los ultraliberales que el Estado no debe intervenir en el mercado, salvo para subvencionar a las empresas y salvar a los bancos, según hemos podido constatar. Pero ponen el grito en el cielo si el Estado subvenciona la protección o los servicios a las personas ¡Menudo despilfarro con la que está cayendo!
¡Cuánta ideología hay detrás de esta manipulación! ¡Cuánta fabulación interesada! Y muchos medios de comunicación entran al trapo sin miramientos, manipulando información sobre las entidades no mercantiles mientras que se guardan muy mucho de cuestionar el dinero público que reciben las empresas y a qué lo dedican. Les debe parecer poco noticiable, por ejemplo, que muchas de ellas incumplan sistemáticamente la normativa laboral o cometan excesos con sus trabajadores y trabajadoras.
A quienes les sobra la democracia están encantados y a quienes ven la oportunidad de pescar en río revuelto también. La jugada es perfecta. Entretienen a la población para que no repare en las nefastas consecuencias de la política económica del gobierno de Rajoy, haciéndole creer que todos los políticos son iguales, que no hay más solución que la que proponen, que puesto que la política no puede intervenir para qué pagar a tantos políticos, que ahorrando en política se pueden equilibrar las cuentas públicas, igual que ahorrando en sindicatos, que no sirven para nada… y difunden su discurso, pasando de puntillas por una tasa de paro indecente, una precariedad laboral galopante, una destrucción de derechos que da escalofríos, un desmantelamiento de los servicios públicos sin precedentes,…, un exilio económico vergonzante y una democracia que hace aguas por todas partes.
Hay medios de comunicación que deberían reflexionar sobre el papel que están jugando en esta historia porque lo que está ocurriendo es de una irresponsabilidad política sin precedentes.
@Manuela_MJ