Nadie conoce a Blas Infante. Yo tampoco. Y no es fácil llegar a conocerlo en su plenitud por su doble condición inescindible de activista político y pensador total. Siempre actuó y pensó a la vez. Y no dejó de pensar ni de actuar nunca.
Primero, porque se ignora una gran parte de su obra inédita o destruida. También de su biografía más íntima, lo que no dijo ni diría a nadie, a pesar del excelso trabajo de Enrique Iniesta.
Segundo, porque al Infante publicado se le despieza como a un animal de matanza en función de intereses partidarios. El día de su 125 aniversario sentí pena en el Parlamento andaluz contemplando cómo los tres grupos parlamentarios prostituían su mensaje para llevarlo a su terreno, mientras el andalucismo extraparlamentario lloraba entre el público escuchando la versión instrumental de la Verde y Blanca de Carlos Cano.
Y tercero, porque su análisis intelectual se aborda de manera fragmentaria y no desde su propia visión holística de la realidad. Blas Infante fue un humanista universal que empeñó su vida en demostrar políticamente la existencia del Pueblo andaluz desde todas las dimensiones naturales del ser humano: biológica, psicológica, social y espiritual. Como en las modernas salas de cine, sin unas gafas apropiadas apenas reconoceremos borrosa y deformada su figura.
En “Reelección fundamental”, una de sus cuatro obras desconocidas, Blas Infante escribe: “Las Revoluciones han fracasado; la Ciencia ha fracasado también”. Esta ecuación condensa toda su pre-ideología. A principios del S. XX, importantes pensadores europeos cuestionan los caminos emprendidos por el racionalismo en la Ciencia y la Política, causantes de la primera guerra mundial y desencadenantes de la segunda. Uno de ellos fue Henri Bergson, Premio Nobel de Literatura. Otro, sin duda, Blas Infante. Ambos coinciden en enfatizar la libertad sobre la igualdad para alcanzar el otro postulado revolucionario: la sociedad fraternal. Como decía Infante, por encima de cualquier estado político, el estado natural del ser humano es su libertad. Los dos acertaron al pronosticar que el materialismo desalmado terminaría con las versiones prácticas del comunismo marxista y del capitalismo salvaje. Unos intentaban igualar económicamente homogeneizando la sociedad desde la dictadura del proletariado. Y otros, desigualar económicamente homogeneizando la sociedad desde la dictadura del mercado. Los dos modelos aniquilan la diversidad cultural de los pueblos con el internacionalismo o con el consumismo globalizado. Y los dos olvidan el alma del ser humano. Su dimensión espiritual.
También a principios del S. XX, en pleno proceso de madurez intelectual de Infante, la muerte política de Dios (anarquismo y socialismo) coincide con la muerte teórica del mecanicismo científico. Todas las certidumbres newtonianas se convierten en incertidumbres cuánticas. Otro tanto ocurre en la biología, la química o la matemática. El «progreso» Hegeliano a partir del desarrollismo industrial con base científica se hace a costa de la depredación planetaria y de las desigualdades humanas. Muchos pensadores cuestionan la insensibilidad del modelo positivista. El asesinato de la Naturaleza y de las Culturas. Desde Walter Benjamin a Bergson. En ese momento, Infante escribe: «Las crisis de Occidente no es económica ni política, es humana: una crisis de humanidad». Frente a la incapacidad del positivismo científico para dar respuestas metafísicas y humanistas, Bergson propone viajar dentro de uno mismo, a otras culturas milenarias, a recuperar la espiritualidad y la intuición como fuentes del conocimiento. Y Blas Infante revela que esa luz del alma y ese espíritu libertario no hay que buscarlo lejos de occidente: son los componentes naturales de la memoria colectiva andaluza. Que la teosofía de la luz que obsesionó a Bergson fue parida por Ibn Arabí y se conserva intacta en la idiosincrasia flamenca. Que el paradigma universalista para un nuevo modelo de sociedad fundado en la reorientación espacio-tiempo, en la igualdad ciudadana desde el respeto a la diferencia, en la libertad de abajo arriba para formular estructuras políticas, y en el principio de las culturas para diseñar otro orden mundial se hallaba en Andalucía. En el ideal andaluz. En nuestra memoria colectiva como Pueblo. Y por eso introdujo el sol y la luz y el alma y la tierra y la libertad y la Humanidad en el himno de una Patria cultural sin Estado pero con Padre: Blas Infante.
Excelente artículo!
Todo esto nos encanta; pero hay una herida aún abierta. La de la deportación genocida y criminal de muchos hijos de esta tierra. Herida más lacerante aún porque los descendientes de sus verdugos actúan entre la desaprensión y la indiferencia de las masas, programadas frente al televisor.
Hay crímenes que no pueden olvidarse. Los cometidos contra los Pueblos aragonés y valenciano, deportada hace 400 años la tercera parte de su población, así como en todos los lugares donde se enseñoreó su inquisitorial imperio. El exterminio incesante de nuestra cultura milenaria, en cualesquiera de los Pueblos de Al-Andalus.
No mitigan el Horror «homenajes», congresos, buena literatura o fiestas de moros y cristianos…; por bienintencionados que todos se planteen. Ya lo enunció el compañero Blas:
«Más de un millón de hermanos nuestros, de andaluces expulsados inicuamente de su solar -las causas de los pueblos jamás prescriben- hay esparcidos desde Tánger a Damasco, según comunicaba hace un año uno de nuestros más esforzados paladines, el infatigable y culto Gil Benumeya. El recuerdo de la Patria (…) lejos de esfumarse, se aviva cada día. Ellos constituyen, con el reconocimiento de los pueblos fraternos, que los mantienen en su hospitalidad, la élite de la sangre y del espíritu de esos países. Yo he convivido con ellos, he sufrido con ellos, he aspirado con ellos la esperanza de nuestra común redención porque esta redención o será común o no será nunca».
Mas llegará el día de la Aurora de la hermandad entre todos los andaluces de la diáspora; el día anhelado hasta en el que el mejor de los nacional-católicos españolistas no podrá mirar su cara en el espejo sin sentir náuseas.
¡VIVA ANDALUCIA LIBRE! ¡VENCEREMOS!
¿Cuándo explicarán que Don Blas se hizo mahometano? ¿Cuándo los expertos en el esoterismo psicosocial analizarán, sin trampa ni cartón, la vida del presunto padre de la patria andaluza?.
¿Es que buscar la verdad y huir de los mundos mágicos inventados es ser de derechas?.