Joaquín Recio / Todavía se escuchan ecos de la celebración del bicentenario de la Constitución de Cádiz de 1812, ya saben, la conocida como La Pepa (monárquica y que no contempla la abolición de la esclavitud). Y es que ha sido una celebración con mucho dinero gastado, agujero económico que todavía no ha sido cuantificado como ya es habitual en nuestras administraciones. No se ha festejado nunca con tanto dinero una efeméride de una constitución.
Por supuesto no ha recibido mucha inversión para celebraciones la Constitución de 1931, republicana, que inicia el periodo democrático, por ejemplo, donde más escuelas se inauguraron de toda la historia y donde se dio el mayor florecimiento cultural y social unido a los cambios políticos promulgados en su propio texto.
Esto no es sólo motivo de celebración sino incluso de plagio, tal como están las cosas en la actualidad. La que sí ha recibido varios envites presupuestarios para celebrarla ha sido la Constitución de 1978, que en sus efemérides el gobierno de turno (da igual, bipartidismo) ha utilizado el feliz recurso de contentar a todos con el reparto de dinero entre las fundaciones de los partidos para que organicen los festejos. La Constitución de 1978 tiene un texto que hoy en día se queda no sólo estrecho sino que además ahoga a la ciudadanía y a los municipios a partir del control del déficit. En relación a la de 1978 no tenemos nada que celebrar, de momento, a no ser que consigamos superarla con un nuevo proceso constituyente.
Y puestos a mirar al pasado, donde poder aprender o, como dije de forma irónica anteriormente, hasta plagiar si fuera necesario, hay que destacar un pacto que fue llamado constitución, que nunca se puso en práctica, y que se elaboró en 1883 en Antequera: la Constitución de Antequera.
No pretendo sentar cátedra ni decir más que lo que otras voces más autorizadas han dicho. Sin duda aquella asamblea de andalucistas convencidos de Antequera durante los días 27,28 y 29 de octubre de 1883, produjo uno de los resultados más sugerentes de la Historia reciente de Andalucía. Esto es lo que quiero mostrar con el artículo de hoy.
Aquella asamblea redactó el proyecto de Constitución para los cantones regionados andaluces. Una visión federalista de Andalucía, representada por sus municipios y estos a su vez agregados en cantones. Nunca se llevó a la práctica, repito, pero bien se podría haber hecho porque transpira la realidad social y política del momento. El movimiento obrero se expresa en uno de sus artículos en la parte que habla de los derechos y garantías: “Se reconoce a los obreros el derecho a la huelga pacífica y la práctica de la resistencia solidaria” o en otro artículo cuando se comenta el poder federal y sus facultades se dice expresamente que éste legisla cuestiones como las horas de trabajo, garantías para la vida, higiene y seguridad de los obreros… Demandas y reivindicaciones del movimiento obrero recogidas en su texto, en un claro gesto de avance respecto a otros textos legales o reformas que se realizan en el estado español y el resto del mundo.
Tan sólo el comienzo de la Constitución de Antequera nos abre los ojos ante la actualidad: “Andalucía es soberana y autónoma; se organiza en una democracia republicana representativa, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que le instituyen por este Pacto”. Como todo texto de su tiempo hay algunos aspectos que están superados en la actualidad (como la edad para comenzar a trabajar, por ejemplo), sin embargo, destacan mucho más los aspectos innovadores e incluso revolucionarios, como la abolición de la pena de muerte; la separación Iglesia del Estado…
Hoy en día algunas medidas reclamadas por los movimientos sociales y algún partido político son coincidentes con algunos de sus artículos. Ciento treinta años después de aquella reunión hoy también se exige que la Hacienda pública aplique impuestos a los capitales de los ricos de forma progresiva, lo que en la Constitución de Antequera se expresa con “la contribución crece progresivamente con el capital…”. También el 15M podría hacer suyo el artículo “el cargo de diputado es incompatible con cualquier otro, sea nacional, regional, cantonal, o municipal, honorífico o retribuido; con los de gerente, administrador, o consejero de las grandes compañías de navegación, ferrocarrileras, constructoras, bancarias, industriales, etc”. Y el movimiento por la democracia participativa podría apoyar lo siguiente sobre las sesiones del poder legislativo: “Las sesiones deben ser públicas, así como las de las secciones y comisiones (…), pero jamás podrán votarse leyes ni discutirse los presupuestos y las cuentas en sesión secreta”. Como veis, refrescarnos con la historia reciente nos puede ayudar a ver nuevos caminos.
Pronto saldrá un estudio del historiador Rubén Pérez que arroja nueva luz sobre este documento. También la editorial Extramuros prepara una edición facsímil de la Constitución de Antequera, a partir del original cuidadosamente conservado en la magnífica biblioteca del Ateneu Barcelonés. Los municipios de la Ruta de Blas Infante están preparando la celebración del 130 aniversario con actividades escolares y actos celebrativos. No podemos mirar al futuro sin aprender del pasado. Y tampoco podemos mirar al futuro sin cuestionarnos qué es lo que nos detiene para seguir avanzando. Que no seamos nosotros y nosotras los que paremos la historia. La historia es nuestra.
Extraído de Andaluces Diario