Francisco Garrido. La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real” (K:Marx) .
Sabíamos que lo de Cataluña, el Brexit , la crisis de la UE, el yijadismo terrorista , el antiterrorismo, Trump o los populismo fascistas y otras muchas turbulencias surgirían, y surgirán, no sabiamos donde, ni cuando aunque si como: “ expresiones más o menos irracionales de un malestar estructural y difuso provocado por el horizonte del fin del crecimiento”. Todos esas expresiones políticas, cargadas de emocionalidad, son el producto de un síndrome de abstinencia. El crecimiento ha sido la droga del capitalismo occidental que ha revolucionado el mundo desde el siglo XVIII. Entre 1800 y la mitad del siglo XX esa droga quedo reducida a las clases dominantes de las metrópolis , despues se fue extendiendo (Welfare State) a todo los habitantes de la metrópolis , aunque en magnitudes muy desiguales. La globalización extendió la adicción al crecimiento a todo el planeta y en eso comenzó el crack y por tanto el síndrome.
Todo nuestro sistema democrático, civilizado, moderno, occidental, muy tecnificado ha sido asentado con tres factores claves:
- El crecimiento y la expectativa de su infinitud.
- El desarrollo desigual.
- La búsqueda incesante de nuevos nichos de plusvalías relativas que ante el horizonte de escasez se trona plusvalías
No existen experiencias democráticas modernas que no estén vinculadas al crecimiento. El crecimiento permitía situar la confrontación de clases en los países desarrollados dentro del margen de la disputa por las plusvalías relativas. El comienzo de la percepción social del fin del crecimiento ( que debuta con la crisis metabólica del 2007) sitúa la lucha política en un territorio mucho más agresivo y autoritario: la pugna sangrienta por las plusvalías absolutas.
En este tipo de contexto de guerra social creciente , que no va a cambiar sino que se ira agudizando con el paso del tiempo; la mayor amenaza a medio plazo es la extensión de la entropía metabólica asociado al fin del crecimiento (cambio climático, agotamiento energético, saturación de los agrosistemas, crisis hídrica y alimentaria) se extienda a la entropía social ( desigualdad , pobreza y criminalidad), y de esta a la entropía política (privatización, ausencia de estado , estados autoritarios, nanofascismo. disgregación, guerra etc). Porque si el espacio de la política y del Estado abdican de su función ecológica de control de la entropía socio ambiental, entonces el único horizonte es Blade Runner, la distopía idealizad del todos contra todos en un planeta que se muere, la máxima entropía social.
¿Significa esto que debemos despreciar a todos estos epifenómenos sociales y políticos? ¿Qué debemos situarnos en un discurso profético de la verdad anunciado las causas reales de estos síndromes de abstinencia? Pues no y si. No hay que ignorar esta as expresiones sino intervenir dentro de ellos y dirigir esa malestar hacia las causas materiales que ciertamente lo provocan. Cada expresión de malestar desde Cataluña a Trump o o Le pen son potencialmente fuerzas de cambio hacia el único horizonte factible para la humanidad: el ecosocialismo descalzo que dice Riechmann. Por eso a la vez que se está en el corazón y el alma de la gente que se indigna por que sufre , hay mantener el discurso profético que alumbra la toma de conciencia. “Reír con los que ríen y llorar con los que lloran”,, entendiendo , que algo puede ser a la vez la expresión de la rebelión contra el malestar y el malestar mismo.