Clara Domínguez|
Desde que cumplí los 18 años he votado a partidos de izquierda. En las elecciones generales pasadas voté por Pedro Sánchez para que hubiese un gobierno de izquierda que escuchara a la mayoría de la sociedad, a sus necesidades presentes y futuras. Dudé si votar a Unidas Podemos o al PSOE, pero al final me decidí por votar al PSOE porque Pedro Sánchez me inspiraba más confianza. Había arriesgado mucho por oponerse a Rajoy, con su no no, y se había enfrentado al viejo PSOE, ese que miraba mucho más a los poderes económicos y a las puertas giratorias que a la gente, y le había ganado en unas elecciones primarias limpias y democráticas.
Creía en que era un líder con un proyecto de izquierda, con ideas claras sobre los principios básicos, que había reconocido errores y había declarado públicamente que los poderes económicos le habían presionado y que Podemos era, como otro partido de izquierda, un aliado.
Sin embargo, llevo cien días en los que primero la decepción y luego el enfado van creciendo a medida que veo a Pedro Sánchez jugando con las esperanzas de la gente. Hay una mayoría más que suficiente para lograr la investidura y para constituir un gobierno estable. Los programas entre PSOE y UP son muy parecidos. Ya ha habido tiempo de sobra incluso para contarnos cuales serían las prioridades de ese gobierno.
España lleva sin gobierno estable desde finales del 2015. Desde entonces el panorama se ha ido complicando. El cambio climático, que antes era sobre todo una evidencia científica, se ha vuelto una realidad tangible para la mayoría, aunque seamos la gente joven quien está saliendo a la calle. El brexit, la sentencia del process y de los ERES tienen fecha para este otoño. La economía está dando señales de una nueva recesión. La ultraderecha está contaminando muchas instituciones y Pedro Sánchez, ahora que puede formar un gobierno de izquierdas ¿no quiere?
Es injusto. No hay excusas razonables para seguir en esta provisionalidad. Está volcado en el llamamiento a la abstención del PP y Ciudadanos a sabiendas que, en el mejor de los casos, es solo retórica, mientras rechaza siquiera seguir hablando con Unidas Podemos cuando el acuerdo se tocaba ya con la punta de los dedos.
Sé que mi opinión cuanta poco, pero quiero dejar constancia que, si no hay acuerdo para un gobierno de coalición justo, tal como ocurre en los países de la Unión Europea, y Pedro Sánchez nos conduce a unas nuevas elecciones, ni yo ni mucha gente que conozco que ha confiado en él, volveremos a hacerlo. Votaremos a otras opciones de izquierda con más desesperanza porque se está borrando la perspectiva de un gobierno para la gente, así que tal vez tendremos que salir y ocupar de nuevo las plazas como cuando Zapatero nos traicionó.