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Peor que ver la realidad negra es el no verla

Manuela Martínez | Decía Antonio Machado que “peor que ver la realidad negra es el no verla” y me pregunto si no es posible que al intentar evitar sucumbir a esta especie de tristeza colectiva, de depresión apocalíptica que nos absorbe, no estamos cayendo en la trampa del autoengaño con el único fin de sobrevivir a las dramáticas consecuencias de la gestión de la crisis que están provocando nuestros gobernantes.

Rajoy_Merkel

Lo digo porque somos muchos los que hemos estado abrazando la esperanza de que Frau Merkel se quedara sin bastón de mando tras las recientes elecciones alemanas. Deseábamos que con su marcha, se marcharan también la política de austeridad y las recetas que la Troika prescribe, con el beneplácito de los gobiernos de turno, a los países rescatados. Y España lo está, diga lo que diga el señor Rajoy, aunque  se autoengañe e  intente engañar a la ciudadanía utilizando su neolengua para ocultar la realidad negra que nos impone.

Y es cierto que la música habría cambiado en Europa si los resultados electorales en Alemania hubiesen sido diferentes, pero estoy convencida de que aquí, en nuestra querida España, seguiríamos sometidos al austericidio, al programa ideológico de la derecha rancia que nos gobierna y a su política centrada en el bienestar de unos pocos, incluida la iglesia de Rouco (la del Papa Paco no parece ser la misma).

Porque lo del Partido Popular, cuando dicen que no quieren recortar las pensiones, ni la sanidad, ni la educación, ni la dependencia… pero que lo hacen obligados por la situación, por las condiciones que le impone la Unión Europea y el FMI, es simple  “postureo”. En el fondo están encantados de tener una coartada para hacer lo que siempre han querido y jamás soñaron poder conseguir: volver a la casilla de salida y empezar una nueva transición, una vez desmontado el estado de bienestar y dinamitados buena parte de los derechos individuales y colectivos que con tanto esfuerzo habíamos conquistado.

Por eso la felicitación de Rajoy a Merkel no fue una simple formalidad. La felicitó efusivamente por su “extraordinario resultado” incluso antes de conocer los resultados definitivos. Pero, sin duda, el más transparente ha sido el ministro de Exteriores, el señor García-Margallo, que afirmó que la victoria de Merkel “es una alegría, por motivos de sintonía política”. Y es que lo suyo es “amor conservador” verdadero, ese que no entiende de patrias ni de fronteras: todo por la pasta, cueste lo que cueste.

Que hay que privatizar servicios públicos para garantizar negocios rentables a sus amigos, pues lo hacen, que hay que perdonar 36.000 millones de euros a los bancos rescatados para que la banca siga jugando con nuestro dinero, pues también, que aprovechando la nueva ley de emprendedores le echan una mano a los resgistradores con 150 millones de nuevos ingresos, naturalmente… suma y sigue. Pero de reformar el sistema fiscal, nada, y de acabar con el fraude fiscal, menos todavía.

Eso sí, sus reformas y sus recortes son siempre urgentes y necesarios. Y encima tenemos que aguantar que nos insulten, como ha hecho recientemente el PP de Andalucía, respaldando  el copago farmacéutico para los pacientes crónicos y enfermos graves. Para el diputado y coordinador de Economía del PP andaluz, Rafael Carmona, lo que tienen que pagar los enfermos “no es mucho”, habida cuenta que lo que se busca es “hacer sostenible el Estado de Bienestar y la sanidad pública”. Afirmaciones falsas.

Está claro que de todo este desaguisado no deberíamos echarle la culpa ni a Frau Merkel ni a los alemanes que la votaron.

@Manuela_MJ

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