(En agosto de 2007 el diario El Nacional de Bolivia me publicó este artículo de opinión. Hoy, en febrero de 2009, vuelve a tener actualidad la cuestión por dos motivos. Por un lado, porque parece que el nuevo Imperator Obama ha escuchado las voces que piden un cierre inmediato de las cárceles de Guantánamo, aunque no vaya a ser tan inmediato, ni suponga la devolución del territorio a su dueño, ni reparen el daño, ni nada de lo que se pide en este escrito. Y por otro, porque es motivo de preocupación la llamada realizada para encontrar dónde llevar los que hoy están secuestrados allí.
Nos venden un gran avance con el cierre de aquellas salas de tortura pero buscan otras nuevas, en otras partes del mundo, donde no se mancille suelo sagrado estadounidense, quizás en Morón o en Rota, pues nuestros gobiernos colaborarán así en la “lucha contra el terror”. Quieren olvidarse de su vergüenza para salpicarnos a todo el orbe con la misma ignominia, ¿quieren hacer de La Tierra una gran cárcel? ¿el planeta Guantánamo?)
Es fácil recordar una de esas decenas de películas norteamericanas en la que en un futuro lejano un planeta ha sido destinado a cárcel, donde se desarrollan una gran cantidad de barbaridades, donde reina la crueldad, los seres humanos dejan de serlo y sacan lo peor de sí mismos , como si no hubiera otra cosa en ellos. Pero la llamada ciencia-ficción es, más que nunca, depravación-realidad.
Cuando se pasa por la carretera que bordea la base de Guantánamo, al extremo oriental de la isla de Cuba, camino de Baracoa, de playas extraordinarias y hospitalarias poblaciones, no puede uno imaginarse qué está sucediendo allá. Un buen trozo de tierra cubana fue arrebatado a la fuerza, y mantenido también a la fuerza, por la mayor potencia mundial para ser utilizada como basurero de sus propias vergüenzas.
No está justificada la ocupación territorial como estrategia de control de un área, y menos, cuando Guantánamo se encuentra tan cerca de las costas estadounidenses. Tampoco necesita ese país de espacios como el mencionado para instalar sus bases militares, por tantas que posee, y tan vasto poderío tiene en tierra, mar, aire y galaxias.
Quieren sus gobernantes un lugar donde sentirse fuera de las leyes internacionales, fuera de los tratados que tiene firmados a favor de los prisioneros de guerra, lejos de la vigilancia de sus ultrademocráticas instituciones, en las espaldas de sus sistemas internos de control sobre el gobierno. Han construido su propio planeta-cárcel donde poder torturar, vilipendiar, insultar, maltratar, vejar, violar, deshonrar, envilecer, deshumanizar a los que ni tan siquiera declaran detenidos, a los que no consideran prisioneros de guerra, a los que no han juzgado de ninguna forma, a los que les viene en gana.
Ni las denuncias de organizaciones que luchan por los derechos humanos, ni las insistencias de instituciones políticas internas y externas, ni las movilizaciones populares, ni las condenas internacionales, hacen doblar el brazo del ogro.
La “prepotencia mundial” exhibe su poderío sin tapujos, retiene a cientos de personas de diferentes nacionalidades y ni sus estados de origen pueden defenderlos.
La noticia es que el gobierno británico pide a EEUU que libere a cinco presos de Guantánamo, y es considerada de enorme importancia por lo que pueda suponer de giro de la política exterior de Londres con respecto a la de su hijo-amigo americano. Tan tímida es la respuesta del mundo ante tamaño despropósito. Tan suave es el tratamiento que se da a una de las mayores aberraciones que se dan en el planeta a primeros del siglo veintiuno.
Que cierren definitivamente la base militar de EEUU en Guantánamo. Que devuelvan ese trozo de tierra al pueblo cubano, al que nunca debieron robárselo. Que liberen a todos los encerrados en las cárceles ilegales. Que juzguen a todos los responsables de las torturas, vejaciones y detenciones ilegales. Que reparen el daño hecho y permitido. Que indemnicen a todas las personas afectadas. Que esto no vuelva a suceder nunca más.
Deben saber que no estamos dispuestos a permitir, no sólo que cinco presos que han residido en Gran Bretaña estén apresados en Guantánamo, sino que se mantenga esa aberración ante nuestros ojos ni un día más. Porque si llegáramos a aceptarlo o guardáramos silencio algún día podría tocarnos a cualquier habitante del mundo ser la víctima de tal injusticia llevada al infinito. Nuestra Tierra convertida en la cárcel-planeta de las películas, a las que nos tienen tan acostumbrados.
Vicente Álvarez Orozco
(insertado por RR)
(1) Pintura de José Ramón Amondaraín